miércoles, 16 de mayo de 2007

NADIE SUPO MAS NADA DE NATALIA FERENSZI

Autor: Luis Benítez

Personajes:
Odilia, esposa de Héctor
Héctor
Hipólito, hijo de ambos
La Prisionera


ACTO UNICO
(INTERIOR. Sala de estar de familia de clase media. Un televisor, sillas, una mesa. Odilia sentada frente al televisor encendido.)

Voz 1 (Femenina, saliendo del televisor con marcado acento latinoamericano)
-¡Pero por Dió, Juan Gerardo Esteban! ¡Ya te he dicho una y mil veces que lo nuestro no puede ser... no des más cháchara con esa vaina, pues!

Odilia
-¡Aaaay, qué perra, se lo dijo nomás, se lo dijo de vuelta!

Voz 2 (Masculina, saliendo del televisor, ídem acento que Voz 1)
- Niña Francisca Eduarda, yo la quiero igual para mí, aunque no pueda ser lo nuestro, yo la necesito, niña Francisca Eduarda!

Voz 1
- ¿Qué tú crees, so cabrón? Que ésta es mi carne fina, como de princesa india y no está hecha para pobretes chivonotudos como tú, Juan Gerardo Esteban!

Odilia
-¡Pero qué imbécil eres! ¡Despreciar a semejante pedazo de macho camacho! Qué lomo que tiene ese muchacho, si yo lo llego a agarrar lo hago... ¡Huy, huy! ¡Se cabroneó el pendejo...! ¿Qué agarró del cajón...?

Voz 1
-¿Qué... qué es esto Juan Gerardo Esteban...?

Voz 2
-¡Pobrete chivonotudo sí, pero todo un hombre, niña Francisca Eduarda!

Odilia
-¡La va a matar el pendejo!

Voz 2
-¡Mía o de nadie, niña Francisca Eduarda!
(Se escuchan repetidos balazos provenientes del televisor. Odilia apaga el aparato con el control remoto)

Odilia
-¡No se puede creer, pensar que la mató así! ¡Esto me arruinó la vida!
(Ingresan a escena Héctor y su hijo Hipólito, cargando entre los dos a La Prisionera, atada y con una bolsa de papel cubriéndole la cabeza)

Héctor
-¡Odilia, no te quedes ahí parada! ¡Ven a ayudar que ésta pesa como la gran puta! Acá, acá, Hipólito, acá. Párala acá, acá.
(Dejan de pie a La Prisionera. Hipólito y su padre se desmoronan sobre sendas sillas)

Odilia
-¡No lo puedo creer! Al final lo hicieron, nomás....

Héctor
-Ehhhh.... con quién te crees que te casaste, ehhh? Cuando Héctor Varini dice que va a hacer algo, lo hace nomás, y punto. Y no te digo lo bien que se portó tu hijo....

Hipólito
-Psss, si fue cuestión de suerte, nomás....

Odilia
-¿Mucho lío, muchachos? ¿Se resistió la niña?

Héctor
-¡Qué va! Si me parece que no entendió un carajo. Mírala, mírala, ¿no ves que todavía no entendió lo que pasó?
(Odilia examina con curiosidad a La Prisionera)

Odilia
-Ay... ¿No me dejas Héctor que le mire la carita?
(Héctor e Hipólito se abalanzan sobre Odilia para detenerla, aferrándola por los brazos)

Héctor
-¡Pero qué haces, loca! ¿No ves que si nos ve las caras la tenemos que liquidar?

Odilia (sacándoselos de encima)
-Bueno, yo que sé... es la primera vez que tenemos un secuestrado en el departamento... Me da no sé qué...

Hipólito
- Mamá, en estos casos hasta los más mínimos detalles son de la más suma importancia...

Héctor
-Bien, hijo, bien. Así se habla. Ah, hijo de tigre... siéntate Hipólito, siéntate y descansa. Deja hacer a papá, que sabe más...

Hipólito
-Sí, viejo, como tú digas... Mamá, siéntate tú también, que debes de estar cansada.

Odilia
-Y sí, mira, me pasé todo el día haciendo compras, como venía la visita...

