HISTORIAS DE HACHA Y MACHETE
MENCIÓN ESPECIAL “UNIVERSIDAD DE MEDELLÍN” 1985
JORGE VALENCIA VILLEGAS
Bogotá 1983
Primera edición: diciembre de 1985
Universidad de Medellín. Editorial Lealon Medellín
Segunda Edición revisada 1990 Editorial TAO.
Tercera Edición 2007 BATAKLAN
© Jorge Valencia Villegas
© BATAKLAN
Diseño y diagramación
Paola Valencia
BATAKLAN Ediciones
Impreso y hecho en Colombia
CONTENIDO
Prologo por Luis Alberto García Jiménez
Historias de hacha y machete (Reseña)
El autor (Breve reseña)
La Carpeta (Puesta en escena 2006)
Sinopsis (De la actual puesta en escena)
El Elenco
El Director (Breve reseña)
Historias de hacha y machete
Personajes
I
Bloque I – Cuadro I
Bloque I – Cuadro II
Bloque I – Cuadro III
II
Bloque I – Cuadro I
Bloque I – Cuadro II
Bloque I – Cuadro III
III
Bloque I – Cuadro I
Bloque I – Cuadro II
Bloque I – Cuadro III
A MANERA DE PROLOGO
Por Luis Alberto García Jiménez
Soy amigo de Jorge y, por lo tanto, se podría pensar que esa amistad sería incómoda para escribir algo, que a manera de prólogo, hablara objetivamente de “Historias de Hacha y Machete”. Se podría pensar que esa carencia de objetividad me pudiera llevar hasta el peligro de caer en el ditirambo. Sin embargo, la otra cara de la moneda establece que nadie podría tener mejores conocedores de uno y de sus acciones que los propios amigos. Además, hay un hecho más que debo poner presente para que nuestros lectores se enteren debidamente de la autoridad moral que tengo para escribir sobre Jorge y su obra: soy el director de la última puesta en escena de “Historias de Hacha y Machete”
Cuando leí la obra, hace ya casi un lustro, me propuse dar cuerpo a un deseo que se iba conformando en la misma medida que avanzaba en la lectura: montar la obra. ¿Qué era lo que de ella me atraía? Leyendo el texto descubrí algo; algo que en mi trasegar de dramaturgo del teatro histórico colombiano, no había tenido en cuenta. Estudié la historia del país a través de sus héroes: Bolívar, Santander, Nariño, Caldas, Torres, López Pumarejo, Gaitán, etc. Me atraía la figura del héroe porque entendía que una sociedad como la nuestra necesitaba paradigmas que le marcaran el camino, que le produjeran orgullo, que le proporcionaran valores suficientes a cada ciudadano para que así pudiera participar con solvencia en la consolidación de un país más consecuente con sus necesidades.
Y lo que descubrí en “Historias de Hacha y Machete” es que la historia la hacen los pueblos, no solamente los héroes. Estos, a la postre, no se manifiestan sino cuando las necesidades de los pueblos los requieren. Lo histórico, pues, pienso ahora, no se produce gracias a los héroes sino gracias a los pueblos que los forjan a la misma medida de sus necesidades. A la larga, si uno reflexiona debidamente, los héroes son capaces de traicionar a los pueblos; pero los pueblos, no; los pueblos no traicionan, simplemente cumplen su destino.
En el movimiento de la colonización antioqueña por las regiones que después se llamarán el “eje cafetero”, el héroe es el arriero que abre caminos, el campesino que necesita dar de comer a su familia y funda pueblos, el posadero que abre fondas que proporcionan descansos que a su vez crean pausas de respiro, de solidaridad y de bambuco; el barequero que pacientemente va dejando en el fondo de la batea las pepitas de oro necesarias para fundar ciudades tan bellas como Santa Fe de Antioquia; la mujer aguerrida que trepa montañas con sus pequeños a cuesta, sirviendo de férreo soporte a los hombres los que sin ese auxilio les hubiera sido imposible llevar a cabo semejante gesta. Y todos ellos, hombres y mujeres, se constituyen en la dinámica, en el empuje, en la terquedad, en el caudal de un movimiento colonizador que por do quiera que fuera, iba dejando una estela de pueblos, de sementeras, de caminos, de paisaje, de verraquera y coraje.
Y todo eso está orgullosamente plasmado en “Historias de Hacha y Machete” de Jorge Valencia Villegas; empaquetado en un bello lenguaje que encierra poesía y sentimiento.
Dejo, pues consignada en esta página, mi admiración por el autor y su obra, la que tuve el privilegio de poner en escena con BATAKLAN y su grupo de estupendos actores.
L.A.G.J.
HISTORIAS DE HACHA Y MACHETE
(Reseña)
LA OBRA
En 1983, en el mes de septiembre, “Historias de hacha y machete” se estrena en Bogotá en la sala Gabriel García Marques, hoy Centro Jorge Eliécer Gaitán, por el grupo de teatro del Taller de Artes y Oficios, la puesta en escena es de su autor y actúan entre otros Ariel Acosta, Alejandro Beer, Carlos Flores, Carlos Orlando Bohórquez, Consuelo Figueroa, Jaime Enrique Bohórquez y Luz Marina Piñeros. También hicieron parte del grupo de investigación inicial Marina Lamus Obregón y Nubia Pulido. Después de una corta temporada en la capital el grupo se desplaza a la región del “Viejo Caldas” y realiza una gira por veredas y pequeñas localidades de los municipios de Anserma, Risaralda, Arauca, Manizales, etc., gira que se prolonga por tres meses y que culmina con la filmación documental del ejercicio por el Cuarto Canal de Londres.
El proyecto que se inicia con la dinámica de la creación colectiva dirigido por Valencia, siguió los postulados de Ariane Mnouchkine y Eddy Armando Rodríguez y fue cristalizado dramáticamente y como texto definitivo por su director, quien hizo las adaptaciones para espacios abiertos y cerrados.
En 1985 con el texto anterior a esta edición revisada por el autor, participa en el Primer Concurso de Obras Dramáticas de la Universidad de Medellín, donde obtiene Mención Especial, siendo jurados Carlos José Reyes, Gilberto Martínez y Jaime Botero. Del acta del jurado citamos el siguiente aparte: “Historias de hacha y machete” trata el tema de la colonización antioqueña a mediados del siglo XIX, hasta el del cultivo del café y la lucha por la tierra, culminando con los dramáticos hechos del 9 de abril de 1948. Campesinos, mineros, exploradores, comerciantes y aparceros, van contando la historia por medio de un discurso épico, en el cual los acontecimientos se, entrecruzan y construyen por medio de breves escenas que incluyen conversaciones en tiendas y campamentos campesinos, competencias de coplas, retahílas de culebreros y otras técnicas de dialogo que se expresan por medio de un lenguaje que toma elementos populares y locales, aunque trascendiendo la simple estampa pintoresca y folclórica, para permitir que se desarrolle una estructura abierta, capaz de dar cuenta de importantes momentos de la realidad nacional durante 100 años de historia, a partir de personajes simples y cotidianos. Sin duda, la obra posee elementos diversos de indudable valor que permiten la producción de un vivo espectáculo teatral”
La obra fue publicada la primera vez por editorial Lealon de Medellín, en diciembre de 1985, junto con: “El cumpleaños de Alicia” y “Más allá de la ejecución” de Henry Díaz, dicha publicación fue financiada por la Universidad de Medellín bajo el titulo de “Teatro No 48” sobre esta edición Fernando Gonzáles Cajiao, historiador, critico y hombre de teatro escribe un comentario en Boletín Cultural y Bibliográfico. Número 7, Volumen XXIII, 1986, titulado: No sólo de café vive Colombia y del que recogemos el siguiente fragmento “… y hay que concluir diciendo que este volumen, en conjunto, es un libro apreciable. El teatro colombiano ha adquirido ya, en ocasiones como la presente, una madurez, un vigor, una autenticidad y un estilo todavía injustamente desconocidos e inapreciados. Este tipo de ediciones, que ya a pesar de todo comienzan a no ser tan raras, deberían estimularse en todas las regiones del país; podríamos descubrir así, maravillados, quizás para alivio de nuestro orgullo nacional tan maltrecho, que Colombia no es solamente café, esmeraldas y droga.”
En 2006 el reconocido director y dramaturgo colombiano Luis Alberto García Jiménez la lleva a escena con el grupo de la Corporación Arte Escénico – BATAKLAN Teatro, grupo que la conserva en repertorio y que en este momento financia esta publicación revisada por el autor.
EL AUTOR
Jorge Valencia Villegas nace en Manizales en 1948. Realiza estudios de Teatro en la FUCU, continuando en Francia a donde viaja en 1971 ingresando a la Universidad de París VIII. Se ha desempeñado como Actor, Director y Dramaturgo en el “Lobo” de Manizales, “La FUCU”, “La MAMA” de Bogotá y París, “La Mandrágora” y “El Taller de Artes y Oficios”.
En 1976 dirigió el Departamento de Teatro de la Escuela de Bellas Artes de Ocaña, siendo esta dependencia de Colcultura.
En 1969 escribe y pone en escena con el grupo de Teatro experimental de la FUCU, “El quinto sueño de Celedonio” y en 1970 esboza “Mecánica 60” juego de objetos y muñecos, en el que bosqueja diez años de oposición juvenil al statu quo, obra inédita escrita en París en 1971 y no llevada a escena.
Coautor de “Chaupi Punchapi Tutayaca”, creación colectiva del teatro La Mama de Bogotá, obra con la que se participo en el Festival Internacional de Teatro de Nancy, Francia, abril de 1971.
En 1979 traduce y pone escena para la Mandrágora “Esperando a Godot” de Samuel Beckett estrenando en el Teatro la Mama de Bogotá
Su guión “Colonización y café” fue seleccionado por la Televisión Inglesa (Cuarto Canal de Londres) como parte del programa “Commodities” dirigido por Jhonatan Curling, proyecto en el que Valencia también realizo la dirección de Actores y que se filmo con cámara de Jorge Silva y producción de la antropóloga Venezolana Ruby de Valencia en zona rural del municipio de Anserma y se difundió por la televisión Europea en 1984
En 1985 obtiene Mención Especial en el Primer concurso de obras Dramáticas Universidad de Medellín
Sus últimas actividades incluyen el diseño y presentación al ICFES de la Carrera de Teatro con énfasis en Técnicas del Espectáculo para la Escuela de Artes y Letras de Bogotá 2002.
Diseño y dirección del proyecto “América es un Crisol” para Bataklan en el programa Escuela Ciudad Escuela, de la Secretaría de Educación 2004. Diseño y Dirección del proyecto “La Creación Colectiva, una herramienta pedagógica” para el programa Escuela Ciudad Escuela 2006
LA CARPETA
Textos incluidos en la carpeta de presentación del año 2006 para la puesta en escena de Luis Alberto García Jiménez con la Corporación Arte Escénico BATAKLAN Teatro, en su proyecto pedagógico.
LA OBRA
HISTORIAS DE HACHA Y MACHETE es una obra de teatro escrita por Jorge Valencia Villegas y dirigida por el maestro Luís Alberto García Jiménez uno de los pilares del nuevo teatro colombiano, autor entre otras obras de “I TOOK PANAMA”, “TOMA TU LANZA SINTANA”, “EL SUEÑO DE GETTYSBURG”, etc. La obra obtuvo Mención Especial en el Primer concurso de obras dramáticas Universidad de Medellín 1985 y fue publicada por la editorial Lealon en diciembre del mismo año con el titulo Teatro Nº 48
En ella Valencia Villegas nos recrea momentos de la república que nos acercan al proceso de la colonización antioqueña, hito de nuestra historia social y económica, cubriendo cien años, desde principios de 1800 hasta principios de 1900. “Campesinos, arrieros, aparceros, comerciantes, gentes del pueblo, van contando la historia por medio de un discurso épico, en el cual los acontecimientos se entrecruzan y construyen en breves escenas…”
Esta puesta en escena de Bataklan se incorpora al proyecto 2010, 200 años de independencia, proyecto con el que queremos acercar a los chicos a algunos de los hechos más relevantes de nuestra historia y que venimos desarrollando desde el año pasado con “Las nueve estaciones o los derechos del hombre” escrita y dirigida por Luís Alberto García Jiménez, teniendo como antecedente la puesta en escena de “I took Panama” en el 2003 obra con la que se participo en el Festival de Teatro de Manizales de ese año.
En esta representación los chicos, se encontrarán con el universo de los campesinos antioqueños gestores de esta epopeya, hombres y mujeres comunes y corrientes que verán reflejados en sus padres y abuelos.
