jueves, 17 de mayo de 2007

DE HORTENSIAS Y DE VIOLETAS

Autor:Esther Suárez Durán
Premio Concurso Internacional de Dramaturgia Femenina "La escritura de la diferencia". Nápoles, Italia, 2004.
Personajes
Alejandra, joven entre los 25 y los 27 años.
Gabriela, joven de similar edad.
Delicias, joven muy poco agraciada.
Alma, hermana mayor de Alejandra.

Cuadro I
Habitación central de un pequeño apartamento con una distribución poco ortodoxa. En el centro de la escena, al fondo, se está construyendo una especie de pequeño jardín sobre el cual cae la luz escasa que entra por un diminuto tragaluz. En los planos anteriores habrá algunos muebles, restos de cajas, algunos libros en desorden. Alejandra recorre la escena con un enorme cajón que ubica en el otro extremo, mientras Gabriela trabaja en el jardín.
ALEJANDRA. (Feriado. Al pasar.) ¡Ahora te ayudo!... (Coloca el cajón y regresa.) Ordene, usted...
GABRIELA. Alcánzame... el manto morado... No, mejor la begonia... (Alejandra se la alcanza. Gabriela la coloca. Para sí.) Así... (A Alejandra.) Ahora... la lengua de vaca... No, espera... el manto, mejor el manto... (Alejandra sigue las instrucciones.) Ajá... Y ahora sí, la lengua de vaca... (Alejandra se la alcanza. Gabriela le busca acomodo.) Que la ponemos... la ponemos... por aquí... en este huequito... y ¡Listo! (Sale de entre las plantas y contempla la obra.)
ALEJANDRA. Te has encaprichado en hacer un jardín en un apartamento que no tiene ni ventanas.
GABRIELA. Por lo mismo, que al menos tenga plantas.
ALEJANDRA. Pero, ¡es tan escasa la luz que entra por ese lugar...! (Alude a la pequeña claraboya.) Temo por tus violetas...
GABRIELA. Cambiaremos las plantas de sitio cada cierto tiempo. Las rotaremos. Así todas reciben su cuota. ¿Te parece?
ALEJANDRA. (La mira.) Eres... inderrotable. ¿Sabías?
GABRIELA. (Juega.) Sí... me lo han dicho muchas veces...
ALEJANDRA. (Insinuante.) ¿Y qué más te han dicho?
GABRIELA. Que soy... tenaz..
ALEJANDRA. Terca.
GABRIELA. Optimista...
ALEJANDRA. Voluntariosa.
GABRIELA. Comprensiva, estable, leal...
ALEJANDRA. ¡Guao! ¿Y dónde estaba yo?
GABRIELA. En fin, irresistible... ¿Y sabes algo?
ALEJANDRA. ¿Qué?
GABRIELA. Que en este mismo y preciso instante... creo que voy a desfallecer de hambre.
ALEJANDRA. ¡Perfecto! Entonces... ¡A comer!
GABRIELA. ¡Hey! ¡Alto ahí!, que antes debo hacerte una propuesta deshonesta.
ALEJANDRA. ¿Muy... muy... pero que muy deshonesta?
GABRIELA. ¡Deshonestísima!
ALEJANDRA. ¡Ah, esas son mis preferidas! Lánzala.
GABRIELA. ¿Por qué no nos emperifollamos bien, nos ahogamos en perfumes y luego nos sentamos a comer?
ALEJANDRA. ¿Aquí?
GABRIELA. (Asiente.) Uhum...
ALEJANDRA. ¿Solas?
GABRIELA. ¿Con quién mejor?
ALEJANDRA. (Eufórica.) ¡Me encanta!
GABRIELA. Pues, ¡la última friega! (Corre a prepararse.)
ALEJANDRA. ¡No hagas trampa!
Se mueven por toda la escena buscando aquí y allá lo necesario.
GABRIELA. ¿Has visto mis aretes plateados?
ALEJANDRA. En la cajita sobre el refrigerador... ¿Te has tropezado con mi otro zapato de gamuza?
GABRIELA. (Advierte.) ¡El horno! ¡Las pizzas!
ALEJANDRA. (Mientras apaga el horno y saca las pizzas.) ¿Sabes de mi pullover negro...el cortico…?
GABRIELA. El departamento pullovers quedó acomodado en las dos últimas gavetas... (Para sí.) ¿Qué hice yo con las medias?
ALEJANDRA. (Proyecta.) ¡El vino! ¡Se revienta!
GABRIELA. ¿Y el rimmel? ¿Alguien lo ha visto?
ALEJANDRA. Gaby, ¿dónde fue a parar el Amarige?
GABRIELA. Eso mismo te iba a preguntar. No, ponte otro perfume.
ALEJANDRA. ¿Por qué te antojas del que quiero? Busca tú otro.
GABRIELA. (Toma un perfume, lo rocía sobre Alejandra.) ¿No te gusta este?
ALEJANDRA. (Hace lo mismo con Gabriela.) Y este, ¿qué tal? (Se persiguen, arman una guerra con los perfumes. Se divierten, caen rendidas en el sofá. Alarmada.) ¡El vino!
GABRIELA. (Corre al refrigerador. Lo saca.) ¡A salvo! (Lo abre, lo sirve.)
Alejandra sirve las pizzas. Se sientan a la mesa.
ALEJANDRA. (Huele las pizzas.) Paloma Picasso o Chanel 23, lo mínimo.
GABRIELA. ¡Nos mata la pacotilla!
Ríen.
ALEJANDRA. Nos merecíamos algo así.
GABRIELA. En realidad, algo mejor.
ALEJANDRA. Hum, te has vuelto ambiciosa.
GABRIELA. Es que con esto de la mudada llevamos más de diez días en que solo sabemos empacar y desempacar trastos, pintar, limpiar...
ALEJANDRA. Arriba... (Propone un brindis.) ¡A nuestra salud! ¡Por la nueva casa!
GABRIELA. ¡Por la felicidad!
ALEJANDRA. (Burlona, mimando frases hechas.) ¡La paz y la amistad!
GABRIELA. ¡Por la familia!
ALEJANDRA. ¡Por nuestro hijo!
GABRIELA. (Reacciona.) Por... ¿quién?
ALEJANDRA. Nuestro hijo.
GABRIELA. ¿Qué hijo?
ALEJANDRA. Quería... hablar contigo. Estaba esperando a… terminar… con esto. (TR) Si quieres, lo hablamos otro día.
GABRIELA. ¡Imposible! Me muero de curiosidad. ¿Cómo se llama? ¿Godzila... Lilí?
ALEJANDRA. (Un tanto desconcertada.) Qué nombres más raros se te ocurren...
GABRIELA. ¿De qué se trata? ¿Un perro.., un gato…, un periquito?
ALEJANDRA. ¡Qué ideas más extrañas! ¿Por qué piensas en animales?
GABRIELA. Será porque cuando voy al dentista, a la peluquería o a cualquier lugar donde haya que esperar, cuando me preguntan si tengo niños y digo que no, enseguida suponen que tengo perros o gatos... (Transición.) ¿Qué es, entonces?
ALEJANDRA. Lo que dije. Un hijo.
GABRIELA. ¿Debo entender que estás hablando de un niño?
ALEJANDRA. Escucha. Nosotras... queremos ser una familia, ¿no?
GABRIELA. Así es.
ALEJANDRA. Bueno...
GABRIELA. Bueno... ¿qué?..
ALEJANDRA. Que falta un hijo.
GABRIELA. Alejandra, tú...
ALEJANDRA. Yo quiero sentir un niñito aquí, en la panza.
GABRIELA. ¡Ah, porque ni siquiera lo vas a adoptar!
ALEJANDRA. No, yo quiero que tengamos un hijo. Un hijo de verdad.