Héctor
-¡Qué visita ni qué ocho cuartos! Esta es una secuestrada, una prisionera, ¿me entiendes? Acá no se hace nada sin que yo lo apruebe.



Odilia
-Ay, el señor, el señor secuestrador... ¿Y quién te dijo que la señorita venía al país, eh? ¿Quién te abrió los ojos y te dijo que era el momento justo para dar el gran golpe, eh? Fue... ¿no, Hipo?

Hipólito
-Fue mamita-

Odilia
-Eso, eso: fue mamita. ¿Y quién les preparó la vianda por si tenían que esperar largas horas, medio día quizás, en la confusa ordalía del shopping, acuciados tal vez por el frío y las incomodidades, eh?

Hipólito
- Fue mamita.

Odilia
-¿Quién, digo yo, les compró los revólveres de juguete, las máscaras de Pato Donald, las sogas para atar a La Prisionera?

Hipólito
-Fue mamita.

Odilia
-¿Y quién les...?

Hipólito
-Fue mamita.

Héctor
-¡Cállate imbécil, que no te soporto cuando te pones así! “Mamita, mamita”... treinta y dos años tienes, idiota, y todavía andas con eso de “mamita, mamita”. Toma, toma las llaves, ve, hazme el favor, guarda el automóvil en la cochera, a ver si pasa la policía...
(Hipólito toma las llaves y sale de escena.)

Odilia
-¡Pero qué maleducada soy, Dios mío! Señorita, discúlpeme, ¿no quiere tomar asiento, le sirvo algo fresco?
(Odilia ayuda a La Prisionera a sentarse)

La Prisionera
-Blixipirís.

Odilia
-No, de nada.

Héctor
-Pero... ¿qué haces, Odilia, qué haces?

Odilia
-Nada, Héctor, nada... La pobre chica no se va a quedar parada ahí toda la noche, ¿no?

Héctor
-Deja nomás que ella se arregle... ven, ven que te cuento cómo lo hicimos.
(Héctor intenta ceñirle el talle, ella lo rechaza)

Odilia
-Sal, sal que viene Hipólito...

Héctor
-Dale, no te hagas la remisa, que fue difícil...

Odilia
-¿En serio? ¿No me digas que pasó algo...?


Héctor
-No, pasar, lo que se dice pasar, no pasó nada. Pero, por ahí, casi pasa algo...

Odilia
-Ay, cuéntame, cuéntame...

Héctor
-Aguarda, aguarda a que venga el crío y te hacemos completa la película... ¡Hipo! ¡Hipo! Ven, hijo...
(Hipólito ingresa a escena y le devuelve las llaves del auto a su padre)

Hipólito
-Le hicimos un rayón cuando le pasamos por encima al de la bicicleta... y además, tiene dos tiros en el baúl, pá. Tú ya sabes...

Odilia
-¡Noooo! ¡Pero si les dije que tuvieran cuidado! ¡Les podría haber pasado cualquier cosa!

Héctor
-Hipo, querido... te dije que esas cosas no las contaras, que mamita se impresiona...

Odilia (dirigiéndose a La Prisionera)
-Señorita, nadie sabe lo que sufre una madre....

La Prisionera
- Blixipirís fo fu.

Odilia
-Eso digo.



Héctor
-Bueno, bué... no dialogues tanto con La Prisionera, a ver si después te reconoce la voz...

Odilia
-¿Qué... me puede reconocer la voz, después?

Héctor
-¡Y claro! Lo vi por cable el otro día. Cinco tipos secuestran a un banquero en Canadá y seis meses después...

Odilia
-No me cuentes esas cosas, que después sueño. Mejor me dicen cómo fue todo.

Héctor
-Hipo, ponte ahí, un poco más atrás. Bueno, Odilia, más o menos estábamos así, en el medio del shopping, esperando a que apareciera ésta. Por lo menos llevábamos seis horas ahí, esperando... ¿no, Hipo?

Hipólito
-Y por ahí más, pá. Yo ya me aburría como un hongo de ver bragas y sostenes.

