Autor: José Milián.
Estrenada el 2 de abril de 2004 por el Pequeño Teatro de La Habana, en la Sala Adolfo Llauradó.
UN GRAN ESPACIO VACIO. ALGUNOS MUEBLES COLONIALES, DISTANCIADOS COMO ISLAS. PREDOMINAN CONTRASTES DE LUZ Y SOMBRAS.
JUANAMARI:
(ENTRANDO CON UNA PALANGANA DE AGUA EN LAS MANOS)
¿Ya puedes hablar? (SE ARRODILLA COLOCANDO LA PALANGANA
EN EL SUELO) ¿Cómo llegaste aquí?
MANOLITO:
(BOCA ARRIBA EN UN SOFA) Ni yo mismo sé. Al principio pensé que era por lo de abuela...
JUANAMARI:
(METE LAS MANOS EN EL AGUA Y SE LA VA ECHANDO ENCIMA)
Por lo que me dijeron, te estabas ahogando. En el río, creo. ¿Te estabas ahogando?
MANOLITO:
Ahora que me lo recuerdas creo que sí.
JUANAMARI:
¿Y cómo es?
MANOLITO:
¿Y por qué haces eso?
JUANAMARI:
Yo pregunté primero.
MANOLITO:
Yo no quería. Me obligaron a entrar con ellos en el río. Buscaron la balsa. ¿Qué iban a pensar de mí, si no me montaba? Ellos vieron la rama y trataron de alcanzarla, me dijeron que yo tenía que hacer lo mismo. Quedé abrazado, en el aire... mientras la balsa se alejaba y ellos se reían de mí. Comencé a resbalar... En un principio creí que que podía resistir, pero fui resbalando... resbalando...
JUANAMARI:
No creo en lo que me cuentas. Las cosas no son lo que aparentan ser... ¿Verdad?
MANOLITO:
Es la verdad.
JUANAMARI:
No, no lo es. Pero si no quieres contarla... (PAUSA) Pensé que estabas aquí, para hablar de eso.
MANOLITO:
No, señora, no. Vine para que sueltes a la abuela.
JUANAMARI:
El agua no sólo refresca, sino que te sientes conectado con las fuerzas naturales. (SE ECHA AGUA ENCIMA) Pero también el agua pudo matar a tu abuela. Y por lo que veo, a ti también.
MANOLITO:
Yo me caí de la balsa. Pero abuela está amarrada a un sillón. ¿Qué crees que piensan mis amigos cuando vienen a esta casa y la ven? ¿No te parece cruel?
JUANAMARI:
(SONRIE) Es por su bien. (LEVANTA LA PALANGANA) Si no me necesitas, voy a terminar la comida.
MANOLITO:
No te necesito.
JUANAMARI:
Está bien. (VA A SALIR)
MANOLITO:
Sólo dime una cosa. Siempre que quiero hablar contigo dices lo mismo. Es una comida que no termina nunca.
JUANAMARI:
(SALIENDO) Tienen razón. Empecé a cocinar mucho antes de que nacieras.
MANOLITO:
¿Sabes una cosa, Juanamari? De aquí no me voy, hasta que no sueltes a la pobre vieja.
ENTRA CUCA, VESTIDA COMO PARA SALIR, PERO FUERA DE EPOCA. LLEVA SOMBRERO. AVANZA LENTAMENTE POR LA SALA Y FINALMENTE SE SIENTA. SE ARREGLA EL VESTIDO. EVIDENTEMENTE ESPERA A ALGUIEN.
MANOLITO:
Tía Cuca... tú misma llevas años aquí y no has hecho nada por ella. Aunque sea el intento...
CUCA CAMBIA DE ASIENTO, IMPACIENTE.
MANOLITO:
¡Qué amor el tuyo, tía! ¿Cómo puedes seguir esperando? (PAUSA) Coño, por eso no se puede jurar en el amor. (CUCA LE SONRIE) Tía Cuca, yo comprendo tu situación, pero ¿no puedes ayudarme con la pobre vieja? (CUCA NO RESPONDE) ¡Está bien!... ¡Está bien!... ¡Tía!... ¿Es que no te has dado cuenta de que todo lo que te ha pasado es culpa de Juanamari? ¿Por qué ustedes no pueden rebelarse?
CUCA CONTINUA SUS PASEOS IMPACIENTES POR LA SALA.
MANOLITO:
¿Por qué sigues esperando si sabes que es inútil? (CUCA SE SIENTA Y SE ACOMODA EL VESTIDO) Está bien. (VA A UN MUEBLE Y LO REGISTRA) ¿Dónde está el libro?... ¿Dónde?... Tenía una portada en colores. Esa portada me impresionaba: estaba aquí. Siempre estaba aquí. Nadie se atrevía a cambiarlo de lugar. (SIGUE BUSCANDO Y HABLANDO) ¡Cómo me acompañaba ese libro! Se llamaba EL APOGEO DE NAPOLEON. Napoleón aparecía montado sobre un caballo blanco. Creía que el caballo se llamaba Apogeo. ¡Cosas de niños! Tía, yo pensaba que era un libro sobre el caballo. ¿Y quieres saber una cosa? Siempre soñé que cuando fuera grande iba a tener un caballo blanco y le pondría por nombre APOGEO. Esa idea me acompañó durante toda mi infancia. Y ya ves, mírame bien, tía... nunca he tenido un caballo, y le puse ese nombre a un gato. El pobre gato Apogeo, que para colmo, murió envenenado.
CUCA CAMINA DE NUEVO, IMPACIENTE.
MANOLITO:
Siempre puede haber una idea detenida en el tiempo, que te da unas sacudidas, pero no puedes volver la otra mejilla. Si no fuera porque el pasado es una avalancha, una vuelta al principio, una huella descubierta cada cien pasos... entonces la felicidad estaría completa.
CUCA LO MIRA Y SE LE ACERCA.
CUCA:
Entonces, no crees que él vendrá.
MANOLITO:
Con franqueza... no. No vendrá.
CUCA:
Pero es la espera la que me mantiene viva.
MANOLITO:
¿Viva?
SE MIRAN. ENTRA JUANAMARI CON UNA CAZUELA QUE COLOCA EN UNA MESITA Y COMIENZA A REVOLVERLA CON UN CUCHARON.
JUANAMARI:
Estos frijoles no se ablandan. Hay que dejarlos en remojo de un día para otro.
CUCA SE VA DE ESCENA LENTAMENTE.
MANOLITO:
Dígame la verdad: ¿Usted tiene deseos de comer?
JUANAMARI:
No, pero así he vivido. Lo he soportado (PAUSA). Pienso que para tí no es muy agradable volver aquí.
MANOLITO:
No.
JUANAMARI:
¿Y por qué volviste?
MANOLITO:
Pues no sé. Por las deudas creo. Porque no puedo seguir viviendo con todo esto pendiente.
JUANAMARI GOLPEA CON EL CUCHARON LA CAZUELA.
JUANAMARI:
Porque el pasado siempre parece peor que el presente (PAUSA). Está bien, crees que tienes una deuda con la abuela.