GABRIELA. ¡Ay, Dios mío, si todo lo que pasa es que ella necesita un sicoanalista!
ALEJANDRA. ¡Gabriela, no te burles, que yo no estoy loca!
GABRIELA. Perdóname, pero... en realidad... (Se mira hacia la pelvis.) No sé cómo.
ALEJANDRA. Estoy hablando de tener la experiencia del parto.
GABRIELA. (Irónica.) Ah... Quieres decir tener un hijo TÚ.
ALEJANDRA. Contigo.
GABRIELA. ¿Cómo conmigo? ¿No diste clases de Biología en la Secundaria?
ALEJANDRA. Lo que quiero decir es que lo criemos juntas. Que seamos familia.
GABRIELA. En ese caso quieres que tengamos un medio hijo. Porque sería todo hijo tuyo y nada hijo mío. Pero, además... ¿quién sería el papá?
ALEJANDRA. ¿El papá? ¿Cuál papá?
GABRIELA. Buena pregunta porque, por el camino que vamos, van a haber varios papás.
ALEJANDRA. ¿Qué estás diciendo? ¿Tú no estarás sugiriendo...?
GABRIELA. Fuiste tú quien habló de familia, querida. Si hay familia, hay mamá, papá y nené. La mamá, ya sabemos quién es, el nené parece que estará acá ( le toca el vientre) y el papá... El papá no seré yo.
ALEJANDRA. Pero, ¿por qué no?
GABRIELA. Alejandra...
ALEJANDRA. ¿Por qué no?
GABRIELA. ¡Alejandra!
ALEJANDRA. Lo que quiero decir es que no hay porqué ceñirse a esa estructura como la única.
GABRIELA. ¿Ah, no? ¿Quién quieres que sea yo, entonces? ¿La cigüeña?
ALEJANDRA. Remóntate al surgimiento de la familia.
GABRIELA. No, no, que si pensamos en las cavernas será peor.
ALEJANDRA. Pero, ¿qué es en esencia la familia? ¿Cuál es su función?
GABRIELA. ¿Cuál?
ALEJANDRA. La familia existe para dar amparo, protección, amor a los nuevos miembros de la sociedad.
GABRIELA. ¿Y...?
ALEJANDRA. Nosotras, o sea tú y yo, podemos brindar todo eso.
GABRIELA. ¿Y la historia esa de los "modelos" y los "patrones" femeninos y masculinos...? Entre otras cosas, para eso es necesaria la figura del padre.
ALEJANDRA. Bien podría ser una niña, y entonces...
GABRIELA. Tú no tienes tanta suerte, ¿y si es un varón?
ALEJANDRA. Bueno... Amigos no nos faltan. Les ponemos horarios de visita de estricto cumplimiento y así tendrá patrones de sobra para escoger. Sería más democrático.
GABRIELA. Lo vas a enloquecer.
ALEJANDRA. De acuerdo, en ese caso podemos dividir los roles.
GABRIELA. ¡¿Qué?!
ALEJANDRA. Hacer como algunas parejas homosexuales, tener roles. Si yo hago el embarazo, por lógica soy la mamá, así que a ti, queridita, te toca...
GABRIELA. ¡Ni jugando! Sabes que no tengo nada que ver con eso. No me gusta, me parece odioso...
ALEJANDRA. (Transición. En broma.) Pues no sé cuál es el problema, cuando te conocí casi nunca usabas cosméticos...
GABRIELA. Siempre preferí lo natural. El maquillaje lastima la piel, es un veneno.
ALEJANDRA. Y excepcionalmente te ponías un vestido.
GABRIELA. Tú sabes que tengo las piernas flacas.
ALEJANDRA. ¿Entonces...?
GABRIELA. Entonces, ¿qué?
ALEJANDRA. Que no entiendo ese nivel tuyo de intolerancia. Tú usabas medias y zapatos de cordones...
GABRIELA. A veces me ponía sandalias.
ALEJANDRA. (Sigue.) ... Pantalones...
GABRIELA . Bermudas, también.
ALEJANDRA. Unos pull-overs y unas camisas enormes, siempre por fuera...
GABRIELA. (Estalla.) Así te enamoraste de mí. Nadie te obligó.
ALEJANDRA. Que me haya enamorado no significa que me gustara.
GABRIELA. (Irónica.) ¡Ah, vaya, sutil separación! ¡Siempre se aprende algo! ¿Cómo es posible? ¿Cómo es eso de que te enamoras y a la vez no te gusta...?
ALEJANDRA. Porque me enamoré de… de lo de verdad... de lo de adentro...
GABRIELA. ¡Cuidado que estás separando contenido y forma, nenita!
ALEJANDRA. Lo que digo es que vi tu interior.
GABRIELA. (Se burla.) ¡Anda! Un interior portentoso, tras un exterior perverso... ¡La bella y la bestia ¡ O lo que es igual: un plátano y su cáscara. (Transición.) No sabía que te molestaba tanto mi forma de ser.
ALEJANDRA. No me molestaba. Simplemente, no la prefería. Sabía que podías lucir más atractiva si te... "componías" de otra manera. De hecho, tú cambiaste.
GABRIELA. Te conocí. Tú me descubriste cosas. Es cierto que "este modelo de femeneidad" tiene sus ventajas. Se puede cambiar el look a menudo; el maquillaje realza las virtudes y oculta los defectos... Pero, igual ahora que antes, yo soy una mujer. No me comporto contigo de otra manera.
ALEJANDRA. Cierto. ¿Y entonces...?
GABRIELA. Entonces, deja a cada quién ser como quiera, como le guste, como se acepte mejor.
ALEJANDRA. Estamos de acuerdo. (La provoca.) No sé por qué te incomoda tanto el tema de los roles...
GABRIELA.. Porque eso otro es... como una caricatura... ¿No entiendes? Si uno es mujer, pues lo es... y ya. No tiene por qué vestirse o... o moverse como un hombre...
ALEJANDRA. Pero sí puedes amar lo que ama un hombre.
GABRIELA. No sé... No estoy muy segura de que amemos lo mismo No sé qué es lo que ama un hombre en una mujer.
ALEJANDRA. Si vamos por la teoría de los contrastes, lo que le es ajeno, contrario. Por lo tanto...
GABRIELA. Por lo tanto, nada, Alejandra. Que yo no me considero un hombre y, sin embargo, estoy enamorada de ti, que eres una mujer. En tu caso creo que ocurre otro tanto, ¿no?
ALEJANDRA. (Pensativa.) Sí, supongo.
GABRIELA. ¿Supones?... ¡¿Supones?!..
ALEJANDRA. Lo que quiero decir es que sé que te amo y hasta pudiera intentar explicar por qué, pero... en realidad, no sé por qué te amo a ti, en lugar de amar a un hombre. (Pausa.) Supongo que este amor es tan irracional y arbitrario como cualquier otro y que cada uno busca... qué sé yo...
GABRIELA. ¿Por qué una mujer puede, entonces, ser hombruna?
ALEJANDRA. Por lo mismo que un hombre se afemina, me imagino. Siguen otro patrón, se identifican con otro modo. Si pudieran elegir sus sexos, creo que los cambiarían...
GABRIELA. (Como descubriendo algo.) Pero no pueden...
ALEJANDRA. ¡Vaya!
GABRIELA. ¿Qué?
ALEJANDRA. Que tal vez estés entendiendo...
GABRIELA. Que no pueden y no hay por qué condenarlos por eso. ¿Es así?
ALEJANDRA. Ajá.
GABRIELA. Está bien, pero... no me gustan mucho.
ALEJANDRA. (Ríe.) No te enamores de ellas. (Transición.) Pero no las discrimines. Como ves es, simplemente, una cuestión de gusto.(Juega.) Y ya logrado el consenso en torno a este punto, presumo que puedo contar con tu actuación como futuro padre...