Odilia
-Pero... ¿dónde estaban parados?

Héctor
-Donde tú nos dijiste, ahí donde está la lencería femenina. La verdad que me daba un calor, ¿sabes? Todos nos miraban como si fuéramos dos degenerados...

Odilia
-Noooo, me parece que me voy a desmayar....

Héctor
-Odilia, Odilia, ¿qué te pasa, Odilia?

Hipólito
-¿Te sientes bien, mamita?

Odilia
-Les dije que la esperaran en el negocio de las carteras de cuero, en la marroquinería del primer piso...

Héctor
-¿No era en el segundo? Bueno, marroquinería, lencería, es más o menos lo mismo.

Hipólito
-Mamita, dime que te sientes bien.

Odilia
-¡Cállate, imbécil! Pero será posible... los dejo solos y hacen cualquier cosa... En la tele dijeron que Natalia Ferenszi iba a ir a comprar carteras de cuero al shopping, no bragas, ¿entienden?

Héctor
-Bueno, ¿por qué te enojas? Bragas, carteras, si al final se la dimos igual. Mira, te cuento... Dale Hipo, así le mostramos a mamá....
(Hipólito hace la mímica de estar mirando vidrieras y aburriéndose. Héctor, como que pasea de un lado al otro, mirando esto y aquello.)

Héctor
-Y no digo en esas seis horas todo lo que nos pasó. Te llevan por delante, te empujan, si no te mueves te insultan, si te quedas quieto te llevan por delante... Casi me tengo que liar a puñetes un par de veces, di que estaba Hipólito para pararme, que si no...

Hipólito (dirigiéndose a alguien imaginario)
-No señor, disculpe, no sé dónde queda... Papá, tengo hambre... pá, quiero ir al baño. Papá, me parece que ahí viene Natalia Ferenszi...

Héctor
-Sí, mira, es ella... estoy seguro. Bueno, disimula y ponte en posición, como ensayamos en casa... así... así... Deja que voy yo adelante... ahora espera, espera a que se acerque más... te hago una seña y vas tú, como te dije...

Hipólito
-¿Yo qué tenía que hacer?

Héctor
-¡Lo que te dijimos en casa, imbécil! Vas y le pides un autógrafo, la hora, cualquier cosa... cuando yo me ponga atrás, la empujamos entre los dos para el lado del ascensor...

Odilia (a La Prisionera)
- Disculpe, ¿no? Pero ya que está de visita usted también podría ayudar un poco, ¿no? Venga, párese, Párese despacito... ahí está... sin miedo, que yo la ayudo.

(Odilia lleva a La Prisionera hasta donde están padre e hijo)

Odilia
-Así está mejor, ¿vio? Porque acá todos tenemos que ayudar un poco... A mí me educaron así, no sé a Ud....

Hipólito (a La Prisionera)
-Disculpe, señorita, pero... ¿Usted no es Natalia Ferenszi?

La Prisionera
-Blixipirís kamchapka-

Héctor (manipulando una soga que saca de sus bolsillos)
-Entretenla, entretenla, te digo... que ya estoy listo.

Hipólito
-No ¿vio?... Es que yo tengo fotos suyas, recortes de reportajes. Yo la admiro a usted. Usted sí que es grande... ¿Se acuerda de cuando ganó las tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Canadá, en 1984...? Yo tenía cinco años y le digo, estaba enamorado de usted, tenía fotos suyas por toda la casa, yo...

Héctor
-¡Dale, ya, ahora!
(Hipólito y Héctor saltan sobre La Prisionera: Hipólito la sujeta y Héctor la ata con la soga)

La Prisionera
- ¡Blixipíris, blixipíris!

Hipólito
-¡Quédese quieta, señorita Ferenszi, esto es un secuestro!

Héctor
-¡Cállate, imbécil! ¡Se avisa cuando es un asalto, estúpido! ¡Ya está, ya está! ¡Rápido, huyamos!
(Héctor e Hipólito cargan sobre sus hombros a La Prisionera y corren con ella alrededor de la escena).