MANOLITO:
Pues claro que la tengo. Siempre viví en esta casa soportando que la tuvieras amarrada a un sillón... y no podía hacer algo por ella. Y nadie en esta casa tampoco. Todo el mundo soportaba sus gritos, sus lamentos. Ni siquiera perdían el apetito, como yo.
JUANAMARI:
Y lo bien que me quedaban a mí los frijoles colorados. ¿Y qué me dices de las cenas de Nochebuena?
MANOLITO:
¿Sabes lo que yo recuerdo de las Nochebuenas? A la pobre vieja dando gritos en el maldito sillón.
JUANAMARI:
¿Piensas que soy una mala hija? ¿Que soy insensible? ¿Que no me dolían sus gritos? (PAUSA) Ya te dije que las cosas no son lo que parecen. Pero te empeñas en ver un solo lado. ¿Por qué te sientes tan culpable? Era yo la que la amarraba.
MANOLITO:
Ella lleva años así. ¿No tienes remordimientos?
JUANAMARI:
No, no los tengo, porque lo hacía por su bien.
ENTRA CUCA Y REPITE LOS MISMOS GESTOS ANSIOSOS DE LA PRIMERA VEZ.
JUANAMARI:
Y supongo que también soy la culpable de lo que le pasa a Cuca.
MANOLITO:
Alguien tiene la culpa.
JUANAMARI:
¿Qué es diabética? De eso se muere la gente en esta época en los campos cubanos. ¿De que se enamoró de un moreno? ¿De que toda la familia lo espantó?
JUANAMARI GOLPEA LA MESA, LA CAZUELA, Y PARECE DESESPERARSE.
MANOLITO:
¿Y por qué no decirle la verdad?
JUANAMARI:
Si crees que eso la ayudará. ¡Cuca, acércate!
CUCA LO HACE DESCONFIADA.
JUANAMARI:
No sigas esperando. Jacinto no vendrá. Nunca más.
CUCA:
Primero vamos a casarnos y después nos iremos para la Capital.
JUANAMARI:
No pueden hacer eso. A Jacinto lo mataron. Apareció con la boca llena de hormigas.
CUCA SONRIE Y CONTINUA SUS PASEOS ANSIOSOS POR LA HABITACION.
JUANAMARI:
¿Qué?
MANOLITO:
¿Y la abuela?
JUANAMARI SE LEVANTA MOLESTA.
JUANAMARI:
Estar así, es lo mejor para ella.
CUCA VUELVE A SALIR DE ESCENA.
MANOLITO:
Por favor... hazlo por mí.
JUANAMARI SALE SIN CONTESTAR. MANOLITO SE DEJA CAER EN EL SOFA.
ENTRA MARTA, UNA MUJER MAYOR, PERO MUY ATRACTIVA.
MARTA:
Bueno, aquí está el café. ¿Qué te parece mi refugio?
MANOLITO:
Me gusta.
MARTA:
Aquí me escondo. Aquí leo. Aquí puedo oir en paz los discos de María Dolores Pradera y Violeta Parra y nadie me molesta. Este café pasó por Santa Clara, pero no me alcanza con el polvo que me dan por la cuota. Y lo hice por ti. Porque no quieres tomarte un roncito. ¿Qué me dices de los libros? Me los traen mis amigos, claro. Este me lo mandaron de México, Marguerite Yourcenar, ahora está de moda. Claro, este librero parece un cementerio, todos los autores están muertos. Pero, bueno... con los muertos hay que dialogar siempre.
MANOLITO:
Los autores muertos son más respetables.
MARTA:
¿Qué quieres oir?
MANOLITO:
A tí. Vine a dialogar contigo.
MARTA:
Pero no soy respetable porque estoy viva. ¿Sabes una cosa? No pareceré respetable, pero soy interesante. Los turistas no saben lo que se pierden. Hay Tropicana, Habana Vieja y yo. (SE ACOMODA EN UNO DE LOS ASIENTOS) Ven aquí, al lado mío. No te voy a morder.
MANOLITO:
Es... que no sé. ¡No sé si hago bien!
MARTA:
Problema solucionado, somos amigos. Y la amistad es más importante que el sexo. ¡Qué consuelo!
MANOLITO:
¿Lo ves?
MARTA:
Por favor, es un chiste para relajar las tensiones. Ven. (EL SE SIENTA JUNTO A ELLA) Bueno, aquí estamos, en mi telaraña. Un poco de sexo no vendría mal, ¿verdad? (EL VUELVE A LEVANTARSE) Ay, por Dios... la duda me ofende. Me gusta creerme que soy Edith Piaf y que todos los jóvenes se llaman Teo. La fantasía no le hace mal a la vida, la adorna un poco. Pero tú eres un guajirito cobarde y muy crédulo.
MANOLITO:
Fuiste convincente.
MARTA:
La experiencia de mis años juveniles, cuando me creía bella y gran actriz. Bueno, la actuación la sigo practicando con los jóvenes que me tocan, y con los mayores también. (PAUSA) Pero quiero que me hables de tí. ¿Cuál es tu última obsesión?
MANOLITO:
Algunas cosas del pasado que dejé sin resolver.
MARTA:
¿Lo que quieres es que te tires las cartas?
MANOLITO:
¿Te conté que mi tía Cuca murió diabética?
MARTA:
A esta hora de la madrugada. Por favor... (SE LEVANTA) Mejor le encedemos una vela a la tía...
MANOLITO:
No te burles.
MARTA:
Lo digo en serio. (ENCIENDE LA VELA) Cuca, por tu madre, déjanos tranquilos esta noche que creo que vamos a hablar de tí... ¡Ah, y no se te ocurra aparecerte!
MANOLITO:
Tú me preguntaste.
MARTA:
Sólo quiero que me digas una cosa: ¿Qué te aporta esa obsesión tantos años después?
MANOLITO:
Es que nosotros somos eso, somos pasado también.
MARTA:
Acepto. Hora de escribir. ¿Y cuál es tu culpa?
MANOLITO:
Estaba enamorada de un moreno que mataron. Nunca se lo dijeron. Vivió engañada hasta su muerte.
MARTA:
¡Veo las ideas en movimiento! ¿Y de qué te sientes culpable?
MANOLITO:
Ese es el problema. Me siento culpable.
MARTA:
¿Pero de qué?
MANOLITO:
De esa injusticia. Era mi tía.
MARTA:
No fue idea tuya. Tú no mataste al negro... al moreno. No la engañaste.
MANOLITO:
Ella murió antes de que yo naciera
MARTA:
¡Mucho mejor! (PAUSA) Quise decir que no tienes culpa. Francamente no veo por qué al cabo de tantos años, tú tengas que asumir esas culpas o esas responsabilidades. ¿A quién le importa?¿A quién beneficia?
MANOLITO:
¿Y por qué siempre pensamos en el beneficio?
MARTA:
Conciencia colectiva. Ay, no, ..., no, no, ¡qué va! Con este buche de café horroroso no puedo filosofar. Hijo mío, la noche está hecha para... ¡Tú sabes!