El acompañamiento musical es otro de los atractivos que ofrece esta puesta en escena, en la que el hecho histórico estará desarrollado en conversaciones de fondas, tiendas y campamentos campesinos, competencias de copleros, retahílas de jugadores, culebreros, adivinadoras y otras técnicas de diálogo que se expresan por medio de un lenguaje que toma elementos populares y locales, yendo mas allá de la imagen pintoresca y folklórica.
Estos elementos seguramente le plantearan al chico inquietudes y posibilidades creativas para aportar en el proceso de aprendizaje de las ciencias sociales dentro y fuera de su colegio
SINOPSIS de esta versión
“HISTORIAS DE HACHA Y MACHETE”
Autor: Jorge Valencia Villegas
Director: Luís Alberto García Jiménez
Genero: Drama
Duración: 1 hora 15 minutos
Foro: entre 15 y 30 minutos
Presenta: Bataklan Teatro
Primer Cuadro: El inicio. En un ambiente de feria de pueblo encontramos culebreros, ruleteros, gitanas y hombres del común en pleno jolgorio, en torno a él se desarropa toda la trama.
Nuestra historia comienza en los primeros años de 1800, mientras un campesino narra sus peripecias en estos primeros días del siglo XIX, años de la lucha por la independencia de España, vemos el desplazamiento campesino, motivado por razones en su mayoría económicas.
Segundo Cuadro: El amor. Nos muestra el encuentro y constitución de nuevas familias como la base social de este proceso, que abriga la conjugación étnica de Africanos, Asiáticos, Europeos y Americanos.
Tercer Cuadro: Las dificultades. El establecimiento y la posesión de las nuevas tierras no carece de vicisitudes, la colonización que en un primer momento fue fomentada por el gobierno provincial va a encontrar escollos con los supuestos propietarios de grandes extensiones de tierra que con cédulas reales y papeles notariados querían frustrar las esperanzas de los nuevos aparceros, llegando a la violencia y el atropello.
Cuarto Cuadro: El asentamiento. Vencidas las dificultades de permanencia empieza el proceso de la dominación de las nuevas tierras y con él la memoria y las añoranzas, una remembranza de lo que fueron los días de travesía, de encuentro y domesticación de la tierra, de las primeras producciones.
Quinto Cuadro: Las vicisitudes. La llegada y posesión de tierras no deja de tener dificultades, en este cuadro ejemplificamos una de tantas
Sexto Cuadro: La fonda. Con la consolidación del asentamiento llega el desarrollo y con él, un comercio incipiente alrededor de las fondas y las tiendas.
Séptimo Cuadro: El progreso. Con los días malos vienen los buenos. Rememoramos las numerosas guerras que afectaron al país hasta la guerra de “Los mil días” y la separación de Panamá hasta las nuevas políticas comerciales y el “desarrollo”
Octavo Cuadro: De nuevo en la feria. Descubrimos que todo ha sido una remembranza de un pueblo, de su trasegar y sus numerosas dificultades que le llevaron a gestar una epopeya única en la historia nacional
Noveno Cuadro: Los comediantes. El teatro dentro del teatro. En la feria nos encontramos con actores quienes nos representan situaciones alusivas al presente escénico, en ellas vemos cómo se empiezan a manifestar las fluctuaciones del mercado y cómo afecta al campesinado
Décimo Cuadro: Matamaleza. Los comediantes muy jocosamente, por medio de títeres y en un homenaje al titiritero Manuelucho, nos recrean uno de los males del progreso, la violencia y la ambición.
Cuadro Once: ¡Que viva la fiesta! Cerramos la puesta en escena con un nuevo encuentro con el culebrero, el ruletero, las adivinadoras, los saltimbanquis, el lanza fuego, los serenateros, etc. Y con ellos nos despedimos.
El Elenco:
Nayibe Barón Acuña
Francia Cárdenas
Yolanda Guzmán
Alfredo Aguilar
Guido Molina
Santiago Munevar
Jorge Valencia
Leandro Vargas
Henry Yepes
Música:
Jimmy Robles
Interpretes:
Aquizamín García, Jimmy Robles
Voces:
Santiago Munevar, Henry Yepes
Letra:
Luís Alberto García Jiménez
El Director
LUÍS ALBERTO GARCÍA JIMÉNEZ
DRAMATURGO Y DIRECTOR BATAKLAN TEATRO
Breve Reseña
Actor, Director, Dramaturgo, nacido en Tunja en 1937
Comenzó su carrera teatral en la Universidad Nacional en el grupo de Teatro “EL BÚHO” de la Universidad Nacional dirigido por Fausto Cabrera y Santiago García, mientras realizaba estudios de Filosofía y Letras
Cursó estudios de Arte Dramático en la Escuela Nacional de Teatro del Teatro Colón de Bogotá dirigida por Víctor Mallarino
Ganó beca para adelantar sus estudios en París y México.
Director del Grupo de Teatro de la Universidad de América, durante un lustro.
Director alterno, dramaturgo y actor del TPB. Teatro Popular de Bogotá durante una década, allí dirigió más de una veintena de montajes
Director y Libretista para Televisión.
Director del T.I.B. (Teatro Independiente de Bogotá)
Entre sus obras se cuentan: “Los Caballeros del Dorado” “Catalina Bardo” “Adiós para Siempre” “La Viuda del Celador” “Vivir en Paz” “La Gaitana” “La Opera de los Tres Gramos” “¡Gaitán!” “El sueño de Gettysburg” “Toma tu lanza Sintana” “Violencia” “El gorro de cascabeles” “Tras las huellas de la historia “etc.
Es también autor de “I TOOK PANAMA” obra estrenada en 1975 por el TPB con dirección de Jorge Ali Triana; dicha obra ha sido publicada varias veces y es considerada una de las diez obras más importantes del Teatro Colombiano.
Actualmente es Director y Dramaturgo en Bataklan Teatro, grupo con el que ha puesto en escena su obra “Las nueve estaciones o los derechos del hombre” y ha participado en el 2005 en el proyecto ESCUELA CIUDAD ESCUELA de la Secretaría de Educación, proyecto que benefició a 25 colegios del Distrito Capital (Alrededor de 10.000 educandos)
Para el segundo semestre de 2006 montó con Bataklan “Historias de hacha y machete” de Jorge Valencia Villegas para el proyecto “2010, 200 años de independencia”
HISTORIAS DE HACHA Y MACHETE
PERSONAJES
A fines de 1983 la obra es Puesta en Escena por el “Taller de Artes y Oficios” y para ello los personajes fueron representados por un elenco de nueve actores, como aparece en el siguiente cuadro:
II
B I-C.I
II
BI–CII
III
B.I-C.III
IV
B.II-C.I
V
BII-CII
B.II - C.II
VI
B.II-C.III
VII
B.III-C.I
VIII
B.III-C.II
IX
B.III-C.III
Padre
Voz
Colono III
Salomón
Salomón
Salomón
Eduardo
Barequero II
Agregado
Hijo III
Carlos
Carlos
Hijo
Jonás
Colono IV
Hijo II
Ruletero
Jaramillo
Pedro
Alfonso I - II
Alejo
Alejo
Alejo
Caminante
Colono I
Aparcero II
Daniel
Oscar
Trapichero I
Colono II
Hijo I
Hijo I
Matamaleza
Campesino
Trapichero II
Colono V
Aparcero I
Culebrero
Cafetero
Mariela
Mujer
Joven. Mujer
Hija
Hija
Mujer II
Gitana II
Alicia
Madre -Caminante
Madre
Madre
Madre
Mujer I
Gitana I
D. Emilia
Grupo
Voces
Troveros
Corrillo
Coro. Voces
La parquedad en la arquitectura escénica (División del espacio escénico en continentes imaginarios) y la dinámica de la puesta en escena, propuesta por el texto, permitió que la pieza fuese representada en ámbitos muy diversos, desde salas perfectamente habilitadas, hasta espacios no convencionales como galpones, patios, calles y solares de fincas y veredas cumpliendo con las expectativas inherentes al proyecto inicial.
Historias de hacha y machete
I
BLOQUE I – CUADRO I
DIDASCALIA
La escena se desarrolla diez años después de la guerra de independencia, esbozando las raíces del proceso de lo que se llamo posteriormente: “COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA”
IMAGEN INICIAL: En escena un campesino: el padre, toca la quena, tiene recostado en sus piernas el cadáver de una jovencita. Luego entran los actores con mascaras que representan las cuatro razas que se entremezclan en el país.
PADRE:
Corría 1800, tenía yo como veinte años cuando salimos hacia los aluviones de Santa Fe. (Pausa) Yo no soy minero, nunca lo fui, me vine fue a sembrar junto a las minas. Eso siempre fue un buen negocio. (Pausa) Al principio todo estuvo bien, muy bien, nos quedaba tiempo hasta para mazamorrear. Luego las cosas cambiaron; como si nos hubiese caído una maldición, el aluvión dejo de producir, bueno, eso no era tan raro, cuando el aluvión se agotaba, los mineros levantaban vuelo, yo esperaba la recolección y luego los alcanzaba en uno nuevo, pero esta vez la cosecha se retrasó y cuando salí a buscarlos... Nada. Como si se los hubiese engullido la tierra. (Pausa) Encontré a otros barequeros, eso sí, pero ya tenían sus abastecedores.
BAREQUERO II:
Oiga hombre Jaime, los mazamorreros que usted busca, hace tiempo que se fueron para abajo del Arma.
PADRE:
Eso dijeron, yo creo que fue la selva que se los trago. (Pausa) Volví al rancho... a seguir sembrando, mi hijo no quiso regresar conmigo
HIJO:
Papá, yo definitivamente me voy a dedicar al barequeo, eso de cultivar la tierra es muy ingrato.
PADRE:
Cogió una panela, y salió y se fue. (Pausa) Ya antes se había ido Pedro, fue cuando Don Paco Mejía me propuso que comprara unas mulas. “¡No Don Paco! ¿Arriero yo? ¡Ni de fundas! Usted cree, que me voy a poner a andareguear por ahí, de lodazal en lodazal, para que me dé un reumatismo bien verraco. Eso si es que no me desbarranco por esos abismos que hay en estas montañas ¡No, hombre, gracias! Cada uno a lo suyo” (Pausa) A los tres días, Pedro me dijo que se iba.
PEDRO:
Oiga viejo, yo como que me voy con don Paco así sea de sangrero, a mí me gusta la arriería y pienso que en el lapso de tres o cuatro años, ahorrando, puedo tener mis propias mulas.
PADRE:
Luego se fue a la cocina y le dijo a Carmela...
PEDRO:
No llore mamá, si a mi no me va a embuchar la tierra, no sea bobita, yo tengo que volver cada veinte o treinta días con la recua y las mercancías. (Pausa) No se preocupe viejita, en quince o veinte días, por aquí estoy y escuche, le voy a traer una cosa bien bonita; no llore, yo le prometo que voy a venir continuamente.
PADRE:
Ella quería una mantilla y eso le trajo. Al principio fue muy cumplido ese muchacho y cada veinte, treinta días, aquí llegaba con sus mulas, así fue al principio... luego... luego vino cada seis meses. (Pausa) Pero ya hace casi dos años que no viene. Seguro el trabajo no lo suelta. (Pausa) Yo creo que fue eso lo que se llevo a Carmelita. Y esa fiebre, que mal tan tenaz, se llevo a más de cinco. Ella que nunca se levanto después de las cuatro, en esos días, no era capaz de mantenerse en pie, ni las agüitas se tomaba. Primero se puso amarilla, después, después fue ese maldito escalofrío...
VOCES:
Don Jaime, Doña Carmela definitiva- mente se le muere. ¡Pobre Mariela!
PADRE:
Eso fue lo que dijeron las mujeres. Después hasta la tierra se acabó, vino el invierno y se fue resbalando con el agua. Que cosas tan extrañas las que pasan. La cuestión es que todavía me queda la Mariela (Pausa) Y hay que levantar esta muchacha. (La joven cae al suelo, el público descubre que esta muerta)
Durante el monologo del padre se construyen tres imágenes: barequeros, trapicheros y caminantes.
BAREQUERO I:
Tal vez mañana si, porque hoy... solo arena y piedra. Mañana tal vez se suelte el filón más grande que jamás se vio por estos rumbos y se venga buscando a este negro barequero y guapo para el trabajo, que después de mazamorrear cinco o seis meses, se iría tapado en oro para Santa Fe de Antioquia.
BAREQUERO II:
Despiértese hombre, mañana en la batea solo habrá frustraciones; igual que hoy, arena y piedra. Lo único que se nos va a venir es el mandinga. De seguir las cosas como van, tendremos que dedicarnos a la vaquería o de pronto, a la agricultura o la arriería.
TRAPICHERO I:
Ahí van más. (Los Caminantes inician su paso)
TRAPICHERO II:
No entiendo como se pueden ir a aventurar así ¡Qué pendejada! Tal vez será que no tienen nada en absoluto.