GABRIELA. (La interrumpe.) ¡Ni lo sueñes!
ALEJANDRA. Te lo pierdes. Mira que tú de saco y corbata va y mejoras mucho...
GABRIELA. (En el juego.) Siento frustrarte, querida.
ALEJANDRA. (Juega, se le acerca seductora.) ¿Ni porque yo te lo pido...?
GABRIELA. (Juega, se escapa.) Ale... Ale, tú eres tremenda...
ALEJANDRA. (En el colmo de la mofa.) Papi, pero, ¿qué más te da?...
GABRIELA. (Seria.) No creo que esté bien lo que estamos haciendo. (Alejandra se detiene.) Nos estamos burlando.(Pausa.) No está bien, así yo no lo entienda. (Pausa, conmovida.) Los hombres discriminan a las mujeres. Los hombres y las mujeres discriminan a los homosexuales. Los hombres homosexuales discriminan a las mujeres homosexuales. Las mujeres homosexuales se discriminan entre sí. ¿Y a un mundo semejante quieres tú traer otro ser humano?... Hay que estar loco... Ser un irresponsable...
ALEJANDRA. No si en ese mundo existe alguien como tú.
GABRIELA. No, espera. No estoy jugando.
ALEJANDRA. Yo tampoco. Entre muchas otras cosas, eso me gusta de ti.
GABRIELA. ¿Qué?
ALEJANDRA. Tu sentido de justicia... tu honestidad... tu... coherencia...
GABRIELA. ¿No soy... aburrida?
ALEJANDRA. (En broma, hace como que piensa.) Mmm…, a veces... un poquito.. Pero para eso, estoy yo aquí... que traigo la sal y el picante...
GABRIELA. ¿Y yo que aporto? ¿El puré de papas, la calabaza... lo que no sabe a nada?
ALEJANDRA. (Representa.) ¡El azúcar, mi sol! (Proyecta.) ¡Ah, dioses, dadme una gota de su dulzura y moveré al mundo!
GABRIELA. (Sonríe.) Te quiero.
ALEJANDRA. También yo. (Pausa.) Entonces... ¿lo intentamos? (Se acaricia el vientre.)
GABRIELA. Es como una idea fija.
ALEJANDRA. (Suave.) No, es un deseo muy fuerte. (Coqueta.) Y ahora, menos que nunca, tú te vas a negar...
Van saliendo de escena abrazadas, lentamente. La luz desciende al mínimo.
GABRIELA. No sería prudente...
ALEJANDRA. Eso me parece. (Transición.) Mañana, a primera hora, voy al hospital...
APAGÓN

CUADRO II
Gabriela trabaja en el jardín. Entra Alejandra, viene de la calle. Se deja caer en uno de los asientos.
ALEJANDRA. Bueno, ya lo averigüé todo.
GABRIELA. (Ensimismada en lo que hace.) Todo.
ALEJANDRA. Sí. Es sencillísimo.
GABRIELA. ¡Sencillísimo!
ALEJANDRA. ¡Ajá! Se presenta allí la pareja...
GABRIELA. La pareja... ¿Dónde?
ALEJANDRA. (Como algo sabido.) En la consulta de infertilidad. (Transición.) Como te decía, se presenta la pareja y explica que quiere tener un hijo. Entonces, hay dos variantes: la del hombre que, aunque tiene espermatozoides y es capaz de fecundar, no lo ha logrado hasta ahora, y la del hombre que, aunque eyacula y todo lo demás... (A Gabriela le sobreviene una arqueada.) ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?
GABRIELA. No, no... Sigue.
ALEJANDRA. Bueno, te decía del caso en que el hombre aunque eyacula y...
GABRIELA. (Otra arqueada.) No más.., por favor.
ALEJANDRA. Bueno, del individuo que es asospérmico...
GABRIELA. Aso...,¿qué?
ALEJANDRA. Asospérmico. Significa que no tiene espermatozoides, que sería tu caso.
GABRIELA. ¡¿Mi caso?!
ALEJANDRA. Lo que quiero decir es que... que en tal situación hay que ir a una inseminación con el semen de otro hombre que sí tiene espermatozoides, ¿comprendes? Hay que buscar un donante en el banco de semen.
GABRIELA. Y... ¿ya?... ¿Es todo? ¿No hay que llenar papeles, estampar las huellas dactilares, firmar documentos...?
ALEJANDRA. Ah, sí. (Extrae unos papeles de su bolso.) Todas estas planillas. (Las muestra sin interés.) ¿Ves? Aquí está... (Lee.) Nombre de los cónyuges... Estado civil... (Aclara.) No es necesario estar casado...
GABRIELA. (Irónica.) Mira qué suerte...
ALEJANDRA. (Lee de corrido, sin interés.) Lugar donde trabaja, ingreso, dirección, color de la tez, ojos, peso, estatura y firma de los interesados.
GABRIELA. ¿No hay que ser militante del Partido?
ALEJANDRA. (Asombrada.) ¿Para inseminarse...? No, qué idea más extraña.
GABRIELA. ¿Ni federada? ¿No hay que tener méritos acumulados, ni presentar ningún aval del centro de trabajo? ¿No buscan información sobre ti en el barrio?
ALEJANDRA. (Desconcertada.) Bueno..., no dijeron nada.
GABRIELA. ¡Qué raro! Seguro piden todo eso y tú ni te enteraste.
ALEJANDRA. (Molesta.) No soy idiota. Y no se trataba solo de mí. Éramos unos cuantos. Preguntamos cómo era el proceso y nos explicaron lo que acabo de decirte. Nada más. Ah, y que también hay que hacerse un grupo de pruebas. Bueno, en este caso yo.
GABRIELA. ¿Qué pruebas?
ALEJANDRA. Un ultrasonido ginecológico…, una laparoscopía…, unas pruebas hormonales…, y una cosa que se llama... (Lee con dificultad.) Hicterosalpingografía... (Gabriela hace otra arqueada. ) ¡Ay, Gaby, tú te sientes mal!
GABRIELA. Ya... No te preocupes... ¿Qué es esa especie de mala palabra?
ALEJANDRA. ¿La hicterosalpingografía? (Gabriela corre hacia el baño para vomitar.) ¿Estás bien? (Transición.) Más bulla que otra cosa. Es una prueba para saber si las trompas y el útero son normales..
GABRIELA. ¡Con ese nombre...!
ALEJANDRA. Gaby, ¿tú no estarás embarazada? (Gabriela la fulmina con la mirada.) No es imposible, ¿no? (Gabriela la mira del mismo modo.) Lo que quiero decir es que no es del todo, todo, imposible... (La mirada de Gabriela ahora es mortal.)
GABRIELA. ¿Cuál es el próximo paso?
ALEJANDRA. Llenar los papeles, porque para la inseminación por donante, que ya te expliqué que es cuando el hombre de la pareja no...
GABRIELA. (La corta bruscamente.) Entendí.
ALEJANDRA. ... hay que dar el consentimiento por escrito.
GABRIELA. ¿Quién?
ALEJANDRA. Sobre todo, tú, ¿no?
GABRIELA. ¿Yo? Pero tú sigues empeñada en que yo sea...
ALEJANDRA. (La corta.) No es que yo lo quiera así, es que es... como es... Como ha sido... por los siglos... Yo no he inventado nada, pero si soy la que va a inseminarse y a llevar al niño en la panza, entonces, por lógica, es la otra persona, tú en este caso, la que tiene que hacer patente su consentimiento.
GABRIELA. ¡Ja!
ALEJANDRA. (La advierte.) Gabriela, no me vayas a decir a estas alturas...