MANOLITO:
¿Quieres que me vaya?
MARTA:
No.
MANOLITO:
¿Quieres sexo?
MARTA:
No. Quiero paz. Paz interior. Paz para tí, para mí. Yo creo que somos felices aquí.
MANOLITO:
No me vengas con eso.
MARTA:
Mira, Manolito, hay tantos problemas en el presente que no puedo amargarme la vida buscando también los del pasado. A los muertos hay que invocarlos, pero para que nos ayuden. Ellos saben más que nosotros.
MANOLITO:
¿No te has dado cuenta de que tú también eres pasado?
MARTA:
(ALEJANDOSE) Pasado y muerte. Como esos libros que están en el librero. Como nuestros encuentros, como la conversación que tuvimos hace un instante. Pero como el clima se ha tornado incierto, voy por el ron. (SE VA)
MANOLITO CAMINA HACIA LA ABUELA, QUE ESTA AMARRADA AL SILLON Y SE MECE CON LA VISTA PERDIDA EN LA DISTANCIA.
MANOLITO:
(SE ARRODILLA FRENTE A ELLA) Abuelita... ¿Me reconoces?
ABUELITA:
Sí.
MANOLITO:
¿Quién soy?
ABUELITA:
Mi papá.
MANOLITO:
¿Quieres que te suelte?
ABUELITA:
Yo creía que Machado era un hijo de puta, pero Batista es más...
MANOLITO:
Lo único que me faltaba.
ABUELITA:
Claro que tu abuela Juanamari es más hija de puta que Machado y que Batista juntos.
MANOLITO:
Pero, abuelita, Juanamari es su hija.
ABUELITA:
(MECIENDOSE) Entonces yo soy la puta. (MANOLITO SE RIE) ¿Y cómo te llamas?
MANOLITO:
Yo soy el nieto de Juanamari, su hija.
ABUELITA:
Y yo que te confundí con mi papá. ¿Tú no trabajas en el campo? Aquí los muchachos se ponen viejos enseguida. (PAUSA) ¿También te tienen encerrado?
MANOLITO:
Estoy de visita.
ABUELITA:
No te dejarán ir. Ella deja a todo el mundo encerrado. ¿Viste lo que le hizo a la pobre Cuca? Ella fue la que mató al negro. Nunca le digas lo que quieres, porque ella lo mata o lo manda a matar.
MANOLITO:
¿No le molesta estar amarrada? ¿Quiere que la suelte?
ABUELITA:
Mejor no lo hagas porque me voy para España. No quiero que me pase lo mismo que a toda la familia.
JUANAMARI APARECE SIGILOSAMENTE POR DETRÁS DE ELLA.
JUANAMARI:
¿No te convences? (COMIENZA A BARRER HACIENDO CIRCULOS, COMO UN EXTRAÑO BAILE) Haz el bien y no mires a quien.
MANOLITO:
(ARRODILLADO FRENTE A LA ABUELITA) Qué bueno sería retrodecer a la infancia. Que me pases la mano por la cabeza, que me des seguridad... confianza, y me quites el miedo a vivir...
ABUELITA:
(PASANDOLE LA MANO POR LA CABEZA) Manolito... ¿Por qué´no me cantas una ranchera?
MANOLITO:
¡Una ranchera!... Pero, abuelita, estamos en Cuba.
ABUELITA:
Aquí en el campo, las rancheras le gustan a todo el mundo. Se oyen por el radio.
JUANAMARI:
(QUE CONTINUA BARRIENDO EN CIRCULOS) El campo no es lo que tú piensas. Te imaginas a todo el mundo montando a caballo y ordeñando vacas. Aquí también tenemos otras cosas. ¿Por qué no rancheras?
MANOLITO:
Abuelita... yo la voy a soltar y verá que se sentirá mejor. Podrá levantarse y encender el radio.
JUANAMARI:
(SE DETIENE) ¡No lo permitiré!
MANOLITO:
¡Esto es un abuso!
SUELTA A LA ANCIANA, QUE SE INCORPORA Y DA UNOS PASOS POR LA HABITACION.
JUANAMARI:
(MUY MOLESTA) ¡Ahora tú serás el culpable! Tú vas a ser el responsable. ¡Es por tu culpa! Es tu culpa. (SALE)
MANOLITO:
(A LA ANCIANA) Está libre, abuelita. ¿Cómo se siente?
ABUELITA:
¿Cómo se siente uno cuando está libre?
MANOLITO:
¡Pero está libre, coño! ¡Está libre!
ABUELITA:
Estoy libre...
MARTA:
(ENTRANDO CON UN VASO DE RON, SE CRUZA CON LA ANCIANA, QUE SALE) Y como era de esperar, debes haber metido la pata. Creyendo que estabas haciendo un bien... ¡Pero tus intenciones eran buenas!
MANOLITO:
La trajeron unos hombres. Estaba mojada... sucia. ¡Fango... ! Llena de fango, casi no se le veía el rostro.
MARTA:
Ya sabía yo que me iba a hacer falta el ron. ¿Tú crees que un cuento como ese, se lo puede disparar uno sin estar en nota?
MANOLITO:
Si quieres...
MARTA:
Nada de eso, me encanta que me torturen... ¡Sigue!
MANOLITO:
La velaron en la casa... pero no tuve el valor para acercarme al féretro.
MARTA:
Fatalidad. No es tu culpa. Así son los accidentes.
MANOLITO:
Pero fuí yo quien la soltó.
MARTA:
Bueno, amarrada en aquel sillón era peor. Creo que la pobre vieja alcanzó la verdadera libertad. ¿Realmente qué es la verdadera libertad? Para la gran mayoría es poder hacer lo que se le venga en ganas sin restricciones. Pero tú y yo sabemos que no pasa de ser una ilusión, porque en el mundo moderno, y aún en cualquier parte, todo está bajo control.
JUANAMARI ENTRA CON UNA CAZUELA HUMEANTE Y LA COLOCA ENCIMA DE UNA MESA.
JUANAMARI:
¡La mesa está servida! ¡Ya pueden venir! ¡Vamos, a sentarse!
APARECEN FELA Y FLORA, QUE AUNQUE NO SE PARECEN, ESTAN VESTIDAS IGUAL. YA PASAN DE LOS CINCUENTA. SON LAS PRIMERAS EN SENTARSE.
JUANAMARI:
¿Qué esperas, Manolito? (SEÑALANDO A MARTA) Ella también puede sentarse. ¡Para eso la trajiste!
ENTRA CUCA, QUE REPITE LOS MISMOS GESTOS DE ANSIEDAD, PERO NO SE SIENTA EN LA MESA.
MARTA:
(A MANOLITO) No creo que yo deba... ¡Mejor me voy!
MANOLITO:
¿No quieres?
MARTA:
Es tu familia.
MANOLITO:
Y tú, eres mi mejor amiga.