TRAPICHERO I:
Si, a lo mejor no tienen nada, porque uno con la tierra y una bestia, nada mas necesita; se trabaja toda la semana y el domingo, se monta uno en su mula, la Rosalba en el anca, los hijos agarrados de la cola y nos vamos para la vereda. Primero voy a misa y luego, si hay que vender algo, pues lo vendo en la fonda, y si comprar, ahí mismo compro y después... después un par de tragos mientras los muchachos juegan en la manga y por la tarde, de nuevo para el rancho. Ya lleva uno unos totumos de guarapo entre pecho y espalda, entonces el viaje se hace menos duro y menos largo.
TRAPICHERO II:
Este mes ya han pasado cincuenta familias por lo menos, hasta los hijos de José María Jaramillo se están yendo, al pobre viejo ya no le queda tierra para repartir. ¡Dieciséis hijos! ¡Ave María Purísima, sin pecado concebida! ¡Dios me ampare y me favorezca!
TRAPICHERO I:
Y lo peor es que la mujer sigue pariendo. Ese viejo es un diablo.
BAREQUERO I:
Tal vez mañana si, porque hoy ya no. Hoy ya se vino la oscuridad encima.
II
BLOQUE I – CUADRO II
DIDASCALIA
Cuadro referente a la situación de migración que vivió el proceso de colonización a partir de 1830
IMAGEN: Mujeres y hombre en preparativos y actitud de desplazamiento.
MUJER:
Estaba chiquita cuando me mandaron a la mina, mi madre decía, que yo empecé a trabajar recién destetada, y siempre me puso como ejemplo (Pausa) Desde los cuatro años en la mina, día y noche en la mina. Hasta que un día mi padre le dijo a mi mama:
VOZ HOMBRE:
Negrita, nos largamos de aquí, aliste los muchachos, empaque los corotos y disponga los jotos, ya el amo no tiene ni conque alimentarnos... Hace más de seis meses que no viene, parece que la situación se le complico a todo el mundo. Ahora somos Paisas. Somos libres, hagamos lo que podamos con esta libertad.
MADRE:
(Lía los bártulos, prepara los trastes y fardos)
MUJER:
Y así fue, nos fuimos a barequear y en el camino encontramos negros como yo, y blancos, mestizos y ochavones. Ahí íbamos, persiguiendo el oro, de quebrada en quebrada persiguiendo el oro, “el vil metal” como decía mi viejo. En eso vivimos mucho tiempo, no fue fácil la lucha, pero nos mantuvo vivos. (Pausa) Desde recién destetada en la mina. Tal vez por eso los taitas me quisieron tanto. Hasta que un buen día me fui, con Jonás, un blanco, barequero como yo, al que le he dado cinco hijos. (Pausa) Solo se me han muerto dos… pero duelen.
JONÁS:
Por andar de lodazal en lodazal, de charca en charca, eso los afiebro, y las fiebres matan.
MUJER:
Es la razón por la que queremos cambiar nuestra suerte.
JONÁS:
Me enamore de mi negra desde el primer día que la vi, venia con toda su familia en busca del futuro, yo quede alelado, tan pulcra, tan seria, todo en ella era belleza.
MUJER:
Yo también quede encantada por Jonás, me miro con dulzura, y me dije entonces: Ese es mi hombre, tan fuerte, tan rubio, tan gentil. Nos fugamos una mañana y fuimos a parar en Marinilla. Y pues... de allá, acá. Es que se ha venido mucha gente y detrás de nosotros vienen más, dicen que van a sembrar pueblos, nosotros no, nosotros solo venimos a derribar monte y a cultivar la tierra. Pero si encontramos un filón, ahí nos quedamos. Algunos llevan unas monedas, nosotros no, nosotros solo las hachas, los azadones y el machete... Y la batea por si nos atropella la suerte, pero allí donde nos digan que es tierra de colonización, hasta ahí llegamos. Nosotros por ahora no tenemos nada, los mismos jarretes ya ni se sienten de tanto andar, pero nos quedan dos manos como piedras para labrar la tierra y ganas, muchas ganas de trabajar.
JONÁS:
Vamos negrita. Deje de cavilar que se le meten los fantasmas en la cabeza. No dejemos que se nos venga la noche encima, los chinchín ya nos deben estar esperando.
VOCES:
- ¡Abajo! Cuidado con el árbol.
- Una barra para mover la piedra.
- Háganle con el güinche que ese mueve montañas.
- Traten que ruede hacia allá, hacia la pendiente.
- Tómese un guarapo. No sea esquivo papito.
- Negrita esta noche me le paso a su estera.
- ¿Sí? No señor ¿Qué es lo que esta creyendo?
- Péguele duro con el canto haber si se mueve esa hijueputa.
- Hágale por el otro lado con el hacha.
(Susurro) Negrita, nos vemos a las seis en la quebrada.
III
BLOQUE I - CUADRO III
DIDASCALIA
La lucha por la tenencia de la tierra tuvo sus ribetes más dramáticos en la heredad de los Aranzazu, tierras que pasaran luego a los González, y que abarcaba entre el río Arma y el Chinchiná, caso contrario a lo que sucedió años antes con las tierras de los Villegas al norte del río Arma, las que fueron parceladas con anuencia de su dueño.
IMAGEN: Colonos atareados en la labranza de la tierra. Mientras van entrando, el latifundista y su capataz.
CAPATAZ:
Buenas y santas tengan los señores.
D. ALFONSO:
Buenas...
CAPATAZ:
Y las señoritas.
LATIFUNDISTA:
Los veo muy atareados ¿Cómo les va en su brega?
D. ALFONSO:
Pues ahí. Será bien señor. Gracias.
LATIFUNDISTA:
Eso veo.
D. ALFONSO:
¿Qué vientos los traen por estas sendas?
LATIFUNDISTA:
Mi señor, estamos por acá dándole una mirada a estas tierras.
D. ALFONSO:
¿Y qué se les ofrece? ¿El señor es vecino de estos rumbos?
LATIFUNDISTA:
Sí, de por acá y de algunos otros lados.
D. ALFONSO:
Nosotros vinimos de Rionegro hace rato. Nos acomodamos por acá a ver si hacemos futuro. Y hemos estado trabajando fuerte. Con tenacidad y berraquera.
CAPATAZ:
Tal como usted decía don Argemiro, vienen de Rionegro.
LATIFUNDISTA:
Es que esta Provincia es muy grande. (Una mujer les da algo de beber) Gracias niña.
CAPATAZ:
Muy amable reina.
LATIFUNDISTA:
Supongo que saben que andan por el Cauca
D. ALFONSO:
¿El caballero es muy recorrido?
LATIFUNDISTA:
No. Solo conozco lo que es mío. Sé reconocer lo que me pertenece y nunca me meto en tierras ajenas.
CAPATAZ: (Después de un corto silencio)
¿Y ustedes se piensan quedar por acá?
D. ALFONSO:
Sí. Definitivamente.
LATIFUNDISTA:
¿Y quien les dijo que en estas tierras se podían asentar?
D. ALFONSO:
Pues... Nadie nos dijo que no podíamos.
CAPATAZ:
¿Qué fácil, no?
D. ALFONSO:
Hombre, ni tan fácil. Vea, hace cuatro meses esto era un matorral, pura maraña, mire ahora... esta bonita.
CAPATAZ:
(Mirando la joven) Sí, esta bonita.
D. ALFONSO:
Y como era tierra sin dueño...
CAPATAZ:
Eso parece. ¿No es verdad?
D. ALFONSO:
Sí señor. Bueno... ya no.
CAPATAZ:
Que casualidad, nosotros pasábamos por aquí y le digo yo, a don Argemiro: “Mire Patrón, mire lo que están haciendo en la tierra suya”.
D. ALFONSO:
¿Cómo así? Barájenmela más despacio.
CAPATAZ:
No es necesario, con lo que oyó, con eso es suficiente. A buen entendedor pocas palabras
D. ALFONSO:
No señor, eso si me lo va tener que comprobar. ¿Dónde están los papeles que me prueban eso?
CAPATAZ:
Patrón.
LATIFUNDISTA:
Eso esta comprobado aquí. Aquí en estos documentos.
D. ALFONSO:
Pues yo no seré muy letrado... pero a mí me dijeron que habían escuchado de muy buena fuente, que esta tierra era baldía y como el Gobierno está incentivando para que uno venga a colonizar por acá, yo vine con mi familia y unos amigos y nos estamos aposentando. La tierra es del que la trabaja, de manera que no me venga con el cuento de que esta tierra es suya.
CAPATAZ:
Escuche mi don, al señor González, al señor González me hace el favor y no le dice mentiroso, tenga mas cuidado, usted sabe que la vida nadie la tiene asegurada y así como llega se va, por un accidente. Uno no se da cuenta que se esta despidiendo. Que se esta despidiendo por ultima vez.
D. ALFONSO:
Oigan señores...
CAPATAZ:
Yo de usted, yo de usted mantendría la boca cerrada, es mucho más saludable. ¿Sabe? Yo empacaría mis fardos y mis cachivaches y me largaría con mi prole.
D. ALFONSO:
Me parece que ustedes llegaron un poco tarde, nosotros ya tenemos trabajada la tierra. Así que de acá, no nos movemos. Ya le ganamos la tierra a la selva.
CAPATAZ:
¿Es qué no entiende hombre? Que negro tan bruto.
LATIFUNDISTA:
Cálmese Pedro, no se acalore. Oiga joven, lo que mi mayoral le quiere decir, es que esta tierra me pertenece legalmente y… que se tienen que ir de por acá, a menos...
D. ALFONSO:
No, mi Don. De aquí no nos va a sacar usted.
LATIFUNDISTA:
A menos, como decía, que lleguemos a un arreglo.
D. ALFONSO:
Ni arreglo, ni trato, ni nada. De acá nos saca, tal vez muertos, y eso lo dudo, porque yo tengo mi machete muy bien puesto.
CAPATAZ:
Don Argemiro, no se van, el caballero dice que se quedan.
LATIFUNDISTA:
Sí Pedro. El Señor se queda.
EL CAPATAZ DISPARA A QUEMARROPA, EL COLONO CAE. GRAN ALBOROTO, CONFUSIÓN, GRITOS, DESORDEN GENERAL. LA VOZ DEL LATIFUNDISTA RESUENA EN LA OSCURIDAD.
LATIFUNDISTA:
Cálmense... Tranquilícense, no armen tanto alboroto que no ha pasado mayor cosa, aún podemos hacer un trato. Escuchen, ustedes me cultivan la tierra y de cada tres frutos que cosechen, me pagan con uno el derecho a aparcería. Ustedes serian mis agregados.
SE LEVANTAN DE NUEVO LOS RUMORES. NUEVA IMAGEN: DOS CAMPOS COLINDANTES: LOS COLONIZADORES EN TORNO A UNA FOGATA VELAN A D. ALFONSO, SE ESCUCHAN REZOS. EN EL OTRO CAMPO UN HOMBRE Y UNA MUJER FRENTE A UN FOGÓN. OCHO PM. DEL MISMO DIA. EL VELORIO. RUMOR DE RESPONSO.
COLONO III:
Entonces nos vamos a denunciar la tierra. Dios es justo y la justicia de los hombres tiene que escuchar a Dios.
COLONO V:
¿Y a donde vamos? ¿a Popayán o a Santa Fé?
COLONO IV:
Si Dios ni mira, ni se acuerda de los patí rajados como nosotros.
COLONO V:
(Aparte) Es mejor hablarle a una tumba., Cuando no quieren oír no oyen.
COLONO II:
Mire José, vaya y lávese esa geta con ceniza; porque a Dios no se menciona con esa boca. Y por favor, no blasfeme más.
COLONO I:
¡Oigan este camandulero de los infiernos! ¡No sea pendejo! Póngase a esperar un milagro sentado y no haga más.
COLONO V:
¿No vio lo que le paso a Alfonso? Y él era más rezandero que usted.
COLONO II:
Lo que pasa es que ese terrateniente es más malo que el hijo de puta del Caín.
COLONO III:
Cállese hombre, cállese por favor que de pronto nos cae un rayo y nos calcina a todos.
COLONO I:
No me haga reír...
COLONO II:
No sea lenguaraz... (Parecen irse a las peinillas)
COLONO I:
¿Quién, yo?
COLONO II:
No piensa ni lo que dice. Por lo menos téngale respeto a Dios.
COLONO I:
No es que uno no respete a Dios, es que Dios no respeta sino a algunos.
COLONO III:
No demuestre tanta ignorancia hombre, cierre esa boca. Pensemos mas bien en como vamos a hacer el viaje mañana.
COLONO V:
De acá yo no me voy, prefiero que me maten.