Odilia
-¡Alto, seguridad!
(Héctor e Hipólito atropellan en su carrera a Odilia, que cae. Héctor e Hipólito se detienen y dejan a La Prisionera de pie. Hipólito le apunta a Odilia con la mano, usándola como si fuera una pistola)

Héctor
-¡Detente, idiota, no dispares!

(Hipólito “le dispara” a Odilia con la mano, imitando el sonido del disparo con su voz)

Hipólito
-¡Kapow, kapow!
(Odilia se desploma, como si estuviera muerta.)

Héctor
-¿Pero qué hiciste, animal, qué hiciste?

Hipólito
-Y si no era él era yo...
(Hipólito abraza a Odilia, que se incorpora y la acaricia la cabeza)

Hipólito
-Mamá, mamá, explícale, dile... mamá...

Odilia
-¿Pero no ves Héctor que el chico está llorando, casi...? Es tu hijo, mi hijo, tú no tienes corazón...

Héctor
-Pero para qué carajo lo mató... ¿me puedes explicar para qué mierda lo tenía que matar?

Odilia
-Y bueno... estas cosas pasan... se asustó, se asustó y disparó... además, por más que te enojes, si lo mató lo mató... ya se murió.

La Prisionera
-¿Blixipirís?


Héctor, Hipólito y Odilia
-¡Tú cállate la boca!

Odilia
-Bueno, ¿y después que hicieron?

Héctor
-Y... vinimos para acá... ¿qué querías que hiciera...? El lío estaba hecho.

Odilia
-Hipo, ¿y el muerto, Hipo?

Héctor
-Y el muerto, el muerto... al muerto lo dejamos ahí... ¿qué querías, que parara el auto, lo subiera atrás y te lo trajera, eh? Que a ti se te ocurre cada cosa... Hipo, ven, hijo, papá te perdonó...
(Hipólito corre a los brazos de su padre)

Hipólito
-Ya sé que soy muy duro a veces contigo, hijo. Pero es por tu bien... tú no puedes andar haciendo las cosas que haces...

Odilia
-Déjalo tranquilo a Hipo. Si no fueron más que dos o tres veces... Hipo, mi chiquito...
(Odilia también abraza a Hipólito)

Hipólito
-Gracias papá, gracias mamá... yo sé que ustedes quieren lo mejor para mí...
(La Prisionera se va corriendo de costado, poco a poco, hacia el lateral izquierdo, con sigilo. Seguirá haciéndolo, cada vez un poco más: intenta fugarse)


Hipólito
-Yo... yo me doy cuenta de todos los sacrificios que hacen.... De las veces que se privaron hasta de la comida, casi, para mandarme a la escuela, a la universidad...

Héctor
-Cuando hiciste el postgrado... ¿te acuerdas, Hipo, cuando hiciste el postgrado?

Hipólito
-No-

Odilia
-Bueno, no lo terminaste...

Héctor
-Lo único que me partió el corazón, fue que no estuviera tu abuela para verte recibido... Ah, si la vieja hubiera, hubiera o hubiese, cualquiera de las dos, estado allí...
(Héctor va hasta donde está La Prisionera, le pasa el brazo por encima de los hombros y así la detiene)

Héctor
-Mire, señorita, si estaba mi madre viéndolo al nieto con el diploma, la vieja se me muere de vuelta, de la emoción. No sabe cómo lo quería al nieto... no sabe... Haberle dado ese gusto, apenas eso... Pero no pudo ser, Dios se la llevó cuando Hipo estaba en segundo grado...

Odilia
-Dile la verdad a la chica, Héctor.

Héctor
-Bueno, ahora no te las agarres con Hipo. Antes me dijiste a mí, ¿y ahora tú?

Hipólito
-Fue un accidente.

Odilia
-¿Sabe, señorita? A mi hijo siempre le gustó jugar con las cosas de la casa... se veía que iba a ser ingeniero...

Héctor
-Y sí, le tiraba ya de chico... ¿vio? Ver cómo eran las cosas por adentro... ¿Te acuerdas, Odilia, cómo lo corría con el cinturón cuando me desarmaba la radio a transistores para ver qué tenía adentro...?