TODOS VAN A LA MESA Y SE SIENTAN, MENOS CUCA, QUE DE VEZ EN CUANDO CAMBIA DE ASIENTO, ANSIOSA.
JUANAMARI:
(CONTEMPLANDO LA CAZUELA HUMEANTE) ¡Sopa de frijoles blancos! (TODOS, MENOS JUANAMARI, PERMANECEN EXPECTANTES) Es muy fácil de hacer. Primero hago los frijoles. Cojo uno o dos cucharones y aplasto bien los granos y después cuelo esa pasta. Pongo agua a hervir y se la echo. Pico bien una cebolla, ajo, y también se le puede echar ají. Yo prefiero el ajo, le da buen sabor a cualquier cosa. Pico algunas viandas en pedacitos, preferiblemente la malanga, porque hace espesar el caldo más rápido. ¡Y lo último son los fideos! ¿Qué les parece? No es tan difícil.
MANOLITO:
¡Acaba de decirlo! Ustedes me culpan de lo que le pasó a la abuelita. ¡Ah, pero ustedes también son culpables por tenerla amarrada!
JUANAMARI:
Siempre te dije que las cosas no son lo que aparentan ser. Era una forma de protegerla. Se había escapado varias veces y una vez por poco se ahoga en el río. Se había metido hasta la cintura. También se caía, tenía flojos los tobillos. Estaba amarrada para impedir que se hiciera daño. Eso es todo. Estaba senil.
MANOLITO:
(A FELA Y FLORA) ¿Y ustedes no van a decir algo?
FLORA:
(SEÑALANDO A FELA) Ella se quiere ir del país.
FELA:
Sí, quiero irme.
JUANAMARI:
¿Cuántas veces tengo que decirte que no quiero que hables de eso? ¡Y mucho menos delante de visitas!
FLORA:
¿Qué tiene de malo?
MARTA:
Manolito, creo que es mejor que me vaya.
MANOLITO:
(SIN HACERLE CASO) ¿Y por qué el misterio?
FLORA:
Es para que se le dé el viaje. Todo el mundo lo oculta hasta el último momento.
JUANAMARI:
No es por eso. ¡Lo hago por la familia! ¿Es que no se dan cuenta? Quiero mantener a la familia unida. Pero se está desmembrando... los que se mueren, los que se van... Y al final... ¿Qué quedará de nosotros? No quiero morirme sola y rodeada de recuerdos. De esta familia ya sólo van quedando postales y retratos.
MANOLITO:
Pero si ella quiere irse, no puedes impedirlo.
JUANAMARI:
Lo hago por su bien. ¿Qué va a hacer en el extranjero, sola, y con todos los años que tiene encima?
MANOLITO:
¡Pero es su vida! ¡Que haga lo que quiere!
JUANAMARI:
Tú no puedes hablar. (PAUSA) Me mentiste. Mentiste en esa historia del río...
MANOLITO:
Está bien... Nadie me obligó. Lo hice por alardear, para aparentar.
JUANAMARI:
¡Y te salió mal!
MANOLITO:
¿Qué quieres que te diga? ¿Qué las cosas no son lo que aparentan ser?
JUANAMARI:
(RODEANDO LA MESA) Aquí siempre estuvo la familia reunida... por eso me empeño en que siga funcionando. Voy a la cocina, vengo aquí con la cazuela, con los platos. Y la familia sentada esperando. Como una fábrica, soy una máquina perfecta. Después de comer, recojo y los llevo a fregar... para luego volver a empezar. ¡Quiero que esto permanezca igual!
MANOLITO:
No puede permanecer igual... porque todo cambia. ¡Mira a la pobre tía Cuca!
JUANAMARI:
¿Qué le pasa a Cuca?
MANOLITO:
Ella espera. Está esperando inútilmente. Y tú lo sabes bien.
CUCA SE ACERCA Y LOS CONTEMPLA ANSIOSAMENTE.
JUANAMARI:
Claro que lo sé, pero no puedo hacer nada.
MANOLITO:
Decirle la verdad.
JUANAMARI:
Sería más cruel que dejarla esperando.
MANOLITO:
(A CUCA) Tía, no esperes más. ¡Contéstame! ¿No te das cuenta?
JUANAMARI:
Ella no puede oirte.
MANOLITO:
¿Pero por qué?
JUANAMARI:
Lleva muchos años muerta. Murió antes de que tú nacieras. Era diabética.
MANOLITO:
Nadie se muere de eso.
JUANAMARI:
En la época de ella sí.
CUCA DA UN ULTIMO PASEO Y SALE DE ESCENA.
JUANAMARI:
¿Estaba buena la sopa?
NO HAY RESPUESTA.
JUANAMARI:
Para la comida les voy a hacer sopa de plátanos verdes.
JUANAMARI RECOGE LA CAZUELA Y SALE DE ESCENA.
MARTA:
(A MANOLITO) ¿Y de qué murieron?
MANOLITO:
¿Quiénes?
MARTA:
Ellas. Fela y Flora.
MANOLITO:
Fela murió en el extranjero. Flora se murió de tristeza. Ellas eran muy unidas.
FLORA:
(PONIENDOSE DE PIE) Ella se quiere ir del país
FELA:
(LEVANTANDOSE TAMBIEN) ¡Que Juanamari no te oiga! No se puede hablar de eso en esta casa.
MARTA:
Sabes que puedo comprender algunas de estas obsesiones, pero no las justifico. En el fondo ustedes eran una familia muy unida. Bajo el régimen de terror de Juanamari, pero unidos.
FLORA:
Tienes que hacer los trámites en silencio.
FELA:
Yo no perjudico a nadie con mi viaje.
MANOLITO:
Pero tía Fela... ¿Y la familia?
FELA:
Aquí nadie dejará de comer porque yo me vaya.
FLORA:
Pero no has pensado en todo lo que se te ha dado en esta casa.
FELA:
¿Y por eso no puedo hacer mi vida en otra parte? ¿Qué es lo que quieren? ¿Qué me muera como la abuelita en este campo olvidado de Dios y todos los santos? (PAUSA) Quiero ir a la civilización. Aquí todavía sacamos el agua de un pozo. Pronto se acabará el siglo y ni sé lo que es un teléfono. Quiero aprovechar los pocos años que me quedan y disfrutar un poco del desarrollo.
MARTA:
¡Pero ella también tiene que pagar su cuota de desgarramiento! Tiene que renunciar a su esencia.
MANOLITO:
¿Y la familia?
MARTA.
¿Qué piensas que es la familia?
MANOLITO:
Estás de su parte.
MARTA:
Estoy tratando de entenderla.
FLORA:
¿Y yo? (A FELA) ¿Has pensado que me dejas a mí?
FELA VA SALIENDO DE ESCENA Y FLORA LA SIGUE MIENTRAS LE HABLA.
FELA:
Lo he pensado, claro que lo he pensado.
FLORA:
Es posible que no me vuelvas a ver.
FELA:
Claro que lo he pensado.
DESAPARECEN LAS DOS.