COLONO II:
Así como mataron a Don Alfonso. Deje de hablar basura y no venga a dárselas de guapo con nosotros, que usted fue el primero en salir corriendo.
MADRE:
Paren esa discusión por favor muchachos. No olviden que estamos de duelo. Miren esa pobre mujer, esta desecha.
COLONO IV:
Pues yo con esto no me quedo, si hay que largarse, primero le echo candela a todo esto, y luego si me voy.
COLONO II:
Hombre eso es gastar pólvora en gallinazo, no ve que esto es un peladero.
COLONO III:
Dejen de hablar bobadas, regresemos a Sonsón y veamos que se puede hacer desde allá.
COLONO V:
¿Qué se va a poder hacer? ¡Nada! La ley no es sino para los de ruana.
COLONO III:
No sea pesimista mi Negro, no escucho que es el mismo gobierno el que esta interesado en que se colonice por acá.
COLONO I:
Oiga Don Federico, esta mañana, “Caremachete”, estaba vivo y usted ya vio lo que paso, ante eso yo propongo que nos plantemos aquí, dos veces no nos cogen desprevenidos.
COLONO IV:
Tenemos que comportarnos con verraquera, como machos que somos. Demostremos que tenemos pantalones.
COLONO V:
Sí señor.
COLONO III:
No me vengan con bravuconadas, lo que paso, fue que Don Alfonso no supo hacer las cosas al derecho.
MADRE:
¿Por qué no se toman el agua de panela y dejan todo esas cavilaciones para mañana?
COLONO IV:
¿No supo hacer las cosas bien? ¿Y por qué no las hizo usted?
COLONO II:
Siempre tan amable Doña Raquel.
MADRE:
El estomago lleno es mucho mejor consejero. ¿No les parece?
COLONO V:
Tal vez. Comamos entonces.
COLONO II:
Si y cantemos unas coplas, con eso alegramos el corazón y despedimos a Don Alfonso.
COLONO III:
Que venga el tiple y que se acerquen los que trovan.
COLONO II:
Sí señor.
LA PAREJA JUNTO AL FOGÓN MANTIENE SU ACTITUD. EN LA FOGATA LOS COLONOS CANTAN ALGUNAS COPLAS.
COPLAS
CORO: Busquemos aquí en el fuego
La idea que nos llevará
A adueñarnos de esta tierra
Así sea yendo a Sonsón
ALGUNO:
Siga usted Doña Raquel
ALGÚN OTRO:
Si Doña Raquel, usted es la que tiene chispa para estos menesteres.
OTRO:
No solo para esos menesteres, conozco otros en los que se desenvuelve como la mejor.
MADRE:
Ahorren galanterías, recuerden que estamos de duelo y que las flores le quedan mejor al difunto
CORO A: Y se fueron a Sonsón
A arreglar lo de la tierra
Con el Señor Sinisterra
Que era un viejito cansón
- Reacción de los colonos
CORO B: Que era un viejito cansón
Me dice la compañera
Por eso fue que en la cara
Les dieron con el portón
- Reacción de los colonos
CORO A: Les dieron con el portón
Usted falta a la verdad
Lo que les dieron fue tierra
A ganar con azadón
- Reacción de los colonos
CORO B: A ganar con azadón
A mi no me haga reír
Al pobre no le dan tierra
Ni cuando se va a morir
- Reacción de los colonos
CORO A: Ni cuando se va a morir
Que mujer exagerada
Con ese cuento de pobres
Se va a quedar enhebrada
- Reacción de los colonos
CORO B: Enhebrado se quedo
El difunto Don Alfonso
Fue que el rico si le dio
Pero el plomo que tragó
- Reacción de los colonos
CORO A: Pero el plomo que trago
Mejor termino mi historia
María es una pesimista
Que no vera la victoria
- Reacción de los colonos
SE APAGA LA FOGATA. EN LA PENUMBRA Y FRENTE AL FOGÓN LA PAREJA MUEVE TRASTOS.
CORO: La gente se enriqueció
Pero el aparcero no
Y muchos están pagando
La deuda que nos quedo.
LA ACCIÓN SE CENTRA AHORA EN LA PAREJA. VEINTE AÑOS DESPUÉS.
EL HIJO DE Don ALFONSO Y UNA MUJER
HIJO:
Por aquí lo mataron. Delante de mis ojos lo mataron. Era un hombre guapo, me parece verlo (Pausa) Con razón dicen que veinte años no es nada...
LA MUJER MIRA EL FOGÓN Y HACE CASO OMISO AL HOMBRE.
HIJO:
Nunca pensé que volvería por estos parajes y menos a reclamar esta tierra. (Pausa) Cuando papá nos trajo, le aseguro a mamá que nos iba a sacar de la miseria...
LA MUJER HECHA ALGO EN LA OLLA.
HIJO:
...y cuando lo enterramos, mas que dolor creo que sentí odio, odio contra él, contra ellos, contra todos. Contra mi padre, contra su asesino, contra el abuelo. Contra todos. No soportaba el ver a mi vieja llorar por alguien que solo hambre e ilusiones nos había dado.
MUJER:
Ya no queda sal para mañana.
IV
BLOQUE II - CUADRO I
DIDASCALIA
Durante la brega por la tenencia de la tierra entre 1830 y 1870 se fundan unas veinte poblaciones asentándose a su alrededor cientos de familias campesinas.
IMAGEN: Dos Continentes. En el Continente I, la familia esta en la jornada de cosecha. En el Continente II, un campesino rememora algunos acontecimientos.
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Don Gustavo, no olvide remendar ese costal.
D. GUSTAVO:
No señor, apenas termine de cerrar estos otros, ya la cabuya esta trenzada.
D. SALOMÓN
Es que los costales son como la mano de Dios, no se les pierde nada
CONTINENTE II
D. ALEJO:
En esta cosecha no nos fue nada mal, tengo ya diez cargas y aun queda café por madurar. La cosa es trabajar como Dios manda. Ahora solo falta deschuponar en menguante, desmalezar y esperar la traviesa. Y esperar la traviesa. Todo lo aprende uno de su viejo. El hombre nos leía a Virgilio, le gustaba leer a luz de vela o narrarnos aventuras cuando nos sentábamos en la noche frente a la fogata; era un buen hablador, convencía hasta una piedra, persuadió a mi vieja para que se viniera por acá, aunque a veces pienso que lo que la convenció fue la necesidad, la pobreza.
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Tengan cuidado, no vayan a aporrear las matas.
HIJA:
Papá, no sea exagerado.
D. SALOMÓN:
No, hija, es que hay que ser muy cuidadoso.
HIJA:
Claro papá, no se preocupe.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Pensar que cuando llegamos por acá, esto era pura selva, puro monte tupido...
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Mire, esas están verdes. ¿Tiene problemas en los ojos? Verde es verde, espero no tener que volver a repetirlo. ¿Entendieron?
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Con razón las mujeres se quejaban tanto, sobre todo cuando me iba con mi taita, a internarnos quince o veinte días en pleno monte espeso, cuando llegábamos, era inaguantable la cantaleta. Hasta que al viejo se le alteraba el genio. Naturalmente él también tenía justificación, estábamos luchando por mejorar.
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Alisten el lavadero.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
¡Ave María! Ese hombre era muy bravo, de acá saco a más de uno, venían a reclamar la propiedad de la tierra, claro, después que la veían lista par la siembra.
CONTINENTE I
HIJO I:
Papá, aquí sería bueno sembrar un colino de plátano, no le parece.
D. SALOMÓN:
Muy bien muchacho, deje la seña, hay que estar pendiente de que le dé muy buena sombra al palo. Cada planta tiene sus secretos.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Cuando nos vinimos, no flaqueo ni un momento, siempre estuvo animándonos.
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Es que el sol seca el fruto.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Cuantos recuerdos... el día que partimos de Rionegro, era pura la madrugada. La abuela lloraba, no la podíamos traer, estaba muy viejita y el camino era largo y pesado. Como a las tres salimos, la noche estaba clara y los perros ladraban y corrían atravesándose por todas partes, era que estaban muy contentos.
CONTINENTE I
MADRE:
Vaya y pregúntele a Don Gustavo, si quiere un cerrero recién hecho.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Bueno al menos eso creía. (Pausa) Y Don Facundo, Dios los tenga en su Santa Gloria, él fue el que nos trajo por aquí. Él y las ilusiones de mi viejo, el sueño de una vida mejor que Don Facundo nos pinto por acá. La existencia transcurre fácil mientras se sueña en una vida mejor.
CONTINENTE I
HIJA:
Don Gustavo, le manda a preguntar mi mamá ¿Si le provoca un café fuerte?
D. GUSTAVO:
¿Un cerrero? Sí niña. Gracias.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
El hombre conocía la región y de tanto hablar de ella convenció a mi taita para que nos viniéramos. A veces hay que dejar cosas atrás, así es la vida.
CONTINENTE I
MADRE:
Tenga mija, llévele a los muchachos.
HIJA:
Sí Señora.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Por eso la abuela nunca mas le hablo, ni a la salida de la iglesia lo saludaba y cuando nos fuimos a venir, me dijo: “Me hace el favor y cuida a su papá, ese tal Facundo no me gusta nada”. Después no pudo contener las lágrimas.
DON FACUNDO:
Buenas y santas, doña Jesusa… ¿cómo amanece?… Soy Facundo ¿no me reconoce?
CONTINENTE I
HIJA:
Aquí les manda mi mamá.
HIJO II:
Gracias Negrita.
HIJA:
De nada, soy amable por naturaleza.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
“Hijo, no me olvide, haga que su papá vuelva, mándemelo de vez en cuando, para que me dé una mirada, y venga usted también, mire que me quedo sola, con esas tías suyas que son medio atolondradas” Nunca les tuvo confianza, a veces parecía que no las quería mucho, pero no era así, esa era su manera de amarlas.
CONTINENTE I
D. GUSTAVO:
¿Don Alejo si vendrá hoy?
D. SALOMÓN:
Eso me dijo la semana pasada. Y ya sabemos que él viene por acá, no solo a visitarme a mí. El amor mueve montañas, descuaja selvas, pone los hombres a rezar y no creo que don Alejo sea invulnerable, así tenga oficio de solterón.
D. GUSTAVO:
La niña se merece lo mejor. Ya tiene 16 años.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Y así fue. Llevábamos como año y medio por aquí, cuando una noche le dije: “Oiga papá, ¿Por qué no va a donde la abuela? Se da una vuelta por Ríonegro y le echa una mirada a la vieja”.
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Les he dicho que no cojan nada verde. Eso no me parece tan difícil de entender. Ustedes son más tercos que una mula, parecen serrados y trancados por dentro.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Y como tres veces alcanzo a ir, a la cuarta ya no volvió mas, el rumor que corrió por ahí, fue, que se lo comió un tigre, lo único que yo sé y estoy seguro, es que se lo trago la montaña. Le paso lo mismo que al viejo Facundo, el hombre se perdió, se fue a traer otros viajeros y no alcanzo a llegar ni hasta Sonsón, y eso que él conocía estas montañas como la palma de su mano, fue el mejor baquiano que hubo por acá. Algunos dicen que tal vez se lo llevo el Montaraz... uno nunca sabe, pero cuando el río suena, piedras lleva.
CONTINENTE I
D. GUSTAVO:
Don Alfredo, ya están listos sus costales. Puede estar seguro que no se le saldrá ni un grano.
D. SALOMÓN:
Gracias Don Gustavo, es usted tan amable como eficiente.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Es que la selva, igual que la mujer es engañosa, lo consiente a uno, lo enamora y lo deja pasar una vez para allá y otra para acá y de repente, cuando uno menos lo piensa, zass... se lo traga.
CONTINENTE I
MADRE:
(A la hija) Cuidado se echa eso encima. Esta como azorada hija.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
Creo que ya es hora de terminar con la soltería, termina uno hablando con la sombra. Y ¿Qué seria de ese muchacho? El que lo acompañaba. Para arriba y para abajo detrás de él, como un espectro; don Facundo lo apodaba “huele pedos”, tenia un humor bastante acido pero al fin y al cabo tenia su chispa el viejo.
CONTINENTE I
MADRE:
(A la hija) ¿Qué le dije? El corazón emboba. Niña parece turulata, pasmada y alelada. ¡Despierte!
CONTINENTE II
D. ALEJO:
¿Cuál era su nombre? Todo se olvida, el tiempo guarda los recuerdos que duelen y hasta los que no duelen, también guardados que nunca los vuelve a encontrar uno, el tiempo se encarga de las pesadumbres y las risas, afortunadamente porque es muy duro recordarlo todo.
CONTINENTE I
MADRE:
(A la hija) Ponga atención por favor. Lo dicho, parece enamorada.