GABRIELA. ¿Y no averiguaste allí, Sherlock Holmes, cuántas mujeres estaban en tu caso?
ALEJANDRA. Y me lo van a decir...
GABRIELA. Me refiero a cuántas tenían maridos asos... como sea, cuántas necesitan un donante.
ALEJANDRA. No se me ocurrió. ¿Por qué?
GABRIELA. ¿Tú te has detenido a pensar... te puedes imaginar, en una pareja heterosexual, lo que significa para el hombre de esa pareja la idea de que su mujer va a tener un hijo de otro hombre... eh? ¿Has pensado en eso? ¿Se te ha ocurrido?
ALEJANDRA. (Protesta.) No es el hijo de otro hombre, porque sería...
GABRIELA. (La interrumpe.) No. Es el hijo hecho, fabricado, germinado, con el semen de otro, de un extraño, además. ¿Tú crees que es fácil para un hombre aceptar eso? ¿Te lo parece? Imagínate ahora, por un segundo, lo que es, entonces, este asunto para una pareja homosexual. Imagínate cómo me siento yo, ¿eh? ¿Te has preguntado eso? No, claro que no, eres demasiado egoísta... Solo piensas en ti, en tus caprichos...
ALEJANDRA. (Tras una pausa, comienza a llorar.) ¿Egoísta, yo? ¿Egoísta? Tú eres aquí la única egoísta, casa sola, mala persona, mira que hacerme esto, ponerme así, en mi estado...
GABRIELA. Alejandra, por favor. Alejandra... (Reacciona.) ¿En qué estado?
ALEJANDRA. En este... En este... (Sigue llorando.)
GABRIELA. Espera, espera, ¿en cuál estado? ¿A qué te refieres? Tú, todavía no estás embarazada. (Transición.) ¿O sí?
ALEJANDRA. No, no, claro que no, pero... lo deseo, que para el caso es lo mismo. Tengo un estado de pre-embarazo... Si te comportas conmigo así ahora, qué dejaremos para después...
GABRIELA. (Trata de hacerla reaccionar.) Alejandra, no... Alejandra...
ALEJANDRA. (Grita, en una perreta.) ¡Ay, Dios mío, qué desgraciada soy!
GABRIELA. ( Se desespera, camina de un lugar a otro. Grita.) ¡Alejandra! (Alejandra calla de pronto.) ¡Está bueno!
ALEJANDRA. ¡Ay, qué susto! Tú nunca me habías hablado así.
GABRIELA. No me dejaste otro camino. (Se escuchan toques a la puerta.) ¿Quién crees que pueda ser?
ALEJANDRA. Los bomberos, que seguro te oyeron gritándome.
Gabriela abre la puerta. Entra Delicias.
DELICIAS. (A Alejandra.) ¿Ya lo sabe? ¿Se lo dijiste? ¿Cómo lo tomó? ¿Cuándo hacen los trámites?
Gabriela las mira.
ALEJANDRA. Sí, sí, mal, aún no sé.
GABRIELA . (Al unísono con Delicias.) ¿Con quién hablas?
DELICIAS. ( Al unísono.) ¿Qué dices?
ALEJANDRA . Respondo todas las preguntas.
DELICIAS. Me lo imaginaba.
GABRIELA . ¿ Qué te imaginabas?
DELICIAS. Tu reacción. No podía hacerte mucha gracia.
GABRIELA. Pero, ¿es que hay un virus de locura en la calle y soy la única que no se ha contagiado o qué? Ustedes, ¿en qué mundo viven?
DELICIAS. Eso mismo le decía yo a Alejandra.
ALEJANDRA. Sí, y yo igual a Delicias. (A Delicias.) ¿Verdad que sí?
GABRIELA. ¿Es que ustedes no se dan cuenta de que, aunque ahora mismo yo esté de acuerdo y me ponga de lo más contenta con la idea, eso aún no está hecho para nosotras?
DELICIAS. ¿No, verdad? Claro que no. No, si eso mismo le explicaba yo a ...a Alejandra... ¿Te acuerdas, Ale..? ¿Te acuerdas cuando yo...? (Transición.) Claro que yo he oído de parejas homosexuales que se casan.... y también adoptan niños...en algunos lugares por ahí... Qué sé yo, sitios raros así como Ulan Bator… Kiwi... Tiramisú...
ALEJANDRA. Deli, los últimos son sabores de helados.
DELICIAS. ¿Sí? Bueno, me confundí. Es mucha información para una sola cabeza. Quizás… Popocatepetl...
GABRIELA. Ese es un volcán.
DELICIAS. ¿Un volcán?
Gabriela mira a Alejandra.
ALEJANDRA . Sí, en América.
DELICIAS. Bueno, Yunievsky.
ALEJANDRA. Ese es un nombre de persona.
DELICIAS. ¿De mujer o de hombre?
ALEJANDRA. Creo que de hombre.
DELICIAS. ¡Qué pena! Sonaba como....a ciudad de la Siberia, con eso de la tundra, la taigá…, ¿no creen?
GABRIELA. (Se desespera.) Bueno, si todo lo que te hace falta es el consentimiento de la otra parte de la pareja, puedes probar con Delicias.
DELICIAS. (Entusiasmada.) ¡¿En serio!?
ALEJANDRA. Espera, ¿qué quieres decir?
GABRIELA. Que todo esto es demasiado complicado para tomarlo así.
DELICIAS. (Muy dispuesta.) Pero los homosexuales se casan... (Gabriela la fulmina con la mirada. Se apoca.) Aunque yo no sepa bien dónde.
ALEJANDRA. Eso es cierto, yo también lo he leído.
GABRIELA. Escúchenme bien las dos. Se casan; sí, se casan, en Copenhague, Dinamarca; en Estocolmo, Suecia; en... en... Afganistán, si quieren...
DELICIAS Y ALEJANDRA. ( Al unísono, alarmadas.) ¡No, en Afganistán no!
GABRIELA. Lo que quiero decir es que eso ocurre en lugares muy lejanos, en culturas muy distintas. Nosotras vivimos en un mundo patriarcal, donde se persigue todavía más, se ve peor la homosexualidad femenina que la masculina. El colmo es que, además de los hombres, que nos miran remal...
DELICIAS. (Interrumpe.) Y bueno, de algún modo tienen su razón, ¿eh?
GABRIELA. Pero es que las propias mujeres les hacen el juego a los hombres, y también nos tienen ojeriza... Estamos en un nuevo siglo y todavía vivimos en el patriarcado.
DELICIAS. Lo que les pasa a las mujeres que nos discriminan, no sé si será tanto lo del patriarcado ese como que, ustedes saben, hay por ahí muchachitas de este sindicato que les "disparan" a todas, a cualquiera, y ese es el prejuicio que existe.
ALEJANDRA. Todas no somos iguales. Yo, para nada soy así. Soy bien selectiva, tengo que enamorarme, y eso es todo un proceso... y una excepción.
GABRIELA. Está bien, y aunque así fuera, ¿qué tiene eso que ver? Lo único que tiene que hacer una mujer cuando otra se le insinúa, si no le gusta, es lo mismo que haría con un hombre en ese caso: rehusar, decirle que no, darle calabazas, y a otra cosa, mariposa. Que porque alguien te coquetee no te contagias, esto no es una gripe.
DELICIAS. (Para sí, por lo bajo.) Ojalá lo fuera, que así algún día se quitaba. Porque, a veces, este asunto es más incómodo...
GABRIELA. No hay por qué sentirse ofendidas por eso. ¿Qué tiene de ofensivo saber que una puede gustarle a alguien...? ¿Dónde está, entonces, la vanidad? Caramba, ¡qué poca autoestima!