MARTA:
¡Hijo mío! Creo que has estado demasiado cerca de la muerte. Y de los recuerdos, que no siempre significan volver a vivir, porque depende de lo que se recuerde. Y sin embargo, ahí está La Roca... un buen restorán, sobre todo para los tiempos que corren. Y uno puede sentarse a comer un buen filete uruguayo. Claro, yo empezaría por mis dos martinis reglamentarios y después pasamos por una cerveza, para acompañar el filete ¿Qué me dices? Y podemos hablar de todo lo que quieras. Con la panza llena, lo mismo hablamos de Espiritismo, de Santería, que de Vodú. (PAUSA) Sí, ya sé que no tenemos dinero para ir a La Roca. ¿Y a comer pizzas en La Piragüa? (PAUSA) Bueno, puedo llamar a mi amiga la sicóloga, que en estos momentos de desgracia me facilite unos dineros... ¿Es buena idea? No, no es buena idea. Pobres, pero orgullosos. ¡Qué bobería! Está bien, caminar por las calles de La Habana Vieja es como sentirse uno Cecilia Valdés. Coño, nosotros estamos vivos. Bueno, eso creo. ¿Estamos vivos o no?
MANOLITO:
Estamos vivos.
MARTA:
¿Seguro? ¿Puedo confiar en eso?
MANOLITO:
Puedes.
MARTA:
¿Y por qué no llamas a esa novia ecuatoriana y le dices que nos invite a comer algo en cualquier parte?
MANOLITO:
Porque tendremos que hablar de ella.
MARTA:
Yo no soy celosa. Y por unos asunticos estomacales, menos.
MANOLITO:
Yo te necesito a tí.
MARTA:
Halagador, pero desafortunado. Bien, es hora de que le pida a la vecina del fondo dos cucharadas de café, a ver si puedo hacer una coladita más fuerte. Pero no pienso estar toda la noche a café.
JUANAMARI ENTRA MIENTRAS MARTA SALE.
JUANAMARI:
Pensé que ya no ibas a volver. A nosotras nadie nos visita. ¿Quieres café?
MANOLITO:
Sí, está bien.
JUANAMARI:
(OFRECIENDOLE UNA TAZA) A veces me paso los días sin decir palabra. Hablar con Cuca es como hablar con los muertos.
MANOLITO:
(SE LLEVA LA TAZA A LOS LABIOS) ¡Pero está vacía!
JUANAMARI:
Sí, lo sé. No tengo. Pero siempre brindo porque no quiero que la tradición se pierda.
MANOLITO:
(DEVOLVIENDOLE LA TAZA) No parece tradición, sino burla.
JUANAMARI:
¿Por qué iba a burlarme? (PAUSA) Estoy tan cansada.
MANOLITO:
¿Por qué no dejas todo esto y vienes a vivir para la Capital? Esto no es vida.
JUANAMARI:
No puedo dejar sola a tu tía. Nunca pude dejarlos solos. Por eso no me casé. (PAUSA) Una vez por poco lo hago. Pero no tuve valor. ¡No me explico como Fela pudo hacerlo! Una muchachita criada como ella... hay que tener mucho valor para dejarlo todo atrás y empezar otra vida. Fíjate... yo siembro una planta y siento que me pertenece. Y siento que ella depende de mí. ¿Cómo puedo darle la espalda y abandonarla?
MANOLITO:
Quizás los que estén desesperados pueden hacerlo.
JUANAMARI:
Yo me he pasado toda la vida desesperada... ¡Y no puedo!
MANOLITO:
Creo que Fela estaba desesperada.
JUANAMARI:
Ella creía que todo el mundo era culpable. Pero yo he pensado mucho en eso y no sé a quién culpar de mi desesperación. ¿Qué tuvo de malo esta familia?
MANOLITO:
Yo tampoco sé.
JUANAMARI:
A lo mejor tú sí puedes vivir en otra parte. En definitiva, te fuiste del campo, hiciste otra vida. Ya no perteneces aquí.
MANOLITO:
¡No digas eso!
JUANAMARI:
Pero es la verdad. Yo lo pensé, pero no pude abandonarlos. Sentía que todos me necesitaban.
MANOLITO:
¿Y te lo agradecieron?
JUANAMARI:
No pensé en eso. (PAUSA) ¿Entonces fue inútil toda mi vida?
ENTRA CUCA Y REPITE LOS MISMOS MOVIMIENTOS DE SIEMPRE.
JUANAMARI:
¡Pobre Cuca! Ella ni se ha dado cuenta del paso del tiempo!
MANOLITO:
Pienso que la verdad la hubiera ayudado...
JUANAMARI:
¡No ayuda! ¡No ayuda! ¿Tú crees que ella hubiera dejado de esperar? Nada de eso. Ella quería esperar, para que su vida tuviera un sentido. Necesitaba engañarse...
MANOLITO:
No puedo estar de acuerdo con eso.
JUANAMARI:
La verdad no siempre trae la felicidad.
MANOLITO:
Está bien, pero la mentira es dañina.
JUANAMARI:
¿Pero dónde está el daño? Ella espera a Jacinto. Ella se lo imagina vivo. Ella cree que va a casarse. Todo eso la hace vivir.
MANOLITO:
¡Vivir!
JUANAMARI:
Tú vives a tu manera y ella vive...
MANOLITO:
Ella está muerta, muerta. Perdió toda su juventud por culpa de ustedes.
JUANAMARI:
Cuca, acércate.
CUCA LO HACE CON DESCONFIANZA.
MANOLITO:
Tía... ¿Nunca conociste a otro hombre?
CUCA:
Sólo amo a Jacinto.
JUANAMARI:
(LE ARREGLA LAS ROPAS ) Sí, mi niña. Tienes que estar bonita cuando él venga. ¡Pero tienes que comer porque te va a encontrar muy flaca!
MANOLITO:
Tía Cuca, si yo hubiera podido contarte la verdad.
JUANAMARI:
Las cosas no son lo que aparentan ser.
MANOLITO:
Me hubiera gustado conocerla.
JUANAMARI:
Era la más dulce de tus tías, la más frágil... Al menos ella supo lo que era el amor.
CUCA CONTINUA CON SUS PASEOS ANSIOSOS HASTA QUE VA SALIENDO DE ESCENA.
MANOLITO:
¿Y de qué murió Jacinto?
JUANAMARI:
Era boxeador. Lo hacía para ganarse la vida y mantener una familia bastante grande. Se puso fatal, lo sacaron del ring sin conocimiento. Lo único que pude hacer por él fue ayudar a su familia. Mientras pude, comieron lo mismo que nosotros. Hasta que las cosas cambiaron.
MANOLITO:
A mí me parece raro lo que estás hablando. Hasta donde sé, ustedes no aceptaban al negro.
JUANAMARI:
No para tu tía. Pero todo lo demás era cuestión de sentimientos... Nunca fuimos ricos, pero supimos compartir.
MANOLITO:
¿Y cuándo te quedaste sola?
JUANAMARI:
Lo único que pude hacer en este campo. Esperar la muerte. Y mientras la esperaba, más comprendí a Cuca. (PAUSA) ¿Puedo hacerte una pregunta?