CONTINENTE II
D. ALEJO:
¡Ah! Ramiro Osorio, también era andariego, ese venia con nosotros, venia una familia Botero, los Vélez, los Mejía, los Uribe, Don Alfredo Bernal. Buena gente esa. (Pausa) Mejor me afano, para que no me coja la noche por aquí. Es que es tan bonito mirar el cafetal. Se deja ir uno por los recuerdos.
CONTINENTE I
D. SALOMÓN:
Ténganle listo el guarapo a Don Alejo. No creo que ya demore.
MADRE:
Sí Señor y esta fresquito.
D. SALOMÓN:
Oiga hijo, cuando termine ahí, vaya y ordeñe la vaca, que su mamá no puede en estos días. Si ve Don Gustavo como es la cosa, fue que usted se dejó manipular de los hijos, por eso, esos muchachos suyos no le obedecen. Eso de irse a fundar un pueblo nuevo, teniendo finca, no tiene sentido.
D. GUSTAVO:
Pues yo no sé, lo que pasa es que les dan mucha mas tierra, ahí ve, a nosotros nos tocaron solo siete hectáreas, en cambio a los fundadores...
D: SALOMÓN:
Eso no es tan seguro Don Gustavo, se corren muchos riesgos, acuérdese de don Alfonso Arango, el abuelo de Don Alejo, por aquí no mas lo mataron. Al gobierno le encanta ofrecer lo que no es de ellos.
D. GUSTAVO:
¿Quién lo olvida? Él fue de los primeros que se arriesgaron, pero esos eran otros tiempos. Ahora las cosas son bien distintas.
D. SALOMÓN:
No lo crea Don Gustavo, no lo crea. En Manizales hay una compañía, “La Burila”, y con ellos el dulce no va ser a mordiscos...
HIJA:
¡Ahí viene Alejo!
V
BLOQUE II – CUADRO II
DIDASCALIA
Hacia 1880 ya hay un campesinado más o menos definido y los primeros cafetales empiezan a dar sus frutos.
IMAGEN: La familia esta en el proceso de siembra. La Madre y la Hija ocupadas en lo cotidiano, recuerdan.
MADRE:
Bendito sea mi Dios, que lucha tan dura la nuestra, primero para poder llegar a estas tierras y después para poder cultivarlas. Muchas veces estuve por desfallecer, por perder la fe, es que la soledad es mala consejera, una se acostumbra a la rutina del pueblo y después... (Pausa) ¡Ave María Purísima!
HIJA:
¡Sin pecado concebida!
MADRE:
En medio de la soledad me toco encomendarme a las Animas Benditas y dejar de escuchar esos silencios que me susurraban el regreso a Rionegro. Tuvimos muchas vicisitudes y mucha soledad mientras los hombres desmontaban y amansaban la tierra.
TRANSICIÓN
HIJA:
“¡Viejo! ¡Viejo!... Se me llevan a Alejo”
D. SALMÓN:
“¿Qué pasa hija?”
HIJA:
“Se lo llevan viejito. Se lo llevan”
D. SALOMÓN:
“¿A quien se llevan?”
HIJA:
“Se lo llevaron. (Pausa) A Alejandro, Padre, al Alejo”
MADRE:
“¿Qué sucedió? Cálmese y cuente”.
HIJA:
“Llegaron, le dieron un papel y se lo llevaron”.
D. SALOMÓN:
“¿Quién llego? ¿El Inspector?”
HIJA:
“Si Señor y dos soldados que lo acompañaban”.
D. SALOMÓN:
“Hijo, vaya traiga el fusil de fisto. Esto así no se queda”
TRANSICIÓN
MADRE:
Dios mío. Que calamidad. Nada se pudo hacer. Nos toco sentarnos a rabiar de impotencia y a rogar a Dios para que no lo mataran y les devolvieran la posesión de la tierra. Esa fue la herencia que me dejo mi madre, pobre vieja, siempre creyó que todo se arreglaba rezando, por las noches cuando nos sentábamos en torno al fogón y tomábamos el agua de panela, empezaba a rezar en un ronroneo fatigante y cansino. Afortunadamente la cogía el sueño pronto y entonces no todo eran quejas, rezos y lagrimas, las muchachas terminaban la velada con una narración de brujas o aparecidos. Yo me arrunchaba al lado de Raquel y dormitaba, luego, cuando me llevaban a la estera, me despertaba y veía en medio de las sombras, al “Brujo”, a la “Pata sola”, a la “Madre monte”, al “Cura descabezado” y hasta a Doña Regina, la vecina de allá de Rionegro...
D. SALOMÓN:
(Presente Escénico) Mujer, ¿qué paso con el guarapo?
MADRE:
Ya voy Salomón. No acose.
HIJO III:
Es que esta calentando mucho.
HIJO II:
Sí, pero trabaje, porque si no, nos coge la creciente sembrando.
HIJA:
Ya empezaron. Pelean hasta con la propia sombra.
HIJO I:
Usted a lo suyo, no se meta en cosas de hombres.
HIJA:
Ve, que altanero. ¿Si se da cuenta papá? Esa es la clase de varones que crió usted.
D. SALOMÓN:
Dejen la chacota que ya casi hacemos la jornada.
HIJA:
Machete, quieto en tu funda. ¿Quiere qué le ayude mamá?
HIJO I:
¿Ya termino mamá, para ayudarle?
MADRE:
Por eso casi nunca me miraba al espejo, aunque a veces las ganas eran más fuertes que el miedo, eso le debió haber pasado. Que bonita que era, pero cuando le empezaron a salir esas manchas... “Doña Regina, ¿Por qué no se hecha jugo de limón en esas manchas?” Le dijo un día mi mamá, sin mala intención, claro. Pero desde ese día, esa señora, nunca más volvió a pisar la calle.
VI
BLOQUE II – CUADRO III
DIDASCALIA
En la década de 90 ya se organiza un mercado, aunque incipiente, en torno al café, pero se trunca por los enfrentamientos entre liberales y conservadores, durante lo que se llamo “Guerra de los Mil Días”
IMAGEN: Una fonda en la que se vende y se compra café.
ALEJO:
Buenos días.
D. CARLOS:
Buenos Don Salomón.
D. SALOMÓN:
Buen día don Carlos.
D. CARLOS:
¿Qué los trae por acá?
ALEJO:
El café don Carlos, el café. Venimos a venderle unas cargas y a comprar el mercado.
D. CARLOS:
¡Ah! Más café.
D. SALOMÓN:
Más no.
D. CARLOS:
Que inconveniente hombre, saben que estoy hasta el techo de café. He tenido que comprar mucho. Y con lo verde que lo están trayendo. No. Café no les voy a poder comprar.
ALEJO:
¿Por qué no? Si estas son las primeras cargas que nosotros le traemos en este año. No nos haga una demostración de como usted espanta a los clientes.
D. CARLOS:
No, don Alejo, ni lo piense, ustedes saben muy bien que yo siempre les compro lo que traen y más si es café, recuerde que el ultimo no estaba nada bueno. A mí por lo menos no me gustaba mucho. Saben que no lo pude vender como debía mercarse.
D. SALOMÓN:
No me eche cuentos Carlos, lo único que falta es que nos diga, que el arrume de café que tiene en la bodega es lo que le quedo del año pasado, eso se llama acaparamiento.
D. CARLOS:
No exagere don Salomón, usted me conoce a mí hace muchos años.
D. SALOMÓN:
Por eso, por lo que lo conozco lo digo. Usted tiene por costumbre cacarear.
ALEJO:
Oiga don Carlos, el otro café, las otras cargas, estaban mas o menos robustas, pero estas, estas, están mucho mejor. Mírelo por favor.
D. CARLOS:
Muestren, dejen ver que café traen. ¿Qué es lo que tanto ponderan?
ALEJO:
Observe y vera.
D. CARLOS:
(Clava el chuzo en el costal y lo saca) No. Mire, mire esto.
D. SALOMÓN:
¿Mire qué? No me diga que no está bien beneficiado. Que verriondo, llora más que marrano chiquito.
D. CARLOS:
No, no don Salo, no es eso, es que mire usted con sus propios ojos... mire... ¿Ah? Bueno, si, esta bonito, no les voy a decir que no lo esta. Pero... es que tengo tanto café, si yo les mostrara, tengo la bodega atiborrada. ¿Qué hacemos?
D. SALOMÓN:
Pues dicen que Don Indalecio Ortega también esta comprando. Es hora de irse Alejo, al único que se le debe rogar es a Dios.
D. CARLOS:
¿Y traen mucho?
D. SALOMÓN:
Eso queríamos, pero una cosa piensa el burro y otra el que lo esta enjalmando
D. CARLOS:
¿Qué? ¿Siquiera diez cargas?
ALEJO:
Ocho no más.
D. SALOMÓN:
¿Al fin qué? ¿Nos quiere o no nos quiere?
ALEJO:
¿No dice qué no esta interesado en comprar mucho?
D. CARLOS:
Permiso un momento, ya los acabo de atender. (Dirigiéndose a otros campesinos que hacen su entrada) Sigan con confianza, esta es su casa.
APARCERO I:
¿Cómo le va?
D. CARLOS:
Será bien. Gracias. ¿Y a ustedes?
APARCERO II:
Trabajando Señor, trabajando.
D. CARLOS:
¿Por qué no se toman alguna cosa mientras yo atiendo a los señores?
APARCERO II:
Un aguardiente. ¿Cierto don Luis?
APARCERO I:
Sí, aguardiente.
D. CARLOS:
Muy bien. (Regresa con Don SALOMÓN) ¿De modo qué ya les están dando frutos las otras chapolas que sembraron? La constancia vence lo que la palabrería exhorta.
ALEJO:
Pues dos cargas más cosechó Don Salo y tres yo.
D. CARLOS:
Que bien hombre, me alegro. Permiso, ya regreso. (Lleva el aguardiente a los aparceros) Aquí tienen, que lo disfruten.
APARCEROS:
Gracias, don Carlos.
D. CARLOS:
(Regresa) Son aparceros de Patio Bonito.
D. SALOMÓN:
Tierras bonitas esas.
ALEJO:
Eso le estaba comentando a don Salo. ¿Y de lo nuestro qué?
D. CARLOS:
Oigan, para que no digan que no soy buen amigo, les voy a pagar... a noventa centavos la carga. Eso es todo lo que les puedo dar.
D. SALOMÓN:
¿Cuánto dicen que esta pagando Ortega?
ALEJO:
Con razón progresa usted tanto don Carlos. Suba un poco la oferta... Hombre no muestre la angurria.
D. SALOMÓN:
Sí señor. Porque si no le sube, nos vamos para donde don Indalecio. Es que con esos precios no se puede. Ofrezca algo más.
D. CARLOS:
No. No, no. Si noventa centavos es buen pago. Con el exceso de café que hay. Todo el mundo empezó a sembrar, mejor dicho, les estoy regalando plata. Yo porque los conozco, a usted don Alejo desde que estaba con el chinchín en la mano y a don Salomón de toda la vida, buen amigo fue usted de mi papá. Si fueran unos desconocidos, les diría: ¡No compro café! Y san se acabo.
ALEJO:
No me convence don Carlos, suba aunque solo sea a ciento diez pesitos Sonsoneños.
D. CARLOS:
Oigan, ayer tarde vino Chepe Mejía, con siete cargas y de entrada me fue diciendo: “Cardona, a ochenta y cinco centavos se las vendo” Y para que vean ustedes, no se las quise comprar. ¿Por qué? Porque ese viejo ya tiene mucha plata.
D. SALOMÓN:
Cuento chino. Le hubiera arrancado el café de las manos. ¿O era pura pasilla?
D. CARLOS:
Don Salomón, me contengo por respeto a sus canas. Porque a mi nadie viene a decirme mentiroso en mis propias barbas.
D. SALOMÓN:
Usted sabe hombre que todo el mundo le dice “Patraña fresca”.
D. CARLOS:
Bueno, bueno, noventa y cinco, noventa y cinco centavos.
ALEJO:
Un peso y descargamos las mulas. Compárelo con el que tiene ahí, es que a una legua se ve que este mejor.
D. CARLOS:
Noventa y seis centavos y pare de contar.
D. SALOMÓN:
¿Noventa y siete? Noventa y ocho. No.
ALEJO:
Noventa y nueve, por lo que ya lo trajimos hasta aquí.
D. SALOMÓN:
¿Noventa y nueve, don Alejo?
ALEJO:
Noventa y nueve don Salomón. ¿O esta barato?
D. CARLOS:
¿Qué dice usted don Salo? Es un buen precio.
D. SALOMÓN:
Bueno, noventa y nueve serán entonces. Para que usted se enriquezca más y surta mejor esta miscelánea.
D. CARLOS:
Eso es en beneficio de ustedes.