DELICIAS. ¡Qué lindo hablas! Debías ser dirigenta de la Federación...! (Gabriela y Alejandra la fulminan.) Quiero decir de la... Federación Colombófila... (Transición.) Me voy, seguro que tienen cosas que hablar... íntimas, privadas, entre ustedes... aunque después yo les pregunte... Me encanta preguntar. No sé qué sería la vida sin los signos de interrogación... Chao. (Se insinúa.) Chao… Ale. Si hace falta que vaya contigo… que dé el paso al frente...
GABRIELA. (La azora.) Adiós. (Delicias sale. Gabriela cierra la puerta.) Si de todos modos quieres hacerlo...
ALEJANDRA. (La interrumpe.) ¿De verdad te parece bien?
GABRIELA. Te estoy diciendo que si insistes en tener un hijo...
ALEJANDRA. No, no, dime, ¿te parece bien?
GABRIELA. Pero, si no me dejas hablar...
ALEJANDRA. No me refiero a eso.
GABRIELA. ¿A qué, entonces?
ALEJANDRA. ¿Tú harías algo así? ¿Tú eres de ese modo? ¿Tú eres de ese modo y hasta hoy yo no me había dado cuenta?
GABRIELA. ¿De cuál modo? ¿De qué estás hablando?
ALEJANDRA. De ese. Así... Capaz de ir por ahí, "disparándole" a cualquiera... (La cita, hace mofa.)"Y si no le gusta, lo único que tiene que hacer es rehusar." ¡Dime, mosquita muerta!
GABRIELA. Tú sabes bien que no. ¿Te has vuelto loca?
ALEJANDRA. ¿Yo? Yo no sé nada. No te conozco. Cada día me convenzo más de eso.
GABRIELA. ¡Alejandra! ¡Qué dices!
ALEJANDRA. ¿Y los jueguitos con Delicias, eh? Los coqueteos... ¡en mi propia cara!
GABRIELA. ¡Ale!
ALEJANDRA. ¿Lo vas a negar también? ¿Lo vas a negar? Algo que he visto yo. ¡Quién sabe desde cuándo sucede, y yo... tan ciega!
GABRIELA. Ale, por favor, ¿tú has visto bien a Delicias? Es la persona con el nombre menos apropiado del mundo.
ALEJANDRA. ¡Ah! ¿Y si fuera bonita? Si lo fuera, no te importaría nada, ¿verdad?
GABRIELA. Alejandra, por favor, vuelve a la realidad... Estás desvariando... Me conoces... Sabes que soy incapaz de… Hablé de casos extremos. Solo estaba defendiendo una teoría... (Alejandra da señales de sentirse mal.) ¿Qué te pasa?... ¿Qué tienes?
ALEJANDRA. Un dolor... Aquí... (Se toca el vientre.) Y ahora como un vacío... ¡Un aborto! ¡Eso es!... ¡Un principio de aborto!...
GABRIELA. ¿Cómo, Ale, si no estás embarazada? ¿Quieres enloquecerme?
ALEJANDRA. Sicológico, embarazo sicológico... Y un aborto, también sicológico. ¿No has oído eso?
GABRIELA. Nunca he oído hablar de abortos sicológicos.
ALEJANDRA. Pero, si seguimos la lógica, tienen que existir... Una vez que admitimos que hay embarazos sicológicos, también puede haber abortos, ¿no?
GABRIELA. Ale... Ale… Creo que debemos hablar... Escucha. Supón... Supón... que yo... que yo acceda a esto de... de tener un hijo...
ALEJANDRA. (Entusiasta.) ¿Te convencí? ¿Te convencí? (La abraza.) ¡Ay, qué feliz soy! Ya sabía yo que...
GABRIELA. Sí, pero... Espera... Espera...
ALEJANDRA. (Suplica.) ¡No me vayas a aguar la fiesta!
GABRIELA. Nada más lejos de mi voluntad, solo que... No puede ser así, como tú piensas...
ALEJANDRA. ¿Cómo, entonces?
GABRIELA. Escucha. Quiero decir que no puedes ir al hospital conmigo como pareja.
ALEJANDRA. Yo sé que tú tienes tus pruritos, pero esto no es cosa de exhibirse. Es... un asunto oficial. Te necesito allí, conmigo. No me dejarían tener al niño, si estoy sola.
GABRIELA. ¡¿Cómo?!
ALEJANDRA. Claro, eso también lo averigüé.
GABRIELA. Es decir, que no puedes optar por ser "madre soltera".
ALEJANDRA. Si no se trata de una pareja, no hay niño. Tan simple.
GABRIELA. (Se indigna.) ¿Ves? ¿Ves que se trata de una sociedad machista, patriarcal, una época y un planeta de machos? ¿Por qué la seguridad, el equilibrio lo tiene que aportar un hombre? ¿Quién dijo que una mujer no puede criar sola a su hijo? Además, ¿por qué decidir por ella?...
ALEJANDRA. (Cita.) "No es lo aconsejable", te dicen.
GABRIELA. Eso significa...
ALEJANDRA. Que no te inseminan. (Transición.) Por eso tú haces falta allí.
GABRIELA. Lo que me acabas de decir ratifica mi decisión. Creo que aunque tú y yo criemos a ese niño vamos a tener que buscar entre los amigos un hombre que te represente allí como marido.
ALEJANDRA. Pero... ¿te imaginas? Tendría que ser un hombre infértil, porque de otro modo... no habría por qué complicarlo tanto.
GABRIELA. Busquemos.
ALEJANDRA. Pero, ¿cómo saber?
GABRIELA. (Pensando.) Sí... Es un problema... (Transición.) Hagamos una lista... (Se sientan. Gabriela coge papel y lápiz.) ¿Erick, el Rojo?...
ALEJANDRA. Demasiado sonrosado como para ser estéril, ¿no te parece?
GABRIELA. Sí, es cierto. No tiene tipo.
ALEJANDRA. ¿Pichy, el Suave?...
GABRIELA. Demasiado lánguido como para aparecerte con un tipo así allí. Para eso vas conmigo.
ALEJANDRA. Sí, además, eso no quiere decir nada, puede fecundar como un caballo.
GABRIELA. ¿Mañi, el Allien?...
ALEJANDRA. Con ese irás tú, porque yo todavía me respeto. Se puede ser infértil, pero no tan feo.
GABRIELA. Disculpa.
ALEJANDRA. ¿Y Omar…, el Shérif?...
GABRIELA. Con ese... cuidado... Con la megalomanía que tiene, aunque no eche ni semen, se va a autotitular padre y madre de lo que luego tengas en la barriga. Ya lo conoces. Es un pulpo. Se apodera de todo.
ALEJANDRA. (Suspira.) No pensé que fuera tan difícil.
GABRIELA. (Suspira igual.) Ni yo.
ALEJANDRA. (Se ilumina.) ¡Gaby, Gaby!... No hay que ir tan lejos... ¡Lo tenemos en la familia!..
GABRIELA. (Escéptica.) ¿En cuál familia, Alejandra?
ALEJANDRA. ¡Joel, mi cuñado!
GABRIELA. ¿El pintor?
ALEJANDRA. ¿No te acuerdas que te conté que...?
GABRIELA. ¡Claro! (Transición.) El problema es tu hermana. Ella sí no entiende lo nuestro.
ALEJANDRA. Sí, ya sé. (Suspira.) Y él es un tipo tan fuera de serie... ¡Contra! ¡Qué fatalidad!
GABRIELA. No te desanimes. Ya verás. Encontraremos algo.
ALEJANDRA. Lo dices porque me quieres...
GABRIELA. Porque te quiero y porque así será. Vas a ver. (Transición.) Ahora tengo que salir.
ALEJANDRA. Pensé que te habían suspendido la reunión...
GABRIELA. (Mientras se prepara.) Sí, sí, pero... De todas formas tengo que ir... (Saliendo.) Chao, chao, me voy, me fui...