Odilia
-Héctor....

Héctor
-Si no hubiera tocado la plancha este guarro, justo antes de que la tomara mi vieja...

Odilia
-¡Héctor!

Héctor
-Seca la dejó. Hipo, sin querer, la había puesto en falso contacto, ella vino de lavar, con las manos mojadas y....

Odilia
-¡Héctor, deja de tocar a esa mujer!

Héctor
-¡Ey! ¿Qué te pasa...? Le estoy contando a la chica cómo...



Odilia
-¡Suéltala, suéltala ya! ¡Cuéntale todo lo que quieras, pero sepárate de ella, ahora! ¡Ahora, Héctor!
(Héctor suelta a La Prisionera y retrocede dos pasos)

Héctor
-¿Así está bien...?

Odilia
-Más, más, sepárate más, Héctor.

(Héctor retrocede un poco más)

Héctor
-¿Y ahora... está bien?

Odilia
-Bien. Pero no te le acerques más a esa zorra.

La Prisionera
-¿Blixipirís glu glu? Furri... furri... ¡Gastre borón!

Odilia
-Mira, guarra, a mí no me hables así....

La Prisionera
-¡Ferreete!
(Odilia intenta abalanzarse sobre La Prisionera. Héctor e Hipólito la sujetan y se lo impiden)

Odilia
-¡Yo te voy a dar, entrometida, barragana, hetaira! ¡Suéltenme, déjenme! ¡Déjenme que la reviento!

Héctor
-¿Quieres acabar con eso, Odilia? ¿Quieres terminar?

Odilia
-¡Lárgame, déjame, suéltame...!

Hipólito
-Mamita, por favor...

La Prisionera
-Psss... barunde.

Odilia
-¡Hija de mil putas! ¡Tu madre!

Héctor (a La Prisionera)
-Bueno, señorita, cállese usted también. Vamos a resolver esto como personas civilizadas que somos. Me extraña, una mujer de mundo como usted... que viajó... que habla idiomas…
(Héctor se acerca a La Prisionera, que les da la espalda. Héctor la toma de los hombros)

Héctor
-Yo le pido que....

Odilia
-¡Héctor.... por Dios te lo pido!
(Héctor suelta a La Prisionera)

Héctor
-Bueno, bueno, ya está. Lo único que quería...
(Odilia llora desconsolada en los brazos de Hipólito)


Odilia
-Yo le di a tu padre lo mejor de mí… mi finada madre me decía: “nena, ese pobretón no te conviene… piénsalo bien…”, con la cantidad de pretendientes que yo tenía….
(La Prisionera vuelve a desplazarse lentamente para intentar huir)

Héctor
-¡Qué pretendientes ni qué carajo!

Odilia
-Fernando, el de la inmobiliaria…

Héctor
-En la cárcel está, por gilipollas y estafador…

Odilia
-Eduardo Pita González, que trabajaba en el banco…

Héctor
-Y que sigue en el banco… un bueno para nada.
(Hipólito advierte los movimientos de La Prisionera)

Hipólito
-¡Eeeh! ¡Que se escapa la chica!
(Héctor aferra a La Prisionera por ambas manos)

Héctor
-¡Esto se acabó!

Odilia
¡Héctor! ¡Qué vas a hacer, Dios mío, qué vas a hacer!


Héctor (trayendo de vuelta a La Prisionera, que se resiste)
-Yo sé lo que tengo que hacer. A ver, Hipo, ¡dame una mano con ésta!
(Hipólito colabora con la retención de La Prisionera. Entre él y Héctor, la atan del cuello, con una soga, a una de las sillas)

La Prisionera
-¡Furse, furse golobop!

Héctor
-¡Sí, insulta, insulta, que más lejos no vas a ir!

Odilia
-Ay, me da pena… ¿No estarán apretando demasiado?

Hipólito
-Deja, mamá, que papá sabe lo que hace.

Héctor
-Ya está.

La Prisionera
-¡Fuuuuuuurse!
(Héctor saca un revólver del bolsillo y hace ademán de golpearla con él)

Héctor
-Mira que me pierdo y acá mismo…

Odilia
-¡Héctor, no!