D. SALOMÓN:
Si, evidentemente, aténgase a que le creemos. No somos tontos Carlos.
D. CARLOS:
Si la comunidad progresa, progresamos todos.
ALEJO:
Si, pero unos progresan más que otros.
D. SALOMÓN:
Eso se nota hasta con los ojos cerrados. Huele a oro.
D. CARLOS:
La suerte don Salomón.
D. SALOMÓN:
Si, váyase con ese manto a misa… bueno no se preocupe y cerremos este trato de una vez.
ALEJO:
Si, sirva unos aguardientes que ya la suerte esta echada.
D. CARLOS:
Tengo del que destilan los Velásquez y esta primera canequita va por cuenta mía.
D. SALOMÓN:
A su salud Señores.
ALEJO:
A la suya don Salo.
D. CARLOS:
Y que mi Dios lo conserve muchos años.
Sr. CURA:
(Entrando) Dios los cría y ellos se juntan.
APARCERO I:
Su reverencia.
APARCERO II:
Señor Cura, que bueno verlo porque necesito mandar rezar una misa de difunto.
Sr. CURA:
Más tarde hablamos de eso. Siéntense que yo todavía no me voy.
D. CARLOS:
Buenas tardes Padre. ¿Cómo esta usted?
Sr. CURA:
Yo muy bien don Carlos. Don Salomón, no le pasan a usted los años.
D. SALOMÓN:
Es que ya ni remordimientos tengo, los pecados lo dejan a uno con el tiempo.
Sr. CURA:
Vida ejemplar la suya. ¿Cómo sigue doña Débora?
ALEJO:
Venga y se sienta Señor Cura. Y nos cuenta como va el negocio de la ponchera.
Sr. CURA:
En un minuto hijo, primero déjenme ir a la trastienda, que tengo que cumplir con un precepto físico, pero eso sí, váyanme sirviendo un trago. En pocillo tintero, por sí las moscas.
D. CARLOS:
¿Quiere el inodoro señor cura? ¿Y para que?
Sr. CURA:
¡Para cagar!
D. CARLOS:
Siga Padre, esta en su casa.
Sr. CURA:
No diga eso que Dios no lo quiere así y se lo agradezco todas las mañanas. (Sale)
ALEJO:
Este Cura es muy buena persona. No pierde el sentido del humor.
D. SALOMÓN:
Si don Alejo, además, es tan montañero como nosotros. Él es de los Mejía de Medellín que se vinieron por...
APARCERO I:
Miren quienes vienen allí.
D. CARLOS:
Llegaron hace ocho días, es por lo de la cosecha. (Dirigiéndose a dos mujeres que están por entrar) ¿Qué hacen ahí? No sean tímidas. Sigan, con confianza, esta es su casa.
MUJER I:
Buenas tardes.
MUJER II:
Por acá, a ver si podemos llevar algunas cosas.
D. CARLOS:
Sin duda, pero primero vengan las relaciono con los caballeros.
APARCERO I:
Esta si es mucha preciosidad. ¿No les parece Señores, que los ángeles se han escapado del cielo?
D. CARLOS:
Supongo que se toman un aguardiente.
MUJER I:
Vamos de afán. Venimos por unas panelas, unas viandas…
APARCERO II:
¿Qué afán para vivir cien años? Siéntense aquí y compartimos al calor de un trago.
MUJER II:
Pero que sea uno solo. Rosalinda, mira que ojos tan bellos tiene este hombre.
ALEJO:
Ya tienen dueño señorita.
MUJER I:
Así es el amor.
MUJER II:
Ajenos y esquivos me gustan más.
Sr. CURA:
(Regresa y encuentra esta nueva situación) ¡Largo! Largo de aquí putas de los infiernos. ¡Mujeres pecadoras! Ya les dije que de la Ceiba para acá ni un paso. Y usted Carlos. ¿Se quiere convertir en alcahuete e irse a consumir al averno? Estos demonios enfaldados, solo traen enfermedades y peleas, a estos montañeros díscolos, culí prontos y calenturientos.
EL PARLAMENTO DEL SACERDOTE JUSTIFICA LA SALIDA DE LA FONDA. TERMINADO ESTE, SE DA UN ROMPIMIENTO TOTAL ENTRANDO EN UNA SECUENCIA DE ACCIONES ALUSIVAS A LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS. LOS VIVAS Y LOS ABAJO LLENAN EL ESPACIO SONORO. CONSERVADORES Y LIBERALES ENARBOLAN BANDERAS Y SE TRENZAN EN UNA ESTÉRIL LUCHA, SIENDO AZUZADOS POR URIBE Y VÁSQUEZ COBO.
VII
BLOQUE III – CUADRO I
DIDASCALIA
Primeros años del siglo XX. El país desangrado por la fratricida guerra, que ha dejado como una de sus consecuencias más nefastas la segregación de la Provincia de Panamá, se encuentra en delicada situación económica.
IMAGEN: Cuadro que igualmente se desarrolla en la fonda, solo con un cambio de atmósfera que evidencie mejores días pasados. El tendero, Don Carlos, ordena un poco, mientras toma aguardiente con D. Alejandro.
D. CARLOS:
Y se separo Panamá.
D. ALEJANDRO:
¿Se separo? Nos la separaron. Don Carlos es que el mundo no se queda quieto. Eso se veía venir. Contra la ley del fuerte nada se puede. Nos toca quejarnos al niño de la pila, la ineptitud del gobierno no se soluciona ni con rezos ni con ruegos
D. CARLOS:
Así es don Alejandro, cuando uno menos lo espera le van moviendo el piso y no hay santo de donde agarrarse.
D. ALEJANDRO:
Pero con Panamá o sin ella nos sostenemos, eso es solo un nombre, a mi nada me frena cuando quiero ir.
D. CARLOS:
Sí. Ahí vamos. Sin cinco, pero ahí vamos, nadando y empujando la piragua
D. ALEJANDRO:
Quien iba a sospechar siquiera, que usted, un hombre tan rico, fuera a terminar en bancarrota.
D. CARLOS:
La verdad es que la guerra nos desestabilizo a muchos.
D. ALEJANDRO:
¿Será qué lo que por agua viene, por agua se va?
D. CARLOS:
Oiga mi Don, hoy no estoy de humor para aguantarle bromas a nadie. Hasta el machete esta que se me sale de la funda. No quiero ni que me rocen la ruana.
D. ALEJANDRO:
No es para tanto don Carlos. No es para tanto.
D. CARLOS:
Es que cada vez que me veo en esta situación y me acuerdo de la causa, o me la hacen recordar, me dan ganas de matar y comer del muerto.
D. ALEJANDRO:
Mejor se calma, nosotros ya no estamos en edad de rabiar.
D. CARLOS:
¿Cómo me voy a tranquilizar? Lo que me hicieron los liberales no lo pienso olvidar nunca.
D. DANIEL:
(Entrando) ¡Don Carlos!
D. CARLOS:
Aquí hablando de desgracias. Venga nos acompaña. Tómese uno.
D. ALEJANDRO:
Es que mi Don no olvida lo de sus mulas.
D. CARLOS:
Hombre no solo fue la recua, fue toda la plata que llevábamos para cambiar por la nueva emisión.
D. DANIEL:
Cosas así nos pasaron a todos. Gracias a su Presidente Sanclemente y su golpista Marroquín.
D. CARLOS:
No me venga con paños de agua tibia. “Mal de muchos consuelo de tontos”. Eso decía mi padre y eso digo yo. La verdad es que punza mucho cuando uno se viene a menos.
D. ALEJANDRO:
De todas maneras usted tiene su plante y ya esta levantando otra vez cabeza.
D. CARLOS:
Afortunadamente así es. Gracias a Dios.
DE AFUERA LLEGA UN RUMOR CRECIENTE, LUEGO UNA VOZ.
VOZ:
¡Compro café! ¡Compro café!
D. DANIEL:
¿Y eso? ¿Qué es ese alboroto, esa cantaleta, ese ruidajo?
D. ALEJANDRO:
No sé, ni idea.
VOZ:
Compro café, compro café. A doce piastras la carga... Llévelo a la bodega, allá le pagan. Compro café, compro café.
D. CARLOS:
¿Qué dicen?
VOZ:
(Entrando) Compro café. Buenos días. Los señores no están interesados...
D. ALEJANDRO:
Don Fabio Duque. ¿Usted de nuevo por aquí?
D. DANIEL:
¿Me sirve otro don Carlos?
D. CARLOS:
¡Don Fabio!
D. FABIO:
Don Carlos. Que sorpresa don Alejandro.
D. ALEJANDRO:
Hacia bastante que usted no, venia, por acá.
D. FABIO:
Así es, muchos años sin vernos.
D. CARLOS:
¿Dónde esta viviendo? ¿En Manizales?
D. FABIO:
Estaba don Carlos. Estaba. Perder Panamá me favoreció inmensamente. El llanto de uno es la risa de otro. Ahora viajo por el mundo pero...
D. ALEJANDRO:
¿Pero qué? No me diga que regresó a quedarse.
D. FABIO:
El buen hijo vuelve a casa.
D. CARLOS:
¿De verdad? La cigüeña vuelve al nido. Esto si hay que celebrarlo.
D. ALEJANDRO:
Siéntese hombre.
D. CARLOS:
Perdón los relaciono... Don Daniel Estrada... Don Fabio Duque.
D. DANIEL:
Muy amable don Carlos.
D. FABIO:
Mucho gusto. Gracias.
D. ALEJANDRO:
¿Qué lo trae por acá? Cuéntenos.
D. FABIO:
No Señores, pues a ponerme al frente de los negocios y como les decía, a establecerme y organizar la compra de café, para que no sigan robando a los campesinos con esos precios que pagan por acá.
D. DANIEL:
¿Otra merca de café?
D. FABIO:
Otra no. Vengo a establecer una verdadera compra de café. ¿Y ustedes qué? ¿Acumulando dinero?
D. CARLOS:
Una compra de café.
D. ALEJANDRO:
Por lo menos trabajando.
D. DANIEL:
Si trabajando, porque la plata... hace tiempo que esta esquiva. Se fue como Panamá.
D. FABIO:
No me digan eso. Realmente esas fronteras solo están en la cabeza de los de los que creen que están arriba. Y la plata... es cuestión de hacerle la cacería, de ponerle la zancadilla, la trampa.
D. CARLOS:
¿Trampa? Trampa la que nos armaron los liberales… ¿Qué? ¿Le parece poco lo que nos hizo Uribe Uribe? Dios lo mande a él y a todos los liberales al infierno.
D. FABIO:
En eso disentimos. Oiga, lo mejor que pudo haberle pasado a este país, fue esa bendita guerra, que después de analizar los hechos no se le puede ni siquiera achacar a los liberales.
D. CARLOS:
¿A usted como que le trajo réditos?
D. FABIO:
Por que negarlo, muchos fuimos los que nos lucramos con la guerra y con lo de Panamá redondee mi suerte. Y como ustedes bien lo saben, los que terminan pagando el pato siempre son los mismos.
D. ALEJANDRO:
¿Quiénes? ¿Los conservadores?
D. FABIO:
Hombre, claro que no. Hablo del pueblo. Sírvanme otro trago y a lo que vine.
D. DANIEL:
¿Por lo del café?
D. FABIO:
Exactamente. Tengo entendido don Carlos que usted vende café.
D. CARLOS:
No señor. Yo compro café. Los que venden son aquí los señores.
D. DANIEL:
¿Y don Fabio a como esta comprando la carga? Con el perdón de don Carlos.
D. FABIO:
No, hombre, usted sabe que una cosa son los negocios y otra muy distinta los amigos. ¿No es cierto don Carlos?
D. CARLOS:
Eso dicen.
D. ALEJANDRO:
¿Por qué no dejan eso para luego? Tomémonos el aguardiente tranquilamente.
D. FABIO:
Ojala tuviera tanto tiempo. La verdad es que todavía me quedan muchas cosas por hacer hoy.
D. DANIEL:
Diga de una vez ese precio.
D. FABIO:
Bueno. Doce piastras. Doce piastras la carga.
D. CARLOS:
¿Doce piastras?
D. FABIO:
Claro. ¿Ustedes a como lo están comprando?
D. CARLOS:
No, pues...
D. DANIEL:
¿Cómo le parece don Alejo?
D. ALEJANDRO:
¿Doce piastras?
D. FABIO:
¿Qué les paso? ¿Esta barato o qué? ¿A como les paga usted?
D. CARLOS:
¿Quién? ¿Yo?
D. FABIO:
Es que el café de por acá es de muy buena calidad.
D. CARLOS:
¿Y ese precio? Doce piastras. Don Fabio. ¿Cómo? ¿Cómo es qué? ¿Qué usted puede comprar café a ese precio?
