Autor: Mónica Ogando
Un panel, sobre la mesa, una botella de agua y un vaso.
Antes de empezar quiero agradecer a esta alta casa de estudios el haberme convocado para exponer acerca un tema tan controvertido como omnipresente en la discursividad social de nuestra sociedad contemporánea, como son los estudios de género.
Como socióloga especializada en esta problemática también quiero aclarar al auditorio aquí presente que mis conclusiones provienen de un riguroso método científico al que he arribado luego de un prolongada y exhaustiva investigación. No soy feminista. No soy sexista. No me gusta hablar mal de los hombres. Así que señores… ¡A relajar esas tres neuronas!
Perdón. Es un tema preocupante el gran desencuentro que hay entre hombres y mujeres en nuestra sociedad contemporánea. Y creo que en esto las mujeres tenemos una gran responsabilidad. Hoy en mi ponencia voy a hacer una autocrítica porque mi género no me representa.
Hay un nuevo modelo de mujer, en el que coexisten antiguos patrones culturales. Para decirlo cono la terminología propia de la categorización de las tipologías sociales: la nueva mujer quiere ser Mafalda sin dejar de ser Susanita. Las mujeres se quejan de que “Ya no hay hombres”, “Ya no hay hombres”... ¿Ahora nos acordamos? ¿Ahora? ¿Qué pasaba mientras el Titanic se estaba hundiendo? “¡Las mujeres y los niños primero!, ¡las mujeres y los niños primero!”. Desde ese naufragio no quedó un solo tipo. Hasta Leonardo Di Caprio se ahogó, y eso que era el protagonista.
Y sí, ya no hay hombres, qué va a ser... Ya no hay hombres, ya no hay tigres blancos, ya no hay osos panda... Para las especies en extinción nos queda Discovery Chanel. (Cambio de energía, voz español neutro) “Oh, sí estamos observando una especie macho en un momento de su vida cotidiana... Vemos que presenta signos de ansiedad... Oh, sí! Tiene un control remoto! ¡Es un hombre! Es increíblemente adorable.”
Perdón. Otro de los antiguos patrones culturales que la mujer contemporánea no ha podido dejar atrás es el de los mandatos sociales. La mujer sigue considerando el esfuerzo como una variable importante en el logro de sus objetivos. ¡Como si el mayor esfuerzo implicara un mejor resultado! Hay un libro que trata este tema. “Las mujeres que aman demasiado”. Justamente, el libro dice que las mujeres tomamos el modelo de Japón. ¿Viste que en Japón no hay huelgas? Al contrario, cuando los trabajadores quieren protestar trabajan de más. Llenan la fábrica de producción. Producen, producen... Las mujeres lo mismo. Cero piquete con el tipo, no... Las mujeres agarran al tipo y lo aman... Lo aman, lo aman... Lo aman tanto que el tipo se termina yendo solo, sin que lo echen.
La problemática de género se ha instalado en la semiosis social y prueba de ello es la creciente producción de espectáculos con “una mirada femenina”, dando lugar a una creciente ideología misógina que es de cuarta. Es notorio comprobar cómo en Buenos Aires toda las obras de teatro que tienen éxito hablan mal de los tipos. “No seré feliz pero tengo marido...” ¿Por qué esa hostilidad hacia los hombres? “No seré feliz pero tengo marido...” ¡Cómo si lo único importante en la vida fuera ser feliz! ¡Yo SOY feliz! Pero no tengo marido, no tengo un mango, no tengo nada! ¡Sabés lo feliz que estaría yo de ser infeliz si tuviera un tipo que me mantuviera? Yo entiendo que el dinero no compra amor... El dinero ES amor! ¿Hay acaso prueba de amor más grande que la de un hombre dispuesto a sacrificar su dinero por una mujer? Si soy yo, te incluyo mañanero, te llevo el desayuno a la cama y encima te doy el vuelto.
Las pautas que determinan los comportamientos sociales de género ya no se reducen a compartimientos estancos. Pero es terrible, che, ya no hay hombres… A mi me gustaban los tipos de antes, que te invitaban a tomar un café… (pausa) y además te lo pagaban. Ahora no, ahora los tipos para hacerte sentirte bien, permiten que les pagues el café, sino permiten que le pagues las medialunas, el tostado, el jugo de naranja... Las expensas. Ok, los tiempos cambian, hay que saber adaptarse. Pero sigo sin entender una cosa: si el mozo ve perfectamente que sos VOS, MUJER la que está pagando con un billete de 50 pesos... El vuelto ¿¡por qué se lo da al tipo!?
(Toma agua) Perdón. Volviendo al tema de los roles y del uso de los espacios de poder, quiero destacar que de todos modos las mujeres están haciendo un camino lento pero sin pausa en la conquista de espacios que antiguamente estaban destinados a los hombres. En Argentina las mujeres ya tenemos un ministerio de Economía, un ministerio de Defensa… y el barrio de Puerto Madero!
Puerto Madero es el único barrio que tiene todas la calles con nombre de mujer!
Nadie conoce una puta calle.