Hipólito
-¡Eso! ¡Héctor… digo, papá… no!
(Héctor vuelve a guardar el revólver y se acomoda las ropas, acalorado)


Héctor
-Bué, bué… ya está… es que me sacó de las casillas. Querer irse así, sin siquiera saludar. Hay que ver lo que es capaz de hacer la gente, hoy día, si le das un poco de confianza… ¡Qué guarra!

Hipólito
-Quizá, la solución es otra…

Odilia
-¿Otra? ¿Otra? ¿Qué quieres decir con otra?

Hipólito
-Bueno, no sé… veníamos diciendo con papá, en el automóvil, que si algo salía mal…

Héctor
-Y sí, salió mal, salió mal… Ahora hay que ver qué hacemos con ésta…

Hipólito
-Y yo le dije: “Viejo, con todo el dolor del alma…”

Odilia
-¿Sí…? ¿Con todo el dolor del alma…?

Hipólito
-Y… con todo el dolor del alma… porque tú sabes que yo, con todo respeto, acá a la señorita, quiero decir, yo la admiro desde la más tierna infancia…

Héctor
-Siempre la admiró, lo cierto es cierto…

Hipólito
-Y acá, le dije al viejo, acá lo único que queda… es liquidarla…


Odilia
-¡Hipo!

Héctor
-Bueno, liquidarla… liquidarla…

Odilia
-¡Héctor!

Héctor
-Liquidarla es una palabra muy fea. Veamos cuáles son sus sinónimos: asesinarla, hacerla desaparecer, aniquilarla, mandarla a depósito, pasarla pa´ abajo…

Odilia
-¡No puedo creerlo! ¡Mi propia familia! ¡Mi propia familia!

Hipólito
-Y eso que yo la admiro…

Héctor
-¡Pero cállate, imbécil! ¿no ves que ella no es Natalia Ferenszi…? ¿qué imbecilidades dices…?

Hipólito
-Pero no, viejo…

Héctor
-¡Cuántas veces te dije que a mí no me digas viejo!

Hipólito
-Bueno, no sé, perdóname… Yo te quiero explicar…


Héctor
-A mí no tienes un carajo que explicarme, pendejo fanfarrón! ¿Qué te piensas? ¿Qué porque fuiste a la Universidad, porque tu madre y yo nos rompimos en culo trabajando, ahora puedes venir a ponernos en el lugar del ignorante, del que no puede desentrañar la hermenéutica de todas las cosas?

La Prisionera
-Como en M´hijo El Dotor, de….

Odilia
-¡De Florencio Sánchez! ¡Me sacó las palabras de la boca!

Odilia
-¿Y cómo sabe tanto de…?

La Prisionera
-Hice un curso sobre teatro rioplatense en mi país.

Odilia
-¡No me diga!

La Prisionera
-¡Y cómo no! ¡En mi país nos chiflamos todos por el teatro en español!

Hipólito
-¡Qué grande!

Héctor
-Mira tú… ¡qué sorpresa!

Odilia
-Señorita, con todo gusto después seguimos conversando…


La Prisionera
-Será un gusto.

Odilia
-El gusto será mío.

Héctor
-Lo mismo digo.

Hipólito
-Y yo.

Héctor
-Tú no dices un carajo. Acá el único que dice algo soy yo, ¿entendiste?

Hipólito
-No yo digo, que cuando te decía eso en el auto, creía que ella era Natalia Ferenszi, la campeona olímpica, la más grande, pero ahora es distinto, yo ya me di cuenta de que no es, pero igual que antes digo, si todo está distinto a como lo planeamos, habría que…

Odilia
-Héctor, reconsidera tu severísima actitud…

Héctor
-¡Habrase visto!

Odilia
-Héctor, tu alocución lleva la impronta del resentimiento y está dotada de una acritud del todo innecesaria… Mira a Hipo, cómo se puso…

Hipólito
-Papá… pá…papito…

Héctor
-¿Qué te pasa, marmota?

Hipólito
-Pá….