D. FABIO:
Ese es el precio, amigo mío.
D. CARLOS:
¿Y es bueno para usted?
D. FABIO:
Claro. Si el café es lo que ahora vale la pena comprar.
D. CARLOS:
¿Usted le saca así ganancia?
D. FABIO:
Mi querido amigo, ese es el precio de compra del café. ¿Luego, cuanto es lo que les paga usted?
D. CARLOS:
¿Ah?
D. DANIEL:
Eso sí esta gracioso. Infórmele don Carlos.
D. CARLOS:
Pues a mi solo me dan once setenta por el que yo revendo.
D. FABIO:
Lo están robando.
D. ALEJANDRO:
Eso parece.
D. FABIO:
Yo le sigo comprando todo el que usted tiene, sin moverse siquiera del mostrador. A doce piastras. ¿Que tal? Píenselo. Y ustedes, señores, ¿Qué opinan?
D. DANIEL:
Una buena propuesta.
D. CARLOS:
¿Y se piensa quedar definitivamente por acá?
D. FABIO:
Si señor, ya es hora de ir echando raíces.
D. ALEJANDRO:
¿Comprando café a ese precio?
D. FABIO:
Y a lo mejor más alto. ¿Cómo les parece?
D. DANIEL:
Esto se puso bueno, don Alejo.
D. ALEJANDRO:
¿Cuál es su contra oferta don Carlos?
D. CARLOS:
No. Yo a ese pago no le puedo competir.
D. FABIO:
Oiga don Carlos. Para que quedemos todos satisfechos le pago a seis centavos más, por lo que ya tiene sus clientes y me esta vendiendo una buena cantidad. Igual hice con los Ortegas.
D. CARLOS:
Esa ya es otra forma de hablar. Me acaba de quitar un peso de encima, me habría evitado sinsabores de haberlo dicho desde que entro.
D. DANIEL:
Don Carlos lo tenían pariendo borujos.
D. ALEJANDRO:
Destape otra caneca, para celebrar don Carlos.
D. FABIO:
Bien puedan beberse todo lo que quieran. Invito yo.
CURA: (Entrando)
Ya sacaron a bailar al Diablo. Comenzó el carnaval
D. ALEJANDRO:
Se armo el Jolgorio
D. CARLOS:
Mejor cerremos este cuchitril y vamos a beber a la plaza.
D. DANIEL:
Muy buena sugerencia. Veamos que es lo que trajeron a esta feria.
D. CARLOS:
Yo si decía que vendrían días mejores.
SE DISPONEN PARA UN SARAO POPULAR, GRAN ALGARABÍA. ENTRAN SALTIMBANQUIS Y PERSONAJES DE FERIA. SE SOBREPONEN LOS TEXTOS DEL RULETERO, EL CULEBRERO, Y LAS GITANAS QUE EN ALGÚN MOMENTO SE ESCUCHAN CLARAMENTE. AL FONDO, TIPLES, GUITARRAS Y TROVEROS. Pensemos en un homenaje a las fiestas de Ríosucio.
RULETERO:
Pongan pues mucha atención Señores: Rombo, Estrella, Mariposa y Trompo. Solo el azar me llena los bolsillos si poco tengo y si mucho poseo y quiero ver crecer mis morrocotas, nada mejor que el juego. ¿Que en el rancho la mujer ni me habla, que la vaca ya no da ni leche y que la yegua parida se rodó? Nada endulza mejor los oídos de una negra, que la plata que se obtiene fácil. Y para comprar una cachona o una mula, aquí estoy yo. Vengan y hagan sus apuestas señores, que al que trabaja lo ayuda San Isidro, pero al que juega lo ayuda Dios. Y si alguien por casualidad pierde, no olvide la leyenda de Job, que Dios le dio, pero también le quito y que después de demostrar santa paciencia con creces lo premio. Claro que si usted no es cristiano se puede encomendar al Puto Erizo. Vengan, vengan señores y hagan su juego, acá se enriquecen sin trabajar mucho. Rombo, Estrella, Mariposa y Trompo, con uno juega, con tres se queda y con cinco a su casa lleva. Hagan sus apuestas señores... y que sea lo que Dios quiera. Que no le tiemble el pulso, que el corazón no se acelere, que la respiración no se agite y que el Espíritu Santo guíe su mano. No olviden que el mundo lo poseen los valientes y que aquel que ni siquiera arriesga un huevo, ni un pollo obtiene. Hagan juego Señores. Hagan juego, que a la última morada nada nos llevamos, así como llegamos así nos vamos. Gocemos hoy, que del mañana nada sabemos. Hoy sin cinco pero mañana podemos ver todos nuestros sueños cumplidos. Hagan juego señores, hagan juego...
CULEBRERO:
...Y no olviden que este es el Circulo Sagrado y al que se atreva a cruzarlo se le seca el palo. Oídos alertas distinguida concurrencia, lo que traigo yo, no es un articulo cualquiera, es el ungüento de las siete víboras que recibí de manos de un Chaman Quimbaya, el cual muy sabiamente me escogió a mí, para no irse con sus secretos a la tumba poco antes de encaminarse a vivir al lugar de donde no se regresa. Y este potingue sanalotodo, no es que cure la ciática, el reuma, la urticaria, la comezón, no es que cure la impotencia, la frigidez y la tembladera. No, óiganme Damas, Señoritas y Caballeros, no, eso no es nada para esta prodigiosa crema, no solo cura lo que les mencione anteriormente y todos los demás males habidos y por haber, sino que también los protege del mal de ojo, de la sarna, mas conocida como siete luchas, del sarampión, la viruela y de la picadura de serpiente, como les demostrare en un momento, cuando saque a Josefina, la víbora rabo de ají, que traigo aquí en este canasto. ¡Atrás! ¡Atrás! No arriesguen su vida inútilmente... Y cuanto les va a valer esta maravillosa pomada, no les va a costar veinte, ni quince, ni diez, me pagaran la módica suma de cinco centavos por dos pomas y con ellas se llevaran el elixir de vida del doctor Céspedes... Atrás queridos parroquianos, no pongan en peligro su existencia, ya que Josefina se puede salir de su chistera en el momento menos esperado. Metan más bien las manos al carriel, saquen los centavos y compren el sorprendente, el poderoso, el eficaz, el portentoso, el prodigioso, el asombroso ungüento. ¿Qué es extraño, qué es maravilloso? No es solo eso, es extraordinario, milagroso, pasmoso, gigantesco, admirable, grandioso. Esta humilde cajita contiene, lo que los sabios llaman, Panacea Universal y al elixir le dicen Agua de la Juvencia o de la eterna juventud, como se le enuncia en lenguaje vulgar. No duden más Señores, ya que si no quedan satisfechos yo les garantizo con la devolución de su dinero. La mano al dril y la pomada y el elixir para su casa.
SIMULTÁNEAMENTE UNAS GITANAS CIRCULAN ENTRE EL PÚBLICO.
GITANA I:
Señor, Señora, Señorita, la suerte le adivino, en su mano puedo predecirle el futuro.
GITANA II:
Al amante lo oriento con su amor.
GITANA I:
A la viuda le digo donde encuentra.
GITANA II:
A la casada como lo acorrala.
GITANA I:
Al pobre le muestro, la riqueza, la salud al enfermo y al feo la belleza.
GITANA II:
Una moneda, con solo una moneda su destino se abrirá ante sus ojos.
GITANA I:
La sabiduría Cale puede ser suya, salga de las tinieblas, de la oscuridad profunda y tenebrosa.
GITANA II:
Déjeme ver su mano.
GITANA I:
Esta es la línea de la vida, en ella se ven largos años, prósperos y amables.
GITANA II:
Esta es la del amor y allí dos hombres que luchan por usted.
GITANA I:
Un moreno y un rubio que la hostigan.
GITANA II:
Un trigueño la adora.
GITANA I:
Su mano señorita, es la de amante sabia, en ella se lee que conoce todos los secretos del amor. No hay hombre que pueda resistir a su encanto.
GITANA II:
Y en la suya señor, se lee la espera.
GITANA I:
Pero la morena que se le marcho... no vuelve más.
GITANA II:
Muéstreme su mano el caballero.
GITANA I:
Suave y fuerte como caricia a media noche.
GITANA II:
Suave y amable caballero, mano prodiga.
GITANA I:
Mano de labriego cogedor de café.
GITANA II:
Fuerte como el arado.
GITANA I:
Señor, Señora, Señorita, la suerte le adivino, le agüero de amor y de riqueza, del poder, del saber, yo le leo su destino. Señor, Señora, Señorita, la suerte le adivino...
TODOS LOS PERSONAJES CON SUS PARLAMENTOS AMBIENTAN LA FERIA HASTA QUE DON FABIO IRRUMPE CON SU VOZ.
VOZ:
¡Compro café! ¡Compro café! (Silencio) Compro café, a diez veinte la carga. Compro café.
VIII
BLOQUE III – CUADRO II
DIDASCALIA
El primer cuarto de siglo XX se caracterizo por la internacionalización de los mercados, el remezón de la primera guerra mundial y la depresión económica en los Estados Unidos, con sus consecuentes efectos en la economía nacional.
IMAGEN: Corrillo en torno al Cafetero. Ambiente informal.
CAFETERO:
Por eso nos vimos obligados a organizarnos. ¡Imagínense! Llegaba cualquier aparecido y empezaba a ofrecer dinero a manos llenas, los compradores consolidados del lugar quedaban engatusados y se dedicaban a mercar todo el café que les ofrecían sin preocuparse en absoluto de revisar la calidad, cuando iban a vender... se encontraban con las bodegas hasta el tope de café y con una rebajota considerable en los precios. ¡Ah! Y eso no es nada, el mercado con el exterior estaba más desorganizado que un desfile de gallinas. Para 1920 la SAC. convoco al Primer Congreso Nacional Cafetero, aunque allí realmente nada se pudo concretar, se dio el primer paso para que siete, ocho años después, consolidáramos una organización de tipo mixto, la que hoy conocemos como Federación. El propósito era el de establecerse en el mercado Internacional y convertir la caficultura en una industria moderna. El viejo, mi Padre, fue uno de los que impulso la empresa. Para 1930 tenia una trilladora Pereira y dos más en Armenia. Así se fue llenando de plata, tanta, tanta, que cuando al fin murió, no se podía decir de corrido cuánto tenia; la cuestión era que estaba medio orate, le dio eso que llaman ahora locura senil y lo invadió un sentimiento de culpa más grande que el “Peñón”. Arrepentido y creyendo enmendar todos los males cometidos a los mortales que por desgracia cayeron en sus manos, hizo constatar en su testamento y ante Notario Público, que dejaba sus bienes y pertenencias a todos y cada uno de los hombres perjudicados por su mano en su calidad de... Animas Benditas... Ahí es donde entro yo a terciar, que como hijo natural que era, me toco demandar el testamento y al final convertirme en legitimo tutor y albacea de las Benditas Animas del Purgatorio. ¿Qué hace uno en un caso de esos? Hay que avivarse y encomendarse al Uñas. ¿O no?
APARTÁNDOSE DE LA IMAGEN CENTRAL, QUE SE DISUELVE LENTAMENTE. Los personajes con títeres de cabeza nos recuerdan a Manuelucho.
MATAMALEZA:
Señor Jaramillo... Señor Jaramillo.
JARAMILLO:
Diga. (A los otros) Con permiso.
MATAMALEZA:
Venga un momento por favor.
JARAMILLO:
¿Qué se le ofrece?
MATAMALEZAS:
Es que me han informado que los “cachiporros” andan merodeando sus haciendas.
JARAMILLO:
Perdóneme, pero no tengo el honor de conocer a tan informado copartidario.
MATAMALEZAS:
Permita me presento, Carlos Arturo Zuluaga, más conocido como “Matamalezas”
JARAMILLO:
¿Mata Maleza?
MATAMALEZAS:
Pues así me dicen los amigos... debilidades que uno tiene.
JARAMILLO:
¿Y? ¿En qué le puedo servir señor Zuloaga?
MATAMALEZA:
Yo creo que el que puede servir acá es el suscrito, y por favor, no me llame Zuluaga, dígame Matamaleza simplemente.
JARAMILLO:
Muy bien, si así lo prefiere.
MATAMALEZA:
Matamaleza a secas me hace sentir mayor confianza para hablar de negocios. (Pausa) Vamos al grano, le traigo una oferta…
JARAMILLO:
Antes de proseguir, preferiría, si se trata de café, que pase usted por mis almacenes, para que lo atienda uno de mis muchachos.
MATAMALEZA:
Pues, sí y no. Porque por un lado si tiene que ver con el café, pero por el otro no. Oiga, yo soy comisionista.
JARAMILLO:
¿Comisionista?