MANOLITO:
Sí, claro.
JUANAMARI:
¿Y de qué te sirve hablar con los muertos?
MANOLITO:
Creo... que es una forma de acompañar la soledad.
JUANAMARI:
Sabes que lo que yo tengo en mi cabeza son voces... oigo voces, me hablan todo el tiempo...
MANOLITO:
Juanamari, ¿no será que tienes remordimientos? Llevaste esta familia a tu manera, con todas esas ideas, y lo único que lograste fue la soledad. ¡Pero nunca fuimos una familia unida!
ELLA LO MIRA SIN CONTESTAR Y SALE DE LA ESCENA.
MANOLITO:
Y yo me pregunto: ¿Qué hago aquí? ¿Qué sentido tiene esta obsesión? ¿Para qué indagar en el pasado? ¿Cuál es la verdad?
TODO SE OSCURECE A SU ALREDEDOR Y LA ATMOSFERA SE TORNA MAS INTIMA.
MANOLITO:
Todos se han ido, o están allí... en algún lugar donde podamos recordarlos, adorarlos o tal vez odiarlos. ¿Los invocamos cuando ponemos su nombre a las cosas, o simplemente hacemos justicia?
MARTA:
(ENTRANDO) ¿Qué tiempo hace que murió Juanamari?
MANOLITO:
Hace años.
MARTA:
¿Pero cinco, diez,..., dos?
MANOLITO:
Más de diez. ¿Y eso qué importa?
MARTA:
Quería saber si quedó algo de ella.
MANOLITO:
Yo.
MARTA:
Eso mismo pienso. Siempre queda algo. (PAUSA) Tu vida no tiene nada que envidiarle a una película de terror. ¡Es un milagro que seas normal!
MANOLITO:
Pues no lo sé. Cuando me estaba ahogando en el río, todo estaba oscuro a mi alrededor. Ví una luz y traté de alcanzarla. Claro, en mi desesperación por respirar. Pero un momento... hubo un momento en que creo haberme desprendido del cuerpo y me ví a mí mismo. Hasta ví cómo le daban la noticia a Juanamari. Ella empezó a gritar y eso me asustó. Entonces volví a respirar. Ya me habían rescatado.
COMIENZA A ESCUCHARSE LONGINA.
MARTA:
(MIENTRAS SE MUEVE COMO SI BAILARA) Te dije una vez que esta era una de mis canciones favoritas. ¿Por qué no bailas conmigo?
MANOLITO:
No.
MARTA:
Tienes miedo. Eso es lo que sientes. Miedo de que se pierda la sensibilidad. Miedo de tu pasado, de lo que fue tu familia. Miedo a vivir en un mundo nuevo. ¡Miedo de mí!
MANOLITO:
¿Por qué tendría miedo de tí?
MARTA:
Porque yo siempre fui lo inesperado. Y porque ahora mismo no entiendes lo que me propongo.
MANOLITO:
¿Y qué te propones?
MARTA:
En principio... bailar... ¿Vienes o no?
MANOLITO SE LE ACERCA Y ELLA LO SACA A BAILAR. DAN UNAS VUELTAS.
MARTA:
Confiesa que tienes miedo.
MANOLITO:
Sí, está bien... Pero no esos miedos de los que hablas, sino de lo que quieres decirme.
MARTA:
(SEPARANDOSE BRUSCAMENTE) ¡Está bien! Quizás este no sea el momento apropiado. Quizás no estás preparado.
MANOLITO:
Si es lo que imagino, no... nunca se puede estar preparado. Pero no sé cómo el ser humano se las arregla para saberlo.
MARTA:
Siempre lo sospeché. ¡Nadie quería decírmelo! Pero yo sabía que era algo malo. He estado fingiendo alegría, sin sentirla. Me he hecho la indiferente, hasta la superficial... Pero ya no me queda mucho tiempo.
SE QUEDAN UN TIEMPO EN SILENCIO ESCUCHANDO LA CANCION.
MARTA:
Juanamari tenía razón, las cosas no son lo que aparentan ser. Y yo no soy esa mujer llena de vida que tú amas. Ahora no soy más que un proyecto de muerto. Y como diría la Yourcenar: "La muerte no será más que un aturdimiento..."
MANOLITO:
¿Y qué se puede hacer?
MARTA:
Quiero pedirte un favor. Quiero que guardes unos poemas que tengo escritos. Y mis libros favoritos, porque sabe Dios a dónde irán a parar. Y no es que yo quiera perpetuarme, pero ahora es muy pronto... para ver todo lo que me perteneció y que valoré... nada significarán para los que siguen viviendo. Al menos, los poemas. ¡Y tú podrás oirme hablar cuando los leas!
ENTRA CUCA Y SE SIENTA.
MARTA:
¿Por qué Cuca?
MANOLITO:
Hay algo... algo que no está claro.
MARTA:
Pero de Cuca se ha dicho todo. ¿Por qué no la dejas descansar en paz?
MANOLITO:
No soy yo. Creo que ella seguirá esperando.
MARTA:
(ACERCANDOSE A CUCA) Pobre Cuca. ¿Podré comunicarme contigo? (A MANOLITO) Dime, ¿qué ella hace aquí?
MANOLITO:
Te lo juro que no lo sé. Ella nunca se ha comunicado conmigo. (A CUCA) Tía Cuca... ¿Quieres decir algo?
MARTA:
Quizás estoy más preparada que tú. (A CUCA) Cuca, ¿tú no esperabas a Jacinto, verdad?
MANOLITO:
¿Cómo puedes decir eso?
CUCA SE PASEA NERVIOSA.
MARTA:
¡Lo sabía! ¡Lo sabía!
MANOLITO:
No puede ser.
MARTA:
¿Por qué no hablas? (PAUSA) ¡Ya sé! Tienes miedo, siempre tuviste miedo. Mucho miedo. Pero ¿a qué le temías?
CUCA GIME Y SE MUEVE NERVIOSA.
MANOLITO:
Habla, tía... para que te desahogues. El pasado no puede cambiarse, pero quedarse callado por miedo, es peor que estar muerto. ¡Habla, tía!
CUCA GIME Y PARECE QUE VA A HABLAR, CUANDO APARECE JUANAMARI.
JUANAMARI:
¡Lo único que nos faltaba! ¡Habla! ¡Echa todo el fango que puedas sobre esta familia! Siempre fuimos una familia decente, correcta, moral... Así te criamos: Y ahora, después de tantos años, quieres mostrar tus trapos sucios. Por eso tu padre se murió del disgusto. Todos sentíamos vergüenza, pero supimos disimular. Habla, para que muestres lo corrompida que estabas. ¡Hazlo, coño! ¡Destrúyenos más!
MARTA:
Yo lo sabía, Manolito.
MANOLITO:
¿Pero qué cosa es tan horrible? ¿No era diabética? ¿Estaba embarazada?
MARTA:
Debe ser peor que eso.