Está bueno porque te tomás un taxi y el tachero te dice:
“Puerto madero, todas calles de mujeres.
Lo que es difícil de creer de Puerto Madero es que siendo su nomenclatura exclusivamente dedicada a célebres y heroicas mujeres, no se encuentre la calle Eva Perón.
Ya había en Buenos Aires una calle Eva Perón, pero podés poner otro nombre, Evita, Eva Duarte... Esther Goris.
Lo que pasa es que no daba el target para Puerto Madero…
¿Te imaginás Eva Perón cortando Victoria Ocampo?
Y no, no daba el target.
Yo me imagino a Eva Perón:
“Renuncio a los honores, pero no a una calle en Puerto Madero. Se lo digo al pueblo argentino, se lo digo al mundo entero, se lo digo al Sr. Alan Faena!”
Para entrar a Puerto Madero tenés que tener visa y pasaporte al día.
Pero Puerto Madero es un niño rico que tiene tristeza.
Ok, igual ya está, el comedor comunitario de Castells.
Tortas fritas sí, sushi no!
Otros de los cambios sociales vinculados a la problemática de género es el de la sexualidad. Pregunto al auditorio: ¿Ustedes creen en la amistad entre hombres y mujeres? Yo creo que sí, que existe, pero por lo menos uno de los dos lo tiene que tener claro. Yo tengo claro que si un tipo me gusta y no me lo puedo levantar, MOMENTANEAMENTE es mi amigo... ¡Qué difícil que es levantarte a un amigo! Claro, porque vos no sabés muy bien cómo llamar su atención... Tenés que ser sutil (mirada libidinosa) Claro, y encima como tenés que ir tanteando de a poco, es todo muy ambiguo, no sabés muy bien que pasa y vos empezas a interpretar, a interpretar, a interpretar... El tipo de dice "Buen día" y vos pensás: "Este me está tirando los galgos..." (pausa) ¿O me está echando flí? Es como cuando vas al ginecólogo, todo depende del día que te agarre. Un día vas y el médico lo que te hace es un palpamiento de mamas... Otro día es una masajeaaaada de tetas.... Yo cuando vengo mal voy al ginecólogo una vez por semana. Total me lo cubre la obra social. Pero mi ginecólogo es tan histérico. Si yo ya sé a lo que voy, ¿para qué me hace poner la bata? ¿Qué quiere, el juego previo también?
Perdón. Decía que con respecto a la problemática de género y sexualidad, a través de los recientes investigaciones tengo datos que son esclarecedores y a la vez reveladores para desmitificar tabúes que no hacen sino dificultar la ya natural incomunicación entre hombres y mujeres.
El primer tabú alimentado por el género masculino es la importancia atribuida al tamaño del miembro. . ¿Miembro de qué, del rotary club? Hay muchas formas de no llamar a las cosas por su nombre… Pero ¿por qué ·”miembro”? En fin.
Estábamos en la importancia del tamaño.
Según las entrevistas que tuve con más de cuatrocientas mujeres de distintos estratos sociales, los resultados arrojan pruebas concluyentes en cuanto al mito del tamaño.
Para las mujeres, el tamaño no es importante.
Es importantísimo.
Fuera de joda, yo por ejemplo en la cama valoro mucho un engrosamiento peneano. Lo que pasa es que toda la vida nos educaron para aprender a disfrutar las pequeñas cosas.
Ustedes dirán: tengo la idea fija, y bueno, sí, soy porteña, vivo en Buenos Aires, Buenos Aires te persigue con sus símbolos fálicos, El Obelisco, el subte que lo viven alargando, a Corrientes te la ensanchan, te la angostan, te la vuelven a ensanchar otra vez ¡qué querés!
Perdón.
Los resultados de las investigaciones arrojan también nueva luz a otras aspectos relativas a las necesidades sexuales de las mujeres: hay tres cosas más importantes que el tamaño:
Que se pare.
Que se pare.
Que se pare.
¿Qué momento no? Lo peor es una es por naturaleza voluntariosa y hace cada cosa… Una fantasea que la solución llega, una cree que es una plantita que con la ayuda de una guía puede crecer derechita… Y no. No.No!
“Es la primera vez que me pasa”
Lo peor es que encima de que te quedás sin coger se supone que tenés que dar palabras de consuelo!
Lo que importa es competir / Te acompaño en el sentimiento / Hay que seguir, hay que seguir participando (pausa) ¿Te pido un taxi?
Y encima el tipo te dice:
“Es la primera vez que me pasa”
Y si hoy era tu primera vez ¿por qué no me avisaste antes?
Prefiero esta situación y no que tome el Viagra y una tenga que llamar a la ambulancia. Fuera de joda, es una responsabilidad. Yo por eso antes de tener sexo les hago llenar un formulario con las enfermedades, le pido el carnet de la obra social, dejo el número de Emergencias al lado del teléfono…
Perdón.
Bueno, señoras y señores, hay muchos temas para reflexionar en cuanto a los estudios de género. Hoy esta ponencia se ha acabado. Fue un placer. Buenas noches y muchas gracias.
Apagón
Contacto: monicaogando@yahoo.com.ar