MATAMALEZA:
Bueno, así me califican algunos, la verdad es que soy adivinador.
JARAMILLO:
¿Comisionista y adivinador? Estamos en ferias. Si es adivinador, puede ganarse algunos pesos. ¿Qué adivina?
MATAMALEZA:
Yo profetizo el día en que la gentuza lo deja de molestar a uno.
JARAMILLO:
¿Cómo así? ¿Eso qué tiene ver conmigo?
MATAMALEZA:
Mucho si usted quiere. ¿Se entero de la lección que dimos en Cienaga?
JARAMILLO:
Sigo sin entender.
MATAMALEZA:
Las bananeras. (Pausa) No se apure, ya va a entender. Oiga bien: Si le interesa, yo le saco los intrusos de sus tierras, es más, puedo presionar a algún otro para que le venda. Yo le limpio la zona. Se la desyerbo, no le digo que me dicen “El Matamaleza”.
JARAMILLO:
Hombre, eso es muy arriesgado.
MATAMALEZAS:
No lo crea mi don. Además, los riesgos los corro yo. A los invasores y a los ladrones, plomo. Y a los otros, a los otros se les envía una boleta.
JARAMILLO:
¿Una boleta...?
MATAMALEZA:
Sí. Una nota aconsejándoles que se vayan, porque se les viene encima una muy mala racha. Nosotros sabemos que un maizal maduro prende fácil o que un hombre puede caer de su caballo y partirse la nuca, son accidentes ¿Cierto?
JARAMILLO:
Eso debo pensarlo.
MATAMALEZA:
Ojala no cavile demasiado. O por lo menos no lo piense por mucho tiempo, porque se le puede adelantar alguno más... más resuelto, y eso puede no ser conveniente para usted. ¿No le parece?
IX
BLOQUE III – CUADRO III
DIDASCALIA
En la década del cuarenta, el inconformismo popular se hace manifiesto y las reacciones violentas de las bases de la pirámide social que han sido reprimidas hasta el momento se desbordan con el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán.
IMAGEN: Zona rural campesina. Cabaña de bahareque. Luz de velas.
ALICIA:
¡Me lo mataron! ¡Me lo mataron!
D. EMILIA:
Contrólese Alicia. Usted ya esta muy vieja para esos aspavientos.
ALICIA:
¿Cómo quiere que me controle Doña Emilia? Si lo más indudable es su asesinato.
D. EDUARDO:
Tranquilícese, que eso no es seguro. Mañana trataremos de hablar con Don Erasmo Valencia y él nos aclarara esta situación.
ALICIA:
Si no es la primera vez que pasa.
D. EDUARDO:
Malditos godos asesinos. Pero tranquila Alicia que Valencia nos ayuda. Y va a volar mierda al zarzo.
D. EMILIA:
Eduardo por favor, no le eche leña al fuego.
OSCAR: (entrando precipitadamente)
Don Eduardo... Don Eduardo...
D. EDUARDO:
¿Qué paso Oscar? ¿Qué paso?
ALICIA:
¿Me lo asesinaron?
OSCAR:
Eso no se sabe. Hasta donde yo los vi, no.
D. EDUARDO:
Cuente, cuente.
OSCAR:
Pues...
D. EMILIA:
Déjelo resollar Eduardo. Oscar, tómese esta agua de panela con limón, usted sabe que es una bebida bendita.
OSCAR:
Gracias Doña Emilia. (Bebe) Bueno, la cosa fue que se tiraron para abajo del cafetal y salieron a la finca de don Elías Bustamante, él estaba secando el café y ahí mismo lo fueron agarrando también. Y en la cara de doña Elena al muchacho mayor le dieron un culatazo en la cabeza.
ALICIA:
¿A Gonzalo?
D. EDUARDO:
Si don Elías es conservador.
OSCAR:
Eso es lo raro. Don Bernardo Villegas, que les vio de cerca asegura que son liberales y él es hombre de fiar.
D. EDUARDO:
Pero si Lucrecia vio al ronco Ospina con ellos y usted sabe que él es más godo que el Rey de Inglaterra.
ALICIA:
¿Qué opina doña Emilia?
D. EMILIA:
Poco me importa a mí ya eso. Lo evidente es que se los llevaron.
D. EDUARDO:
No Mujer. Eso no es así.
D. EMILIA:
Sí Eduardo. Un día son los Godos los que vienen y nos arrancan de la tierra, y al otro son los Liberales.
ALICIA:
Sí Señora. Siga relatando Oscar.
OSCAR:
No. Después se internaron en el monte y ya no pude continuar porque se venia la noche encima y la verdad, me dio culillo, si me hubiesen descubierto, me matan.
D. EDUARDO:
Mañana les seguimos la pista y les aseguro que esos hijos de puta son godos. ¿No es así Oscar?
OSCAR:
Yo ya no sé don Eduardo. Don Bernardo afirma que son liberales y él es un hombre en el que se puede confiar, usted lo sabe.
D. EMILIA:
Oiga Eduardo, esos están amangualados. Lo mismo da rojo que azul. Tan asesino es el fusil del uno como el del otro.
D. EDUARDO:
De cualquiera esperaría yo una traición, menos de usted Emilia. ¡Treinta años de casados Emilia! ¿Acaso no valen nada para usted?
ALICIA:
Bueno no vayan a pelear por eso. La verdad es que doña Emilia tiene toda la razón don Eduardo. Sin embargo, lo que nos interesa es mi marido. Poco importa si fueron los Conservadores o los Liberales.
D. EMILIA:
Ya no se pelea por los partidos. Sabrá mi Dios que es lo que quieren estos hombres ahora.
OSCAR:
Dicen que es por la tenencia de la tierra. Hay quien afirma que lo que quieren es echarnos para la ciudad y ponernos a trabajar en fabricas y en esas empresas que tienen allá en las grandes urbes y hacer con la tierra lo que hacen en las llanuras del Magdalena, el campo lo perdimos.
VOZ DE JORGE ELIÉCER GAITÁN: (FRAGMENTO DE LA “ORACIÓN POR LA PAZ”)
-- Manifestación del Silencio. Bogotá, 7 de febrero de 1948 --
“Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad publica. ¡Todo depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia. Esos espíritus de mala intención callarían al simple imperio de vuestra voluntad. Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable...”
TRANSICIÓN
D. EDUARDO:
Sirva los frijoles Emilia.
D. EMILIA:
Aun no están, estamos friendo el chicharrón. Tienen tiempo para jugar otra partida.
OSCAR:
No, doña Emilia, si juego otra mano pierdo hasta la camisa. Su marido es una fiera jugando tute
ALICIA:
Voy a traerles un tinto así no se les hará tan larga la espera.
OSCAR:
Muy buena idea doña Alicia, gracias.
ALICIA:
Ya vengo. (Sale del foco de atención)
OSCAR:
Afortunadamente ya se esta recuperando.
D. EMILIA:
Sí, gracias a Dios. Voy a ver si necesita ayuda. Ahora venimos (Sale igual que Alicia)
D. EDUARDO:
Que mujer tan guapa. Son seis hijos, sin marido y sin tierra.
OSCAR:
Eso cada día es más frecuente la violencia crece como si fuera maleza.
D. EDUARDO:
Y como si fuésemos yerba mala, nos matan. Ya oyó, diecisiete en Manizales, solo estaban escuchando a Gaitán: “La Oración por la Paz” que irónico. Dicen que Álzate tuvo que ver en eso, pero como sucede siempre en este país la verdad nunca se sabrá.
OSCAR:
Eso no es solo aquí, eso sucede en todo el mundo, los ricos hacen y los pobres pagan
VOZ DE JORGE ELIÉCER GAITÁN: (FRAGMENTO DE LA “ORACIÓN POR LOS HUMILDES”)
- Manizales, febrero 15 de 1948 --
“Compañeros de lucha: sólo ha muerto algo de vosotros, porque del fondo de vuestras tumbas sale para nosotros un mandato sagrado que juramos cumplir a cabalidad. Seremos superiores a la fuerza cruel que habla su lenguaje de terror a través del iluminado acero letal. El dolor no nos detiene sino que nos empuja. Y algo profundo nos dice que al destino debemos gratitud por habernos puesto a prueba, por habernos ofrecido la sabia lección y la noble alegría de vencer obstáculos, de domeñar dolores. De mirar en lo imposible nada más que lo atrayentemente difícil. ¡Vuestras sombras son ahora la mejor luz en nuestra marcha!”
D. EDUARDO:
Lo peor es que termina uno acostumbrándose.
OSCAR:
Dios nos ampare y nos favorezca.
D. EDUARDO:
¿Qué paso con la matanza en Patio Bonito? Nadie dijo esta boca es mía. Todos nos quedamos callados.
OSCAR:
Pero no es por que uno se acostumbre don Eduardo, no, es por miedo. Así de fácil. ¡Miedo!
D. EDUARDO:
No lo sé Oscar, aunque tal vez tenga usted razón. A un miedo no hay pantalones que le aguanten.
OSCAR:
Si don Eduardo, se nos mete el miedo por los ojos y por los oídos y lo más tenaz es cuando ese miedo se convierte en horror y lo siente uno desde las pelotas hasta la barriga, se derrumba el valor y hasta la vergüenza se pierde. (Pausa) Sobre todo cuando se ven los restos, usted sabe como los descuartizan, no puede uno ni reconocerlos.
D. EDUARDO:
Y eso que por estos rumbos dicen que no hay violencia, que lo más duro se vive por allá por el Tolima, por los Llanos, por otras tierras. Cuentan que por esos lados los asaltos son despiadados, que no dejan títere con cabeza, yo creo que ni Dios mismo sabe a donde vamos a ir a parar.
CAMPESINO: (entrando precipitadamente)
¡Atentaron contra Gaitán! ¡Atentaron contra Gaitán!
D. EDUARDO:
¿Cómo? ¡Emilia venga!
CAMPESINO:
Parece que lo mataron en Bogotá.
ENTRAN LAS DOS MUJERES
D. EMILIA:
¿A quien mataron?
CAMPESINO:
Al “Caudillo”. A Gaitán.
LA IMAGEN SE ROMPE. ESCENAS DE VIOLENCIA Y CAOS QUE EVOCAN LO QUE SE CONOCE COMO EL “BOGOTAZO”
VOZ DEL ARZOBISPO PERDOMO: (Días después del nueve de abril de 1948)
“En esta hora de inmensa tribulación para nuestra amada patria, y con el corazón profundamente acongojado ante los extremos de perversidad y de locura a donde vemos que ha sido llevado nuestro pueblo por obra de extrañas influencias, destructoras no solo de todo orden moral y religioso sino además de todo ideal patriótico, y de todo sentimiento humanitario, no podemos menos que reprobar con la mayor energía y deplorar con el más vivo dolor los horrendos atentados y delitos que se han cometido, primero, contra la persona de un ilustre ciudadano y destacado hombre publico, el doctor Jorge Eliécer Gaitán, y luego contra la autoridad legítimamente constituida, contra el orden publico, contra la vida y propiedades de los ciudadanos, contra la sociedad entera, y contra todo lo que constituye nuestra cristiana civilización y cultura”
ALGUNO:
¿Y el café? No lo podemos abandonar así.
ALGÚN OTRO:
Ya no se trata del café, ahora lo que hay que defender es al partido. A la causa.
CORO:
Yo los vi un día, estaban desencajados sus rostros
VOCES:
- Sus manos se confundían en una prolongación filosa que ya no era machete.
- Sus ojos solo tenían un norte, el de la sangre.
- Sus bocas un solo grito: ¡Muerte a la especie!
- Sus oídos una sola música y su olfato una sola fragancia.
Pausa
- Yo también los vi un día, estaban sentados en cómodas poltronas.
- Sus rostros limpios y serenos.
- Sus manos cruzadas una con otra, inspiraban confianza.
- Sus ojos tranquilos y seguros.
- Sus bocas eruditas y amables.
- Sus oídos finos y educados.
- Y sus bodegas abundantes y prodigas.
- Y sus mujeres no fueron violadas.
- Sus hijos no fueron degollados.
- Y nadie los señalo como asesinos.
Pausa
- Yo también los vi un día, tenían las manos rojas.
- Como café en cereza.
- Como sangre de campesino.
CORO:
Tenían las manos rojas. Hay quien afirma que aun las tienen, y que de norte a sur, la sangre colombiana, corre alimentando mortajas rojas y mortajas azules. Tenían en sus ojos una sola meta y en sus bocas un solo grito: “Muerte al estúpido creyente y riqueza y poder al manipulador de la violencia”.
Pausa
CORO:
Yo también los vi un día, eran los líderes y abanderados de los dogmas antiguos y modernos. Tenían las manos marcadas, marcadas con la sangre del hombre.
OSCURIDAD