JUANAMARI:
Sí, peor. ¡Lo que debería pasar es que la tierra se abriera en dos y nos tragara! ¡A todos!
CUCA GIME Y SE SIENTA.
JUANAMARI:
(SE ACERCA A CUCA Y LA ACARICIA) ¡Mi niña, ya todo pasó! Sigue esperando a Jacinto, él vendrá...
CUCA LA RECHAZA Y CONTINUA SUS PASEOS NERVIOSA.
MARTA:
¡Llévate a Juanamari de aquí!
JUANAMARI:
No puedo permitirlo.
MARTA:
Ella hablará conmigo.
JUANAMARI:
Tú no eres de la familia.
MARTA:
Casi lo soy.
JUANAMARI:
Cuca, primero te mato... ¿Me oyes bien? Primero te mato, que permitir que nos desmoralicemos.
MARTA:
¡La moral, Manolito! ¿No te das cuenta?
MANOLITO:
¿Pero qué pasó aquí?
MARTA:
Piensa en la moral y en la época en que tu tía era una jovencita...
JUANAMARI:
¡Cuca... tú no vayas a abrir la boca!
MANOLITO:
Pero déjala en paz, Juanamari. ¿Por qué te empeñas en ser Dios? ¿Por qué tienes que controlarlo todo?
JUANAMARI:
Tengo que impedirlo. ¡Vámonos de aquí, Cuca! ¡Vamos a tu cuarto!
MARTA:
Ella no esperaba a Jacinto... ¿Verdad? Nunca hubo un Jacinto. Lo de Jacinto fue un invento de la familia, para disimular. Era eso, ¿verdad?
CUCA SE LLEVA LAS MANOS A LA BOCA.
JUANAMARI:
¡Cuca, por lo que más quieras... no digas nada! Si te queda aunque sea una pizca de amor por nosotros, no hables.
MANOLITO:
Pero, ¿para qué callarse, si todos están muertos?
JUANAMARI:
Pero, aún así... ¡es tu familia!
MARTA:
Pobre Cuca, la hicieron vivir así. ¡Callarse para vivir entre ellos! Pero ella era distinta... ¿verdad, Cuca?
MANOLITO:
Si lo del negro Jacinto era mentira... ¿de quién estaba enamorada Cuca?
JUANAMARI:
¡No... !
MARTA:
¡Desahógate... ! ¡Habla, Cuca!
CUCA GRITA UN NOMBRE, PERO ATERRORIZADA.
CUCA:
¡Magdalena... !
SILENCIO.
JUANAMARI:
(ALEJANDOSE) ¡Que Dios te perdone! (SALE DE ESCENA)
CUCA SE SIENTA, DESTRUIDA.
MANOLITO:
¿Entendí bien?
MARTA:
Sí, muy bien. Esta casa debió ser para tu tía peor que una cárcel. Un verdadero infierno.
MANOLITO:
¿Y por qué se fue Flora y no ella?
MARTA:
¡Así es la vida! No pudo irse a un lugar donde la respetaran... o no la conocieran, un lugar donde confundirse... con la gente.
MANOLITO:
Y uno que a veces cree que la muerte es la solución de todos los problemas... (SE ARRODILLA DELANTE DE CUCA) Tía... perdón. Perdónanos a todos. Aunque yo no había nacido, me siento culpable. Perdona la intolerancia... la falta de sensibilidad de esta familia. (PAUSA) ¿Hay algo que pueda hacer por tí?
MARTA:
Sí, hay algo que puedes hacer por ella. Déjala descansar en paz.
MANOLITO:
Descansa en paz, tía.
CUCA ESBOZA UNA SONRISA Y SALE DE ESCENA.
MARTA:
No puedes quejarte, te he seguido en todo. Pero hemos llegado al límite. Entonces, te pido que te vayas y me dejes sola. Necesito un tiempo conmigo para organizar la partida.
MANOLITO:
No pienso dejarte sola.
MARTA:
Tienes que hacerlo. Yo también tengo que realizar mis obsesiones.
MANOLITO:
¿Y yo?
MARTA:
Fuiste también una de mis obsesiones. Pero tengo otras.
MANOLITO:
Marta, no puedo.
MARTA:
Todos podemos. Porque la vida sigue. ¡No me jodas! Yo no estoy resignada. Estoy más apegada a la vida que tú. Pero debes dejarme sola.
MANOLITO:
¿Sabes que el día de la muerte de Juanamari no pude llorar? No sentí nada.
MARTA:
Conozco tu juego, pero no pienso seguirlo. ¡Vete! Espero a alguien que está por llegar.
MANOLITO:
Eso es mentira.
MARTA:
Ella se lo buscó. ¡Vete!
MANOLITO:
Creí que yo era un monstruo, un insensible.
MARTA:
Todos podemos serlo, en un momento dado. ¡Vete!
MANOLITO:
Pero, ¿por qué ahora?
MARTA:
¡Ah, no sé... ! No tengo respuesta. Es así, de repente. Pero no me olvides... ¡por favor!
MARTA SE VA. MANOLITO SE QUEDA SOLO.
MANOLITO:
Si las cosas no son lo que aparentan ser, nada de esto es cierto. Y entonces, es posible que el muerto sea yo. ¿Por qué vivo en constante relación con el pasado? ¿Es que acaso soy un muerto incapaz de descansar en paz? Pero, ¿cuándo quedé al margen de la materia? (PAUSA) Fue mi obsesión por la verdad la que creó estos espíritus recuerdos. No soy más que un primitivo mamífero, dando pasos en lo desconocido. Eso soy.
ACORDES DE LA "GUANTANAMERA". ENTRA JUANAMARI, VESTIDA DE NEGRO, CON UN VELO EN EL ROSTRO.
JUANAMARI:
¡Al fin terminó esta pesadilla! (SE QUITA LOS ZAPATOS) Fue más gente al cementerio de lo que yo esperaba. (SE DEJA CAER EN UNA SILLA) Y tú, como siempre que hay un muerto en esta familia, no estás. Siempre te las arreglas para tener una coartada. De todos modos, peor fue tener que pasar por toda la odisea en la casa. ¡Estuve horas limpiando la sangre de las paredes! Espero que ahora ya descanse en paz. ¡Con una muerte tan horrible!
MANOLITO:
Siempre creí que Flora había muerto de tristeza.
JUANAMARI:
Hubiera sido preferible explicarle eso a la policía. Un marido celoso es peor que sacarse una muela sin anestesia. ¡Si no lo hacen a la entrada, lo hacen a la salida! Pero, hasta donde sé, tu pobre tía era inocente.
MANOLITO:
¿Y no había alguien aquí para impedirlo?
JUANAMARI:
Si llega a haber alguien, también estaría muerto. Definitivamente él se volvió loco. (PAUSA) ¿Lo dices por mí? Yo que nunca salgo, estaba en el cementerio. Fui a ver a la aparecida. (QUITANDOSE EL VELO) ¿Sabes quién es? ¡La aparecida! La mujer que le juró al marido que lo seguiría hasta después de muerto. Allí en la tumba del marido pusieron un retrato. El se murió primero, no sé de qué... y ella al poco tiempo, pero como es lógico, la enterraron en otra tumba. Y fíjate si el amor de ella era grande, que ha cumplido su juramento.