ALEJANDRA. (Pensativa.) Chao... (Alejandra se debate, finalmente marca un número en el teléfono.)¿Alma?... Sí, soy yo, Alejandra... Sí... No... Es, simplemente... ¿Podrías pasar por acá, por favor? ... Sí, te espero. Gracias. (Cuelga.)
De repente, filtra un poco de luz sobre el espacio destinado a las plantas. Alejandra rota las macetas en el lugar. Timbre de la puerta. Abre. En la entrada, Alma.
ALMA . (Entrando.) Estás... sola?
ALEJANDRA. Por un rato.
ALMA . ( Con sorna.) ¿Qué era eso... tan urgente?
ALEJANDRA. (Le indica que se siente, tras una pausa.) No tengo otro modo de decirlo que este. Quiero tener un hijo, para criarlo con Gabriela. Me voy a inseminar y necesito presentar en el hospital a un hombre estéril como mi marido. No hay que estar casados, basta con firmar un documento donde se solicita un donante. Quiero... quiero tu permiso y tu... cooperación para que Joel me... nos... ayude. (Suspira.) Ya.
ALMA. (Irónica.) ¿Te parece poco?
ALEJANDRA. No, creo que éste es un paso importante en mi vida. Lo he pensado mucho. Estoy decidida y no necesito sermones, ni clases al respecto.
ALMA. (Tras pausa.) ¡Hum, genio y figura...! (Transición.) Lo siento, no puedo ayudarte.
ALEJANDRA. Qué pena. Lo esperaba. Tal vez Joel piense distinto.
ALMA. Joel es mi marido y no va a saber ni media palabra de esto.
ALEJANDRA. ¿Cómo puedes ser así? ¿Qué ganas? ¿Por qué me cobras a mí lo que la vida...?
ALMA. (La interrumpe.) Joel no es estéril.
ALEJANDRA. Pero si eres tú quien ha dicho...
ALMA. (La interrumpe.) Soy yo. De haber sido él, creo... creo que hubiera buscado otro hombre y, de cualquier modo, le habría dado un hijo.
ALEJANDRA. ¿Por qué lo has hecho?
ALMA. Miedo. Temo perderlo...
ALEJANDRA. ¡Alma!
ALMA. Soy egoísta... Soy... un monstruo... Lo que tú quieras... Lo quiero mucho. (Pausa.) Si no se te hubiera ocurrido esa idea... nunca lo hubieras sabido...
ALEJANDRA. ¿Cómo me iba yo a imaginar...?
ALMA. (Irónica.) ¿Que tu hermana, tan correcta y formal, es una mentirosa...?
ALEJANDRA. De veras que lo siento.
ALMA. ¡Qué vas tú a saber!
ALEJANDRA. ¡Alma!
ALMA. Tú, todo lo tomas... Para ti, todo es tan fácil... ¡Qué te importa a ti la familia... qué te importo yo... ¡ni nadie! Mírate aquí, viviendo con esa...
ALEJANDRA. Gabriela. Se llama Gabriela. Y la quiero tanto como tú a Joel.
ALMA. (Irónica.) ¡No me digas! (Con rabia.) ¿Qué sabes...?
ALEJANDRA. (La interrumpe.) ¡Y no te permito! ¡No te atrevas! Tú, que no has tenido el valor de decirle la verdad al hombre que dices querer...
Se colocan en los extremos del escenario, frente al público, practican una división imaginaria de la platea en dos secciones y cada una dirige sus réplicas a una sección en particular.
ALMA. (Al unísono con el texto próximo de Alejandra.) ¿Y crees que ha sido simple, que puedo mirarlo a los ojos?
ALEJANDRA. (Al unísono.) ¿O tú te crees que yo hago esto por darle en la cabeza a alguien?
ALMA Y ALEJANDRA. (A la par.) ¿Tú sabes lo difícil que puede ser? ¿Lo sabes? ¿Te lo has imaginado siquiera?
ALMA. (Al unísono con el texto próximo de Alejandra.) ¿Qué piensas que sentí cuando lo supe? ¿Te imaginas lo que significa para una mujer saberse estéril?
ALEJANDRA. (Al unísono.) ¿Has intentado mirarme de otro modo, pensarlo de otra manera y no como un capricho, una aberración, una anomalía?
ALMA. (Al unísono con el texto próximo de Alejandra.)¡Lo amo! ¡Soy egoísta! ¡No quiero perderlo! Pero él no se merece vivir en la mentira y yo no sé cómo enfrentarlo...
ALEJANDRA. ¡La quiero, me gusta, me siento bien con ella! ¡No puedo renunciar porque sería mentir, mutilarme, morirme en vida!
ALMA. (Al unísono.) ¡Alejandra!
ALEJANDRA. (Al unísono.) ¡Alma!
ALMA Y ALEJANDRA. (Al unísono.) ¡Ayúdame!
ALEJANDRA. (Tras pausa.)¿Nunca le vas a decir...? Joel tiene que saber... Es... su derecho.
ALMA. Soy tu hermana. Siempre podrás contar conmigo. (Sale.)
Alejandra queda un rato quieta mirando el pequeño jardín. Lentamente se dirige a él, busca los rayos de luz y se coloca bajo ellos. Entra Gabriela.
GABRIELA. (Eufórica.) Puede que me castigues a fregar platos toda la vida por lo que acabo de hacer, pero no me arrepiento. (Alejandra permanece bajo la luz, con los ojos cerrados.) Tu hermana es una mujer privilegiada.
ALEJANDRA. (Sin mirarla, con tristeza.) ¿Te lo parece?
GABRIELA. Ya lo creo. Tiene un marido que es un ser humano con mayúsculas, un encanto de persona. (Alejandra la mira con interés.) Puedes hacer conmigo lo que quieras, ponerme a dieta, mandarme a limpiar el baño... Te acepto cualquier represalia, pero si no conté contigo no fue por nada malo... ¡Ya tenemos el candidato a marido infértil!
ALEJANDRA. (Alarmada.) Gabriela...
GABRIELA. ¡Joel, en persona! ¡El mismo que viste y calza!
ALEJANDRA. (Con pesar.) ¿Qué hiciste?
GABRIELA. Darte la sorpresa.
ALEJANDRA. Pero, ¿cómo...?
GABRIELA. Lo llamé, le pedí vernos, le expliqué y dijo ¡que contáramos con él!
ALEJANDRA. ¿Qué has hecho?
GABRIELA. ¿Qué es lo que...?
ALEJANDRA. Joel no es infértil.
GABRIELA. Tú misma me dijiste... Él también...
ALEJANDRA. (La corta.) Me decidí a hablar con mi hermana. Es ella la del problema. Él... no lo sabe.
GABRIELA. ¿Y ahora?... El Armagedón.
ALEJANDRA. No sé, pero... ese hombre tiene derecho a saber. Él tiene que saber. Ella no es quien para...
GABRIELA. (La detiene.) Ale, nosotras tampoco. (Gabriela toma el teléfono, marca.)
ALEJANDRA. ¿Qué vas a hacer?
GABRIELA. Lo único que puedo. Hablar con él, decirle que... ya... que hay otro... que no lo vamos a hacer... que ya lo hiciste... ¡lo que sea!
ALEJANDRA. (Tras una pausa.) ¿Qué...?
GABRIELA. No contestan.
Timbre de la puerta. Alejandra abre. Aparece Alma. Por su aspecto es evidente la tragedia. Gabriela deja el teléfono. La mira conmovida.
ALEJANDRA. ¿¡Alma...?!
Alma asiente.
GABRIELA. (Trata de excusarse.) Alma, yo...
ALMA. (Sin escuchar, conteniendo mal el llanto.) Había que decírselo, ¿no?... Se lo dije. (Pausa.) Si hubieras visto cómo me miraba... Su mirada...
