Autor: Liliana Cappagli
CALOR. UN ORGANILLERO TOCA: "SOBRE LAS OLAS". ADELINA SE MAQUILLA FRENTE AL ESPEJO. ES GORDA. TIENE UN VESTIDO FLOREADO Y LLAMATIVO, CON ENAGUAS CON ARMAZON. HAY UN CUARDERNO ABIERTO SOBRE LA MESA Y UNA BIROME. TAMBIEN UN TELEFONO, Y MAQUILLAJES SOBRE LA MESA. ESTA PATETICAMENTE VESTIDA Y PINTADA.
ADELINA: ¡Que triste es todo! Ya estoy hablando sola. Es por no desayunar.
(TOMA UN LICUADO DE BANANA CON LECHE ESPUMANTE QUE ESTA SERVIDO)
¡Hortensia es tan envidiosa! "No hay más ley que nuestro propio deseo"... (SUSPIRA)
SUENA EL TELEFONO
VOZ EN OFF DE OSCAR: ¡Gorda!
ADELINA: ¿Qué querés, enano maldito?
VOZ: ¿Por qué te levantaste tan furiosa, Adelina? Debés haber subido otros 100 kilos.
ADELINA: ¡Qué te importa enano maldito! ¿Para eso llamaste? Te voy a colgar, estoy apurada...
VOZ: ¿Ah, sí? ¿Vas a desfilar como reina del carnaval, como Leticia? (RIE BURLON)
ADELINA: Mirá estúpido, esa negra débil mental no es reina de nada. Lo que pasa es que su familia
compró al jurado y ella se acostó con el Jefe de los Bomberos de la Comisión Directiva.
VOZ: Calmate, gorda. ¿Qué te pasa? La envidia te carcome.... Mirá, dice mi viejo que vamos a comer
a la Costanera con el vicealmirante, y que luego, con el desfile, no se va a poder pasar...
ADELINA: No, gracias. Decile que tengo mucho que estudiar.
VOZ: Pero...
ADELINA: ¡Que no voy a ir, te dije! (CUELGA)
VA A BUSCAR UNA BALANZA, SE DESCALZA Y SUBE A ELLA, CON EL CUADERNO EN LA MANO. ALLI PERMANECERA HASTA EL FINAL.
ADELINA: ....Por milésima vez hago en este cuaderno una carta que no te mandaré nunca, y siempre
te dirá las mismas cosas. Mi hermanastro acaba de insultarme por teléfono, y mis viejos no quisieron
llevarme a la Costanera. Bueno, mi padre quiso, Hortensia lo domina. Me odia por celos, por como
me ama a mí, ... aunque si me quisiera tanto, me hubiera mandado a Brasil, o a España, lejos de este
infierno que mi alma sin ti no soporta.
Alberto mío: En un rato voy a ir a verte, por más que no me mires, cuando pases en el carro alegóri-
co, con Leticia. Te lo digo de verdad: ella no es para vos. ¡Te ves tan espectacular con el uniforme de
gala! No te llega ni a la horma de tus zapatos... No digo que sea fea, no soy tan necia, por algo la eli-
gieron reina del carnaval. ¡Pero su tipo es tan vulgar! ¡Es engreída y falsa! La conozco desde Jardín de
Infantes. Siempre fue igual. Se juntan para hablar mal de mí porque soy inteligente y tengo mejor
promedio... Yo no pierdo el tiempo yendo a bailar, ni transo con cualquiera. ¡Sólo pienso en vos,
amor mío! Te soy fiel hasta en sueños, pero vos Alberto, ¿me recordás?
Seguramente ya te olvidaste que nos conocimos, cuando acompañé a mi padre al Regimiento. Lo es-
peré en el Káiser Carabela. Vos estabas cambiando la goma del jeep y te acercaste. No podré olvidar
jamás un día tan increíble como ése, en que nuestras vidas se cruzaron para siempre. Yo bajé del auto
cuando papá nos presentó; abriste la puerta, nos dejó solos, y después de una larga charla, te regalé el
escarabajo adentro de la nuez. Te lo guardaste en una mano, ¿te acordás?
Quedamos en encontrarnos el domingo en el zoológico, y tomar un helado fresa y crema del cielo.
¡Qué coincidencia! ¡Tenemos los mismos gustos!.
Te esperé todo el día ansiosamente. Lloré tanto esa noche, pero luego comprendí el temor a que te
vieran con la hija del Almirante, y pensaran que te acercabas por interés. Lo que no puedo entender,
lo que no me entra en la cabeza, es lo que pasó en el Casino de Oficiales. Después que bailaste toda la
noche con Leticia, y yo me acerqué a ustedes, cuando ella, nos presentó, vos me dijiste: ¡Mucho gus-
to!
Alberto, se hace tarde. Salgo a tu encuentro. Te prometo que esta vez sí voy a adelgazar, y en el próxi-
mo carnaval, Yo voy a ser LA REINA. Entonces me llevarás a Punta del Este, donde una vez te en-
contré con Leticia. ¡Gracias a Dios no me viste con la malla de margaritas turquesa!
Nunca sabrás que pasé seis horas y media detrás de una carpa, hasta que ustedes se fueron. Terminé
con quemaduras de tercer grado... pero eso ya pasó. Para el verano que viene, te juro, tendré un cuer-
po más esbelto y hermoso que el suyo. Todos te envidiarán cuando nos comprometamos, y Leticia
llorará lágrimas de sangre. Chau, amor mío. Ya falta poco para vernos. Soy toda tuya, Adelina.
CAMBIO DE ATMOSFERA. LUCES ROJAS Y AZULES.
VOCES: ¡Gorda, gorda, subí!
ADELINA: Leticia, toda rubor y purpurina. Toda bucles artificiales bajo la corona de hojalata. Salu-
dando en todas direcciones, enviando besos al aire. (SE ESTIRA Y AGARRA UNO) ¡Ojalá te caigas,
ojalá hagas el ridículo y ruedes delante de todos, cinco metros escaleras abajo! ¡Cómo cambian las mu
jeres con maquillaje! Pintada como una puerta, mejor dicho. Cuando te estalle el corset y se te caigan
las tetas de gomaespuma te quiero ver...
Ya verá, ya verá el año que viene, los lugares van a cambiarse. Ella estará acá abajo, negra de envidia,
y yo seré coronada reina. No pasará como el año pasado, cuando un baño de anilina roja se estrelló
en mi cabeza, y una nube de papel picado me inundó la boca. Intenté correr, huir, hacerme invisible,
justo cuando pasaba el carro alegórico de Leticia. Las calles estaban repletas de enmascarados que
bailoteaban para cerrarme el paso, me aplastaron los pechos, y desplegaron espantasuegras en mi cara.
Recuerdo, Alberto, que quebraste tu pose de estatua y soltaste una risa nerviosa. Pero después te ale-
jaste... No bajaste del carro para defenderme, para vengarme, para abrirme camino con tu espada....
VOZ DE OSCAR EN OFF
A Adelina/ le echaron anilina/ por no tomar Delgadina/, por no tomar Delgadina/
ADELINA:
¡Maldito, puto, enano cabrón, hijo de tu madre. ¡Ojalá te muelan a golpes, y regreses gritando como
un perro. Ojalá te mueras. ¡Ojalá te mueras vos y la puta de Leticia, y el Carnaval y el mundo entero!
PAUSA. SE QUITA LA PELUCA, LOS TACONES. Y SE PONE A LLORAR
¡Ya verán... ya verán el año que viene! Yo sere LA REINA. TEMA 1 FINAL
FIN
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