Héctor
-¿Qué…? ¿Te… te vas a disculpar ante tu padre, como Dios manda?

Hipólito
-Papá… mamá… ¡Me hice pis!

Odilia
-¡Ay, Hipo! ¡Pero cómo te has puesto, querido!

Héctor
-¡Qué asqueroso eres! ¡Y encima está la señorita!

La Prisionera
-Blooo… blooo-

Odilia
-No es nada, Hipo, no es nada… anda… anda, cámbiate los pantalones…
(Hipólito se retira de escena)

Odilia
-Ay, Héctor. Si sigue siendo un chico…

Héctor
-Y está muy solo nuestro hijo. Bueno… ¿Qué hacemos… tú piensas que es mejor…?

Odilia
-Mira, yo creo que de a poco, hablando, la gente se entiende.
Héctor
-Sí, lo hecho está hecho. Ahora hay que mirar hacia delante…
(Héctor comienza a desatar a La Prisionera)

Odilia
-Y sí… no queda otra alternativa. Voy a poner los platos… ya es hora de comer.
(Odilia se dirige hacia el sitio por donde salió Hipólito de escena)

Odilia
-Hipo, báñate y cámbiate de ropa y ven a comer.

Héctor
-A lo mejor, quién te dice…

Odilia
-La verdad, que podría darme una mano con las cosas de la casa…

Héctor (a La Prisionera)
-Dígame una cosa: ¿A usted le molestaría…?

La Prisionera
-Blufle, blufle dolóm.

Odilia
-Para nosotros sería un gusto… le digo en serio. A ver, vaya poniendo la mesa…
(Odilia le va pasando los cuchillos, los tenedores y otros implementos a La Prisionera, para que los ponga sobre la mesa)

Héctor
-La verdad, que mal no lo hace…

Odilia
-Ya va a aprender, tú déjamela a mí…
Héctor
-Atención, mira que vamos a tener que vigilarla para que no se escape…

Odilia
-Pero si ella no se va a querer escapar… ¿no es así, querida?

La Prisionera
-Gluble.

Odilia
-¿No te dije, Héctor? ¿No te dije?

Héctor
-Sí, la verdad… Pero, ¿Y cómo la vamos a llamar…?

Odilia
-Patricia.

Héctor
-Patricia.

La Prisionera
-Pachisha.

Odilia
-¡Eso es! ¿Ves cómo aprendió enseguida…? No, si yo te la voy a sacar buena.

La Prisionera
-Pachisha.

Odilia
-Pa-tri-ci-a.


La Prisionera
-Pachisha.

Héctor
-Oye, Odilia...

Odilia
-¿Sí... ?

Héctor
-No sé, se me ocurrió ahora… no sé, que con el tiempo, Hipo y ella…

Odilia
-Ay, ojalá. Nada me haría más feliz.
(Vuelve Hipólito a escena, con otra ropa y se sienta a la mesa)

Hipólito
-¿Y? ¿Ya vamos a comer?
(Odilia y Héctor se toman de la cintura y miran a La Prisionera poniendo la mesa y a Hipólito mirándola)

Odilia
-Así sea.
(Odilia y Héctor se sientan a la mesa)

Odilia
-¡Al que madruga, Dios lo ayuda!

Héctor
-Y no por mucho madrugar, se amanece más temprano.

Hipólito
-El buey solo, bien se lame.

La Prisionera
-¡Pachisha!
(Se escucha el prolongado grito de un gallo, en off)

FIN




LUIS BENITEZ (Buenos Aires, 10 de noviembre 1956). Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo argentino. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, Estados Unidos, con sede en la Columbia University; de la World Poets Society (Grecia); de la International Society of Writers (Estados Unidos); del Advisory Board de World Poetry Press (India), Miembro Honorario de la sección argentina del IFLAC (International Forum for a Literature and a Culture of Peace) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina. Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poetes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Sus 15 libros de poesía, narrativa, ensayo literario y teatro se publicaron en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, México, Uruguay y Venezuela.
Su pieza dramática “18 Whiskies” fue publicada en octubre de 2006 por Ediciones Nueva Generación, en Buenos Aires, Argentina.