ALEJANDRA. (La abraza, la consuela.) Ven... Pasa...
ALMA. Salió... No sé adónde iba. (Llora.)
ALEJANDRA. (La acomoda en el sofá.) Lo siento... No sabes cuánto lo siento... Nadie quería esto...
GABRIELA. Voy a hacer té.
Alejandra asiente.
ALMA. Quizás... tú tengas razón... y sea mejor así... Lo otro... tampoco era muy soportable...
ALEJANDRA. Recuéstate un poco.
ALMA. (Lo hace, aún llorosa.) Perdona que haya venido...
ALEJANDRA. Es lo único que me alegra de todo esto. Descansa.
Timbre de la puerta. Gabriela se hace cargo.
GABRIELA. Debe ser Joseíto con los periódicos.
Abre. Entra Delicias como una tromba.
DELICIAS. (Ansiosa.) ¿Se enteraron?
GABRIELA. Nunca antes que tú.
DELICIAS. Carmita y Elena se pelearon.
GABRIELA. (Nerviosa, con intención.) Delicias... Alma... está aquí...
DELICIAS. (Mecánicamente.) Hola, Alma. (Transición.) Pues sí, se pelearon. Carmita y Ele...
GABRIELA. (La corta.) Elton...
DELICIAS. ¿Elton? ¿Quién es...?
ALEJANDRA. (Se incorpora al juego.) Carmita y Elton... se pelearon. (Hace señas aludiendo a Alma)
DELICIAS. Sí... Así fue. (Pausa.) Bueno, parece que a... a... Elton lo cogieron en malos pasos.
ALEJANDRA. La otra noche Gaby y yo lo vimos en el teatro con otro.
DELICIAS. (Aclara.) Otra.
ALEJANDRA. (Reacciona.) Sí... claro... "otra".
GABRIELA. No era con "otra". Era con "otro".
ALEJANDRA. Gaby... Hablábamos de... Elton...
GABRIELA. Sí, Elton...
DELICIAS. No entiendo nada. Elton... ¡¿con un tipo?!
ALEJANDRA. ¡Delicias!
DELICIAS. ( Reflexiona, se dispara.) Mm..., de ahí todo eso de pintarse las uñas y pasarse el día con rolos...
GABRIELA. ¡No juegues! ¿Elton?...
DELICIAS. ¡Ella misma!
ALEJANDRA. (En el paroxismo.) ¡Muchachitas!...
DELICIAS. A mí ni me digas, ¡esto sí es noticia! (Saliendo, mecánicamente.) Chao, Alma.
ALEJANDRA. (Regaña.) ¡A ti te zumba ¡
Timbre del teléfono. Gabriela se ocupa para evadir el regaño.
GABRIELA. Sí... (Escucha.) Está aquí. (Transición.) Alma... Es Joel.
Las tres se miran. Alma toma el teléfono. Gabriela y Alejandra se apartan.
ALMA. ¿Dónde estás?.. (Escucha.) No te preocupes, estoy bien... (Escucha.) Yo también... (Escucha.) Sí... Voy para allá. (Cuelga, a Alejandra.) Está en la casa... Tenemos que hablar... con calma, despacio... (Transición.) Me voy... Gracias. (Pausa.) Chao, Gabriela.
GABRIELA. (Sorprendida.) Chao.
ALEJANDRA. Mucha suerte.
Alma sale.
GABRIELA. ¡Guao! (Pausa.) Bueno, estamos otra vez como al principio. Igual que las hermanastras de Cenicienta. Sin pretendientes.
Delicias asoma por la puerta entreabierta.
DELICIAS. (Agita unos periódicos.) ¡La prensa! Me la entregó un viejito cuando ya estaba en el final de la escalera. ¡Qué gracia!
ALEJANDRA Y GABRIELA. (Al unísono, sin darle importancia.) Joseíto ...
ALEJANDRA . (Cayendo en la cuenta. ) Gabriela...
GABRIELA . (Pensando lo mismo.) Alejandra...
GABRIELA Y ALEJANDRA. (Saltan, se abrazan y abrazan y besan a Delicias, que no entiende nada. Al unísono. ) ¡¡ Joseíto !!
APAGÓN
CUADRO III
El mismo espacio del Cuadro anterior. Ha transcurrido un mes.
ALMA. ¡Quién lo iba a decir...! Así que Joseíto era todo un semental...
GABRIELA. (Ríe.) Como te cuento... Sin embargo, Erick, el Rojo, como un bebé. El candidato perfecto.
ALMA. ¿Y cómo supieron que Erick...?
GABRIELA. Por Delicias, que es toda una fuente autorizada.
ALMA . Y Erick ... ¿ no puso reparos?
GABRIELA . No, es un buen amigo. Dice que será el Padrino.
ALMA. Se demora Alejandra, ¿verdad?
GABRIELA. Sí, pero... no entiendo... Era recoger el resultado de las pruebas y ya. (P) Me alegra que estés aquí. No es agradable esperar sola. Aunque me sorprendió verte llegar.
ALMA. Sea como sea, Alejandra es mi hermana.
GABRIELA. Hubiera sido mejor oírte decir que es un ser humano. (Transición.) Pero, algo es algo, ¿no?
ALMA. Perdóname, pero es que yo... no consigo entender... Me es difícil...
GABRIELA. (La corta.) Tal vez no haya nada que entender. Tal vez sea así y nada más. ¿O es que hay que andar explicando que a ti te guste el azul y el flan de calabaza y a mí el rojo y el helado de mantecado?
ALMA. No puede ser tan simple, Gabriela. Fíjate en esto mismo de la maternidad... Lo normal...
GABRIELA. Lo que ha sido siempre, querrás decir.
ALMA. Bueno, ¿y por qué tiene que ser de otro modo?
GABRIELA. (Acaricia sus plantas.) Porque la vida es rica y diversa. Los especialistas en colocar barreras, etiquetas y carteles de Prohibido el paso somos nosotros, (hace una reverencia) los queridos seres humanos.
ALMA. ¿No me negarás que es mucho más simple tener un hijo a partir de que un hombre y una mujer copulen?
GABRIELA. Pero no te he oído hablar de amor. Reproducirse no es enamorarse.
ALMA. No sé. Todo esto es... extraño para mí.
Sonido de llave que hace intentos en la cerradura.
GABRIELA. ¡Ahí está!
Gabriela abre la puerta. En la entrada, Alejandra en tragos.
ALMA . Hablando de la reina de Roma, asoma con su... (Transición.) ¿Qué pasa?
ALEJANDRA. (Bebida, canta.) Happy birthday to you... happy birthday to you… Happy birthday, Gabrielita... Happy birthday to you...
GABRIELA. (La ayuda a entrar.) Hoy no es mi cumpleaños.
ALEJANDRA. Pero había que inventar algo para celebrar... No podemos ponernos tristes... ¡Hola, Alma mía ¡... (Canta) " Alma mía, ¿ qué te hace pensar que no te quiero...?"
ALMA. ¿Y por qué tendríamos que estar tristes?
ALEJANDRA. ¿Tristes? No, ¡nunca! Vamos, ¡a celebrar! (Tropieza.)
Gabriela trata de protegerla.
ALMA. (Ríe.) Creo que nunca te había visto borracha...
ALEJANDRA. Pues, ¡buen comienzo! ¡Aleluya! (Va hacia el jardín, tropieza con varias plantas.)
GABRIELA. ¡Cuidado! (Corre a socorrerla.)
ALEJANDRA. ¡Ay, Gaby, perdona...! Perdóname... que he lastimado a... a tus niñas... pero yo... yo no quise....
GABRIELA. Está bien… ¿Te hiciste daño? (Trata de acomodarla en un sitio.)