MANOLITO:
¿Por qué se murió detrás de él?
JUANAMARI:
Yo fui al cementerio a ver la foto. Está la cara del marido, muy serio... y la de ella ha ido apareciendo detrás... y sonriendo.
MANOLITO:
A lo mejor es una mancha de humedad.
JUANAMARI:
¿Una mancha con dientes y con ojos? ¡Hazme el favor! (SE LEVANTA)
Ya te hice la maleta. ¿Vas a comer primero?
MANOLITO:
¡No quiero! Me hablas de sangre, de muertos y de comida. Como si todo fuera lo mismo.
JUANAMARI:
Cuestión de familia. Y tú, ¿te crees distinto?
MANOLITO:
No, no me creo. Pero me gustaría que lo fuéramos.
JUANAMARI:
Significa que nos dejarás sepultados aquí.
MANOLITO:
Los dejo viviendo aquí.
JUANAMARI:
Todos hacen lo mismo. No escribirás. Y no te volveremos a ver.
MANOLITO:
Eso lo harán otros, pero yo no.
JUANAMARI:
¡Y todos dicen lo mismo! (PAUSA) Está bien, sólo quiero que sepas que defendí esta casa... esta familia, con mis ideas. Hice lo mejor que pude, pero no sé lo que pasó. No fuimos felices...
MANOLITO:
¡Y la felicidad también es muy importante!
JUANAMARI:
Lo sé. Y ni yo misma comprendía por qué todo funcionaba mal. ¡Eramos una familia! Yo estaba convencida de que era el camino correcto. Me quedé sola. Vi a todos morirse, enloquecer, marcharse. Vi el disgusto, siempre lo ví. Pero ya no sabía qué hacer para impedirlo. Cuidé estas paredes, que para mí siempre han tenido otro significado. Conservé las tradiciones. Ni siquiera dejé morir los animales, mantuve esos corrales como el primer día. Los que se murieron, murieron de viejos... pero nunca por descuido o por falta de atención. ¿Fuí mala? Eso me he preguntado por años. No todo ha sido tan malo en esta familia. Yo creo que nos viste peor de lo que realmente éramos. En todas las casas hay problemas. En el campo, en la capital... en el extranjero. Ese mundo maravilloso sólo está en tu imaginación. Nunca viste más allá de las apariencias, y la gente como tú, no puede ser feliz.
MANOLITO:
¿Y tú? ¿Fuiste feliz?
JUANAMARI:
Tampoco. ¿Pero sabes por qué? Porque me hubiera gustado ser comprendida.
MANOLITO:
No es eso. Te hubiera gustado que te obedeciéramos en todo. ¿Por qué no pudiste aceptar que pensáramos diferente?
JUANAMARI:
¿Así de simple? ¿Sólo eso? Y todo lo que les dí. Porque les dí toda mi vida. (PAUSA) Ya volverás. Pero si no lo haces, arrastrarás toda tu vida los recuerdos... porque quieras o no, formaste parte de esto. Eres uno de nosotros. Aún viviendo en Londres, eres uno de nosotros.
ENTRA LA ABUELITA Y VA DIRECTAMENTE AL SILLON Y SE SIENTA.
MANOLITO:
Pero abuelita... ¿Qué hace?
ABUELITA:
Ocupo mi lugar. Hay mucho que hacer en esta casa. ¿No lo ves?
MANOLITO:
¿No le parece que ya es hora de descansar?
ABUELITA:
¿Quién dijo?
JUANAMARI:
El tiene razón, mamá.
ABUELITA:
Usted se calla. No me haga recordarle que la sorprendí en la cocina, jugando al gallo y a la gallina. Y por lo que ví, no eras precisamente la gallina. (PAUSA) ¿No recuerdas que día es hoy?
JUANAMARI:
El Día de los Fieles Difuntos.
ABUELITA:
El día de llorar por nuestros muertos. ¡Llama a las otras!
JUANAMARI SALE DE ESCENA, OBEDIENTE.
MANOLITO:
Entonces, era usted...
ABUELITA:
Claro que era yo.
MANOLITO:
¡Y yo que culpaba a Juanamari de todo!
ABUELITA:
Las apariencias engañan.
MANOLITO:
¡Pero yo no estoy de acuerdo!
ABUELITA:
¡Y a mí qué me importa! Que no estés de acuerdo, no significa que estoy equivocada. Simplemente, no estás de acuerdo... pero nada puedes hacer. Lo que viviste no puedes cambiarlo.
MANOLITO:
Entonces, de nada sirvió.
ABUELITA:
En el mundo de los vivos te servirá. (PAUSA) Debo apurarme... Juanamari tomará las riendas de esta familia, tan pronto como pueda. Y entonces... me amarrará en este sillón. Y se sentirá libre de hacer lo que lleva dentro. Adiós, mi nietecito querido. Te fuiste y nunca me cantaste una ranchera. (COMIENZA A MECERSE Y PARECE QUE SE ALEJA DEL MUNDO)
MOVIMIENTO DE LUCES. COMIENZA A ESCUCHARSE UN VILLANCICO. POCO A POCO SE ILUMINA UNA MESA. MANOLITO OBSERVA DESDE UN LADO DEL ESCENARIO. JUANAMARI, CUCA, FELA Y FLORA VAN Y VIENEN PONIENDO PLATOS Y BANDEJAS EN LA MESA. SE RIEN, COMENTAN. TODO TIENE UN ESPIRITU FESTIVO, COMO INDICA LA MUSICA. CUANDO LA MESA ESTA LISTA, ENTRA LA ABUELITA Y SE SIENTA EN EL CENTRO. QUEDAN DOS PUESTOS VACIOS. LAS OTRAS TAMBIEN SE SIENTAN.
ABUELITA:
(A MANOLITO) ¡Qué bueno que llegaste a tiempo! Pasa, hijo, sientáte. Dile a tu amiga que venga para acá. (LE SEÑALA UN PUESTO)
MANOLITO:
(INDECISO) ¿Mi amiga?
MARTA PASA JUNTO A EL Y SE SIENTA EN LA MESA.
ABUELITA:
Así me gusta. Toda la familia reunida... (MIRANDO A MARTA) ... y los amigos. (A MANOLITO) Ven, hijo... ¡tú vas aquí! (LE SEÑALA UN PUESTO)
MANOLITO AVANZA CON PASOS INSEGUROS Y FINALMENTE SE SIENTA.
ABUELITA:
(SE PONE DE PIE) Quiero que hagamos un brindis. ¡A lo mejor esta es la última Nochebuena que paso con ustedes!
LA MUSICA SUBE EN INTENSIDAD. BRINDAN, CONVERSAN Y COMEN DIVERTIDOS.
FIN
(2001)
Contacto: cucufate@cubarte.cult.cu
Derechos reservados