ALEJANDRA. No habrá niños, ¿sabes? En esta casa, no habrá niños...
GABRIELA. Ya, vamos... ¡pero qué borrachera más pesada!...
ALEJANDRA. No habrá niños,... Alma. Ni uno.
ALMA. A ver, qué es eso... ¿qué tomaste?
ALEJANDRA . Cualquier cosa... Cualquier cosa para... poder decirles... que... no hay niños.
ALMA. ¿Estás jugando?
GABRIELA. Ale... Ale, ¿qué pasó?
ALEJANDRA. La maldición gitana... La maldición gitana, Alma. (Ríe.) ¿Te acuerdas cómo nos reíamos con eso en la escuela?
GABRIELA. ¿Qué maldición? Explícate. Explícate o voy ahora mismo al hospital y pregunto.
ALEJANDRA. (Saca unos papeles estrujados de su bolso.) Toma...
ALMA. (Toma los papeles, lee.) " Ecografía de paciente de 27 años, donde se observa útero muy pequeño de aspecto infantil, anejos normales, no se presentan alteraciones..." ¡Por Dios, Ale... no sabes cuánto lo siento!
GABRIELA. (Nerviosa.) ¿Qué es? ¿Qué significa?
ALEJANDRA. (Llorosa.) Que tengo una pancita tan chiquita que no puedo criar ahí ni a una lagartija.
ALMA. El útero no desarrolló, es... demasiado pequeño.
GABRIELA. (Sin entender.) ¿Qué...? No puede ser…
ALEJANDRA. (A Gabriela.) ¡Te saliste con la tuya!
GABRIELA. (Consternada.) Ale...
ALEJANDRA. ¡Te saliste con la tuya!
GABRIELA. Ale, ¿cómo dices eso? Yo nunca hubiera...
ALEJANDRA. ¿Estás contenta? ¡Ahí lo tienes! ¡Lo conseguiste! (Sale de escena llorando.)
GABRIELA. ¡...hubiera querido eso ¡ (Llama.) ¡Ale...! (Dolida.) Ella no puede pensar así... ¡No es justo! (Pausa.) Yo... Yo la quiero mucho. Lo entiendas tú y el mundo, o no, Alma. ¡Yo la quiero mucho!
Alma, conmovida, tras vencer su propia resistencia, la abraza. Gabriela sale de escena. La luz desciende hasta el mínimo. Alma abandona la escena. Entra Alejandra por un extremo y Gabriela por el otro con una maleta. Timbre de teléfono. Mientras se escucha la conversación en off, Gabriela y Alejandra se acercan con timidez y bailan suavemente, con mucha ternura.
GABRIELA. (En off.) ¿Alma...?
ALMA . ( En off.) ¿Sí...?
GABRIELA. Soy yo. Gabriela. ¿Cómo... está Alejandra?
ALMA. Más o menos. Unas veces más animada que otras. (Pausa.) Tú... ¿sigues en casa de tu familia?
Alejandra y Gabriela se separan, se alejan sin darse la espalda. Gabriela toma su maleta y sale de escena.
GABRIELA. Sí. Estoy aquí, en Camagüey.
ALMA. ¿Y no piensas...? Yo... Alejandra te extraña.
GABRIELA. El sábado próximo estaré en La Habana. Tengo... Quiero enseñarles algo... Por favor, díselo a Alejandra y... me ayudaría que tú también estuvieras.
ALMA. De acuerdo, pero... ¿qué es lo que pasa?
GABRIELA. Gracias. No faltes.
Entran Alma y Delicias. La luz sube, pero sobre la zona del jardín se hace una penumbra.
ALEJANDRA. (Contempla el jardín anonadada.) ¡Qué feo se va a encontrar el jardín! ¡Hace tanto que no entra ni un rayito de sol...! (Se anima, muestra una planta.) ¿Vieron mi hortensia? ¿Creen que le guste?
ALMA. Me has preguntado lo mismo no sé cuántas veces... Claro que sí, es una planta que da unas flores preciosas.
ALEJANDRA. ¿Y tú, Deli?
Alma la advierte con la mirada.
DELICIAS. Yo, no puedo decirte nada porque vine con el compromiso de no abrir la boca hasta que Gabriela llegue.
ALMA. Delicias, ¡no empieces!
DELICIAS. Ya sé. Yo tengo palabra. (Para sí.) En mala hora... Este voto de silencio me está matando.
ALMA. (Se mueve de un lugar a otro dando los últimos toques.) ¿Estará todo? ¿No faltará nada?
ALEJANDRA. (Ríe.) ¡Ah, ahora me toca a mí! ¡Me has hecho esa pregunta cientos de veces!
ALMA. ¡Exagerada! (Se escuchan toques a la puerta.) ¡Ahí está! ¿No falta nada?
ALEJANDRA. (Ríe.) ¡Basta! Lo que falta... acaba de llegar...
DELICIAS. ¡Aleluya! ¡A ver, si por fin, puedo hablar!
Alejandra abre la puerta. Aparece Gabriela mostrando su vientre de embarazada.
GABRIELA. Hola... ¿Qué tal... luzco?
ALMA. ¡Qué... bien… te ves!
ALEJANDRA. (Alelada, repara en el vientre de Gabriela.) ¿Y... eso?
GABRIELA. (Mientras acaricia su vientre, coloca la otra mano sobre el de Alejandra.) Es que... en esta pareja en lugar de un útero, hay dos. Alguna ventaja debíamos tener, ¿no crees?
Alejandra la abraza conmovida.
ALMA. (A Delicias.) Bueno, y ahora que puedes hablar, ¿no tienes nada que decir?
DELICIAS. Me he quedado... muda.
ALMA. (La hala.) Entonces, vámonos que me parece que estamos sobrando. (Salen y cierran la puerta suavemente. )
ALEJANDRA. ¡Pero qué linda... qué linda luces ¡ ¡Eres una mamá preciosa!
GABRIELA. (Le habla a su vientre.)¿Estás oyendo a Papá, nené?
ALEJANDRA. (Juega a molestarse. Transición.) Te tengo una sorpresa. (Le muestra la pequeña hortensia.)
GABRIELA. Es... ¡¿una hortensia?!
ALEJANDRA. (Asiente.) Dicen que sus flores son muy lindas.
GABRIELA. Sí, muy especiales.
La luz del sol comienza a filtrar por lugares diversos, inimaginables.
ALEJANDRA. (Admirada.) ¡Qué es esto!
GABRIELA. ¡Corre ¡ ¡Aprovechemos !
Comienzan a reubicar las plantas de modo que cada una tenga su poquito de luz.
ALEJANDRA. (Mientras se ocupa de las plantas.) Te advierto que habrá que revisar, arreglar... Igual que hoy entra la luz, mañana nos puede entrar el agua... Deben haber rendijas, tejas rotas...
GABRIELA. ¿Y no te parece mejor un poco de paz, dejar que las cosas sean, darle paso al misterio...?
De repente, Gabriela ha quedado en una posición incómoda tratando de sostener a la pequeña hortensia para que pueda alcanzar un poco de luz.
ALEJANDRA. (Ríe.) ¿Y es que te vas a quedar ahí? (Gabriela se encoge de hombros resignada.) Serías capaz. Ven, dame... (La ayuda a encontrarle acomodo a la planta. Juntas contemplan el pequeño jardín.)
GABRIELA. Quiero advertirte algo. Las hortensias, como las violetas, requieren de mucho cuidado. No siempre se logran. Sobre todo, en este clima nuestro.
ALEJANDRA. Son... flores raras.
GABRIELA. Tal vez.
ALEJANDRA. ¿Cómo nosotras?
GABRIELA. (Tras pausa.) ¡Quién sabe!
¿F i n ?
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